Recoger los juguetes, comer y vestirse son algunos de los primeros ejercicios para adquirir autonomía, una facultad que tiene incontables beneficios a corto y largo plazo. Es clave entender que la autonomía se consigue con el paso del tiempo y no se puede forzar.
La autonomía es la capacidad que tiene una persona para tomar decisiones y actuar de manera independiente. Es una aptitud que se va desarrollando a medida que el individuo va creciendo.
En los primeros años, los seres humanos somos dependientes, necesitamos atención para realizar tareas básicas como alimentarnos, vestirnos o bañarnos. Nuestras madres y padres poco a poco van fortaleciendo el proceso que nos llevará a realizar estas labores por nosotros mismos.
De acuerdo con la pediatra neonatóloga Natalia Restrepo, decana de la Facultad de Medicina de Unisanitas, la autonomía en los niños se desarrolla en un proceso gradual que comienza desde temprano y se adquiere con el tiempo. A medida que van creciendo pueden ser capaces de tomar decisiones y resolver problemas con mayor independencia. Es importante impulsarlos a ser autónomos porque:
1. La autonomía fomenta la confianza en sí mismos: en el momento de permitirles tomar decisiones, los niños aprenden a confiar en sus habilidades. También aumenta la motivación para alcanzar sus metas y objetivos.
2. Aprenden el valor de la independencia: ser responsables con sus acciones.
3. Los prepara para la vida adulta: la autonomía es una habilidad esencial para una persona. Los niños que son capaces de tomar decisiones y resolver problemas por sí mismos serán adultos que podrán enfrentar los desafíos de la vida de manera efectiva.
4. Fomenta el pensamiento crítico: al resolver los problemas de manera autónoma, los niños aprenden a ser innovadores y creativos. Descubren cómo analizar, evaluar y sintetizar información de una forma objetiva.
Desde el punto de vista físico, cognitivo y de neurodesarrollo los niños consiguen sus logros de autonomía de la mano de sus padres. “Se va adquiriendo de manera progresiva, y el padre o cuidador deberá permitir al niño tomar sus decisiones siempre y cuando sean adecuadas para su salud y desarrollo y no generen riesgos” comenta la pediatra.
Hábitos para desarrollar autonomía
Los hábitos deben comenzar de acuerdo con la edad o etapa de desarrollo del pequeño. Es muy importante fomentar el autocuidado, la autorregulación y la autoconfianza. A medida que el niño va creciendo, la autonomía también debe ir aumentando. Estas recomendaciones pueden servir para avanzar en el proceso:
1. Asignar tareas y crear rutinas: darle la posibilidad de realizar tareas sencillas de la vida cotidiana como tender la cama, lavarse las manos o los dientes, bañarse. Poner horarios de sueño y alimentación.
2. Establecer límites y normas: esto es importante porque los niños necesitan reglas para controlarse. Los límites también les ayudan a desarrollar comportamientos de autonomía y aprendizaje.
3. Apoyar y acompañar con amor: el refuerzo positivo es importante para que el niño siga desarrollando sus capacidades.
4. Evitar acelerar el ritmo de la autonomía: no hace falta que hagan todo de forma autónoma. Cada niño irá aprendiendo a su ritmo.
- Este artículo hace parte de la edición 187 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
*Colaboradora de Bienestar Colsanitas.
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