Finalista del Premio Arte Joven 2025, Camilo de la Torre transforma la memoria del Caribe en un manifiesto visual contra el colonialismo y el olvido.

Día 2
Camilo de la Torre
Cartografías contracoloniales
Cartelismo
Barranquilla
En el ensayo “La conciencia de las palabras“, Susan Sontag cita a Roland Barthes a propósito de la responsabilidad política de los creadores: “Quien habla no es quien escribe, y quien escribe no es quien es”. La inviolable unidad entre las ideas, las palabras y la vida del artista barranquillero Camilo de la Torre desmiente esa máxima: las palabras que el autor escribe en los carteles que conforman su obra Cartografías contracoloniales expresan de manera directa y contundente lo que Camilo ha vivido, lo que piensa, habla, escribe y es.
Esta obra transita entre el manifiesto, el poema visual y el cartel político. En uno de los siete carteles que la conforman puede leerse:
El contracolonialismo, para el ciego, es la luz (...)
Si el contracolonialismo tiene 5 millones de fans yo soy uno de ellos
Si el contracolonialismo tiene 100 fans yo soy uno de ellos
Si el contracolonialismo solo tiene 1 fan, ese soy yo
Si el contracolonialismo no tiene ningún fan es porque yo ya no estoy en este mundo.
Esta confrontación ante los poderes coloniales e imperiales es expresada desde la incómoda y sabrosa condición de ser ciudadano de esa patria insular llamada Caribe: Barranquilla no es solo el espacio geográfico en el cual Camilo nació, es también un lugar de enunciación —árido, estigmatizado y caribe—, y una cierta manera de existir entre la pava, la desmemoria y la bacanería como forma de revancha histórica.
Por un lado está el populoso barrio La Paz, hervidero de esquinas musicales, extorsionistas extrovertidos y artistas urbanos en medio de los cuales Camilo creció. Por el otro está el pasado rural de su familia, la violencia encarnada en su abuelo marimbero que tuvo 36 hijos y la herida abierta en 2015 por el asesinato de su hermano a manos de los paramilitares en La Apartada, entre Córdoba y el Urabá, cuando tenía 17 años. “Este episodio marca un antes y un después para mí, una vuelta a la visión sobre la vida, la muerte, el Caribe, la paz, la violencia, el perdón, el resentimiento; ese momento constituye el caldo de cultivo de una obra que nace de los sentimientos”, recuerda. Entre este ecosistema creativo del Caribe híbrido, Camilo elige separarse del barrio, alejarse de los compas, los pagadiarios y los coletos, y anclar las raíces de su obra en los espacios azotados por la violencia para sanar una herida rural empapelando las calles urbanas con carteles.
Camilo —tan barranquillero como chuzo desgranado— es también una antítesis de los estereotipos que pesan sobre esta ciudad y que de manera consciente él intenta revertir. Lejos de la pereza atribuida a los seres del Caribe desde los tiempos de la “geografía humana” del Sabio Caldas, Camilo es disciplinado, madrugador y metódico en su proceso creativo. Lejos de la indolencia festiva que algunos confunden con el desfogue del Carnaval, Camilo es comprometido políticamente. Lejos del ruido, la suya es una sensibilidad silenciosa que encuentra en el arte un vehículo para levantar la voz.
Su manifiesto Caribe es un homenaje implícito a generaciones de caníbales que han trazado un camino para reconstruir el tejido humano a través de una muy política mamadera de gallo. Es también “una respuesta al centralismo que nos ha condenado a ser pobres, aunque no lo seamos”. Su consigna es una versión hermana de otras luchas vecinas identitariamente; en sus palabras: “el Caribe es el futuro de Colombia. Yo creo en un caribefuturismo”.
En una declinación de otro de sus carteles, la palabra “Caribe” se va desgajando hasta convertirse en “caníbal”, y esta puede leerse como un homenaje fortuito a “Aníbal”, el arquetipo de un caníbal replicado en las costas colombianas que, en palabras de Camilo, “consume el Caribe”. La alusión tiene nombre y apellido: miembro del colectivo El Sindicato, ganador del Salón Nacional de Artistas en 1978 con la obra Alacena con zapatos, Aníbal Tobón (1947-2016) reúne dentro de su piel quemada bajo el sol de Salgar esa lucha quijotesca —la misma de Camilo de la Torre— por derribar molinos de silencio con la potencia de las palabras:
si escribo obrero siéntase
sudor explotado
si escribo hijo es extensión
si llanto es amargo húmedo y cercano
porque cuando escribo desierto
usted debe sentir calor
y lea turbante camello y escorpión
y si alguna vez escribí barranquilla
escúchese fiesta y sol y torpedos y ron
y no terminen de leer
pero si pronuncio amor
suspiren conmigo y roben manzanas
y escuchen quejidos y besos y gritos felices
y si grito libertad escuchad disparos
y pueblos y oíd voces amigas y canas al aire
porque las palabras no son solo eso que nombran
Tanto los rigurosos versos de Aníbal como cada letra de molde en los carteles de Camilo son intensamente Caribes e inseparables de las vidas de sus creadores. En últimas, como afirma Camilo, “más que un territorio, el Caribe es una experiencia: la combinación de su gente, su música, sus acentos y dialectos. Es tan rico que es muchos y uno solo; así era desde antes de que llegarán los colonizadores españoles y así es aún hoy”. Este Caribe que Camilo habita, recrea y lucha por reivindicar tomando distancia de la caricatura centralista está lejos de ser el Macondo de Gabo, en lugar de ello toma la forma de “la isla que se repite”, imagen con la cual Antonio Benítez Rojo se refiere a esa embarcación orgánica en cuyas venas visuales, literarias y musicales laten palabras, ron, templanza, dominó y la bacanería caníbal como postura de resistencia.


