Sanar tras un divorcio es un proceso lleno de retos, pero también de grandes aprendizajes. El amor no desaparece: cambia, se transforma y se reinventa. A veces, lo que llega después de una ruptura no es un final, sino la oportunidad de volver a amar desde otro lugar: uno más sabio, libre y pleno. Esta columna gráfica es una invitación a creer que sí es posible amar otra vez, sin miedo, con todo lo vivido a cuestas… y con el corazón abierto.

1. Lo dudé, pero al final supe que podría ser el inicio de algo nuevo, y eso me emocionó.
El miedo y las heridas estaban ahí, pero ¿y si esto fuera una pausa para redescubrirme?

2. Fue mi momento de sanar, renacer y aprender a amar desde la experiencia. 
De darme una segunda oportunidad a mí.

3. Perder la confianza fue doloroso, pero sanar me enseñó a reconstruirla con sabiduría.
Toma tiempo, pero abre la puerta a un amor más pleno.

4. Y el amor que llega no es cualquier amor. 
Es más consciente, más libre, más real.

5. Entendí que, antes de amar a alguien más, necesitaba ser la persona que yo misma pudiera amar. 
Ya no se trata de llenar vacíos, sino de compartir desde la plenitud.

        
    
                                 


                                 
                                 
                    
		        
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