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atletismo

Cinco mujeres que corrieron contra el reloj y contra los prejuicios

Fanny Blankers-Koen, Kathrine Switzer, Ximena Restrepo, Esperanza Garzón y Allyson Felix no solo corrieron en las pistas: rompieron barreras, desafiaron prejuicios y cambiaron la historia del running femenino. Esta galería celebra sus logros y su legado de resistencia, igualdad y pasión por el deporte.

Fanny Blankers-Koen

Países Bajos - 1918

A los 10 años, Fanny Koen descubrió que los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 se celebrarían cerca de su casa y que las mujeres podrían competir por primera vez en atletismo. Un profesor de natación le aconsejó que su futuro estaba en la pista, y no se equivocó: se convirtió en la primera gran deportista olímpica de la historia.

Fanny se convirtió en símbolo de la ruptura de estereotipos en una época en que ser madre y deportista era incompatible. A los 30 años, madre de dos hijos y con tres meses de embarazo, compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y obtuvo cuatro medallas de oro: 100 m, 200 m, 80 m con vallas y relevos 4x100. Fue la primera mujer en lograr tal hazaña en una misma olimpiada.

“Ama de casa voladora” fue el gran apodo que le adjudicó la prensa internacional a Fanny. La atleta enfrentó una ola de críticas por romper con las tradiciones de su tiempo: “recibí muchas cartas malas, con gente escribiendo que debería quedarme en casa con mis hijos y que no se debería permitirme correr con pantalones cortos”, recordó en una entrevista para The New York Times en 1982. Incluso, un periodista llegó a decirle que era demasiado vieja para correr y debía quedarse en casa para cuidar a sus hijos. Sin embargo, al llegar a Londres lo señaló con el dedo y le dijo, “a ti te voy a mostrar”.

Las lesiones marcaron el fin de su carrera en 1952; ganó 4 oros olímpicos, 5 títulos europeos y 20 récords mundiales. En 1999 fue nombrada por la Asociación Internacional de Atletismo como la mejor atleta del siglo XX. La niña que soñó con correr en unos Juegos Olímpicos terminó demostrando que la maternidad y la edad no son obstáculos para volar.

Kathrine Switzer

Estados Unidos - 1947

En 1967, Kathrine Switzer tenía apenas 20 años y una certeza que parecía descabellada para su época: quería correr la Maratón de Boston. Hasta entonces, la prueba era considerada territorio exclusivo de los hombres, y ni siquiera se contemplaba la posibilidad de que una mujer pudiera inscribirse. Con astucia, firmó su registro como “K. V. Switzer” para evitar ser descubierta y se presentó en la línea de salida con el dorsal 261.

Lo que ocurrió a mitad del recorrido se convirtió en una de las imágenes más poderosas de la historia del deporte. El director de la carrera, al descubrir con furia que aquella joven era mujer, intentó arrancarle el número frente a corredores, fotógrafos y público. La escena fue captada por las cámaras y recorrió el mundo.

“Tenía detrás la cara más furiosa que le haya visto jamás a un hombre. Me agarró, me tiró hacia atrás, intentó quitarme el dorsal y me gritó: ¡sal de mi carrera y devuélveme el dorsal!”, recuerda Kathrine en su página web. “Mi novio, que corría conmigo, lo empujó fuera del circuito, y mi entrenador Arnie me gritó: ¡Corre como nunca en tu vida!”.

Lejos de rendirse, aquella agresión la llenó de rabia y determinación. “Me hizo sentir humillada, avergonzada y con miedo, mucho miedo. Pero exploté en furia y le dije a mi entrenador: voy a terminar esta carrera arrastrándome o de rodillas si es necesario. Porque si no la acabo, nadie creerá que las mujeres pueden hacerlo”.

Cada kilómetro se convirtió en una lección. “Siempre digo que empecé la maratón como una niña y la terminé como una mujer adulta”, ha confesado en múltiples entrevistas. Ese momento marcó el inicio de una lucha que cambiaría la historia del atletismo: gracias a su activismo y presión constante, en 1972 la Maratón de Boston abrió oficialmente la participación femenina. Desde entonces, Switzer se convirtió en una embajadora incansable del running para mujeres en todo el mundo.