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¡Aquí están: estos son los finalistas escogidos por el jurado del Premio Arte Joven 2025! Desde hoy hasta la premiación el próximo jueves 6 de noviembre en la Galería Nueveochenta, desde las redes sociales del premio y la web de Bacánika daremos un cubrimiento especial a cada uno de ellos en esta jornada de 10 días / 10 artistas. ¿Quiénes son? Conozca la lista a continuación.
Después de revisar cuidadosamente las 25 obras seleccionadas por el curador Elías Doria para ser parte de la exposición del Premio Arte Joven, organizado por Colsanitas y la Embajada de España en Colombia, el jurado conformado por Eliana Baquero, Coordinadora de producción Galería Nueveochenta; Elías Doria, Curador Premio Arte Joven 2025; y Marielsa Castro Vizcarra, Curadora del MAMM; Paola Aldaz, CMO Colsanitas; Alberto Miranda, Consejero Cultural de la Embajada de España en Colombia, escogió como finalista (en orden alfabético):
Michael Fabián Angarita Tarazona
El Señor de los Milagros
Instalación
Bucaramanga
María Stephanía Ayala Giraldo
Estudios de caza: tipologías de deseo
Instalación
Medellín
Juana María Bravo
Buenas y malas noticias
Instalación
Bogotá
Camilo De La Torre
Cartografías contracoloniales
Carteles
Barranquilla
Jose Enrique Forero Peña
Mateo VII:13-14
Instalación
Bogotá
Lina Paola Henao Gómez
Soberanos y dominados
Video instalación
Bogotá
Mauricio Quiñónez Segura
Tekino20999999
Dispositivo audiovisual y pintura expandida
Cali
Tikal Smildiger Torres
¿Antes de nacer y después de morir?
Óleo sobre lienzo templado en bastidor
Bogotá
Andrés Felipe Valencia Mejía
365
Performance in situ e instalación
La Estrella, Antioquia
Astrid Carolina Velásquez Velásquez
Lo que fuimos
Acrílico sobre lona
Albania, La Guajira





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