Su legado deportivo también quedó en los cronómetros. Ha corrido más de 40 maratones, ganó la Maratón de Nueva York en 1974 y, un año después, con un tiempo de 2 horas y 51 minutos en Boston, se posicionó como la sexta mejor maratonista del mundo y la tercera en Estados Unidos.

En paralelo, desarrolló una carrera sólida como escritora y comunicadora. Su libro Mujer Maratón es un relato íntimo de su vida y de aquella revolución silenciosa que empezó en las calles de Boston. También ha publicado manuales prácticos, como Correr y caminar para mujeres mayores de 40 años, y ha escrito en medios como The New York Times, The Washington Post y Runner’s World.

Hoy, a sus 78 años, Kathrine Switzer no ha dejado de correr. Su dorsal 261 se convirtió en símbolo de resistencia y libertad, y su ejemplo ha inspirado a cientos de miles de mujeres a ponerse un par de tenis y descubrir en el movimiento no solo un medio para mejorar la salud física, sino también un camino hacia la autonomía, la confianza y la autoestima.

Ximena Restrepo

Colombia - 1969

Ximena comenzó su vida deportiva en la equitación, pero a los 13 años cambió el caballo por las pistas, siguiendo la recomendación de su entrenadora. Al principio corrió pruebas cortas, de 100 y 200 metros, pero en 1988 descubrió la distancia que marcaría su carrera: los 400 metros.

Con apenas 15 años ya acumulaba cuatro títulos en los Juegos Intercolegiados de Medellín. El 5 de agosto de 1992, en Barcelona, llegó el instante que cambiaría para siempre la historia del atletismo colombiano. Desde el sexto carril, frente a gigantes como la campeona mundial Marie-José Perec y la campeona olímpica Olga Bryzhina, la colombiana apostó por su arma más poderosa: el remate final. En los últimos metros condensó años de disciplina y esfuerzo para conquistar la meta con una medalla de bronce, la primera presea olímpica del país en atletismo. Un logro que abrió un nuevo capítulo para el deporte nacional.

“En ese momento sentí que había hecho la tarea, me sentí muy bien porque logré realizar en el momento preciso una muy buena marca. No le di más importancia que eso. Pero a medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de que fue algo que marcó un antes y un después en el deporte femenino en Colombia”, comentó para Deportes RCN en 2021.

Se retiró del alto rendimiento, aunque no del atletismo. Su experiencia y liderazgo la llevaron, en 2019, a convertirse en la primera mujer vicepresidenta de la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics), tras ser elegida en el Congreso número 52 celebrado en Doha. Un hecho histórico en una institución tradicionalmente dominada por hombres.

“Yo creo que Colombia puede llegar a ser el primer país en Sudamérica en atletismo. Tenemos mucho talento, yo no me canso de decirlo, nos falta tener más entrenadores, y darle mucho apoyo a nuestra gente, el atletismo lo practican muchos jóvenes de bajos recursos y debemos apoyarlos, tanto en la parte técnica como en la parte intelectual y psicológica”, concluyó en la entrevista para Deportes RCN.

Esperanza Garzón

Colombia - 1974

Desde niña, Esperanza tuvo dos grandes sueños que marcaron el rumbo de su vida: el deporte y la salud. A los 9 años comenzó a jugar baloncesto en su natal Ubaté, disciplina que la llevó a integrar la Selección de Cundinamarca. Más adelante, al iniciar su formación universitaria como terapeuta física y respiratoria, descubrió que su verdadero propósito estaba en sanar, acompañar y ayudar a las personas a recuperar el movimiento, la respiración y, con ello, una mejor calidad de vida.

El camino no fue sencillo. Esperanza empezó a enfrentar una serie de lesiones recurrentes en plena competencia. Tras consultar a varios ortopedistas y deportólogos, recibió un diagnóstico devastador: una enfermedad ósea que ponía en riesgo su movilidad, con la advertencia de que en apenas dos meses podría terminar en silla de ruedas. “En ese momento me derrumbé totalmente, porque amo el deporte. Pero decidí dejárselo a Dios”, relató en entrevista con el medio digital DeporteNET

Lejos de rendirse, encontró un entrenador que le enseñó a perfeccionar su técnica, cuidar la ergonomía y fortalecer su estado físico. Así logró superar el diagnóstico y seguir adelante con sus dos grandes pasiones: sanar desde la medicina y vivir el deporte en primera persona. De esa experiencia aprendió que el bienestar se construye con ciencia, esfuerzo, perseverancia, disciplina y, sobre todo, pasión.

Para Esperanza, correr es mucho más que un ejercicio: es su forma de retarse, de encontrarse y de recordar que cada paso la acerca a su mejor versión. “Es mi terapia y mi libertad; cada zancada me enseña que la meta más importante es superarme a mí misma”, asegura. Ha participado en numerosas competencias —como la Carrera más linda de Boyacá, la Carrera de la Mujer, la Media Maratón de Bogotá, Valledupar y Medellín— y se enorgullece de cada meta alcanzada. Hoy es feliz inspirando y motivando a otros a mantenerse activos, sin importar la edad.
“Un día tomé mis tenis, y no solo aprendí a correr, aprendí a ser paciente, a ser resiliente, a tener fuerza mental, a ser humilde, pero sobre todo a creer en mí. Gracias Dios por enseñarme a ser fuerte, por darme pies sobre la tierra, alas para volar. Cuando corres con el corazón, no hay meta inalcanzable”, expresa en sus redes sociales.

Allyson Felix

Estados Unidos - 1985

Siete oros olímpicos, catorce títulos mundiales y un récord en el relevo mixto 4x400 la consagraron como la atleta más laureada de todos los tiempos. Allyson Michelle Felix, nacida en Los Ángeles, California, corrió más rápido que muchas leyendas e incluso superó a Usain Bolt en número de medallas y títulos. Sin embargo, también descubrió que las batallas fuera de la pista podían ser igual o incluso más duras.

En 2018, con 32 semanas de embarazo, le diagnosticaron preeclampsia grave. Una cesárea de emergencia salvó su vida y la de su hija Camryn, quien pasó sus primeros días en cuidados intensivos. Poco después, Allyson tuvo que librar otra batalla: enfrentó a su entonces patrocinador, Nike, que pretendía recortarle el salario en un 70 % si la maternidad afectaba su rendimiento. La velocista denunció públicamente la situación y, tres meses más tarde, la empresa modificó sus contratos para garantizar salario y bonificaciones durante los 18 meses que rodean al embarazo. Otras marcas adoptaron la misma medida.

Sin embargo, no renovó con Nike. En Tokio 2021 compitió con Saysh, la marca de zapatillas que fundó junto a su hermano para respaldar a las mujeres atletas, y allí conquistó su undécima medalla olímpica. “Sabía lo difícil que era competir después de tener a mi hija… quería ser esa voz para las madres atletas y quitarles una preocupación menos”, declaró al noticiero El Mundo, tras impulsar la primera guardería en la historia de unos Juegos Olímpicos.

Se retiró en 2022, pero su activismo continúa, centrado en la salud materna y en abrir espacios de igualdad para las deportistas. BBC la incluyó entre las 100 mujeres más inspiradoras del mundo, “quiero que sepan que deben tener un impacto, que deben ayudar a los demás, que deben defender lo que creen”, afirmó para la BBC sobre la enseñanza que quiere dejar a sus hijos.

En sus redes, al despedirse de las pistas, dejó un resumen de su camino: “Hubo más lágrimas que celebraciones, más dudas que seguridad, más oraciones que palabrerías. Lo que he aprendido es que tienes que seguir, no rendirte. Cuando te tiren al suelo, te levantas. Pide ayuda porque no lo lograrás sola. Da pequeños pasos hacia tu pasión y terminarás en tu propósito. Sé valiente porque impactarás a las personas de una manera que nunca imaginaste. Nada más que amor”.