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Bienestar Colsanitas

Ciclistas urbanas, felicidad y autonomía

Los grupos de mujeres ciclistas son una herramienta muy útil para quienes quieren usar la bici pero les da miedo el ambiente agresivo de las ciudades.

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alir a pasear o movilizarse en bicicleta no ha sido fácil para las mujeres. En el siglo XIX tuvimos que transformar los rígidos códigos morales de vestimenta que nos forzaban a pedalear en voluminosas faldas y apretados corsés. También lidiamos con argumentos “científicos”, como que el ciclismo nos causaba depresión, palpitaciones aceleradas o la desagradable “cara de bicicleta”, que se trataba simplemente de enrojecimiento, palidez y ojeras. Algunos especialistas advertían incluso que había riesgo de rasgadura de himen y hasta de infertilidad.

Varios momentos y personas fueron fundamentales para derrumbar algunas de esas barreras. Por ejemplo, cuando la reina Victoria en el Reino Unido comenzó a andar en triciclo y regaló bicicletas a sus hijas, con lo cual impactó la opinión de toda la sociedad inglesa del momento. Figuras como Annie Londonderry, empresaria, atleta y primera mujer en recorrer el mundo en bici, o Amelia Bloomer, editora del primer periódico feminista en Estados Unidos, The Lily, quien promovió el uso del pantalón fuera del contexto laboral.

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Antes de empezar a rodar es recomedable practicar acompañada de alguien con experiencia y aprender reparaciones mecánicas básicas como despinchar una llanta o ajustar los frenos. 

Sin embargo, todavía en la actualidad sigue existiendo cierta hostilidad cuando nos enfrentamos al asfalto sobre dos ruedas. Moverse en bici por las ciudades no es igual para hombres que para mujeres, y las estadísticas lo demuestran.

Según estudios recientes del Banco Interamericano de Desarrollo —BID—, la participación de la mujer en el ciclismo urbano, ahora en su momento de más auge en nuestro continente, sigue siendo minoritaria, y no supera el 30 % del total de los trayectos en este vehículo. La división de roles en la familia, el trabajo y la comunidad es el primer limitante en la movilidad de la mujer y en el uso de la bicicleta como medio de transporte.

El trabajo, sumado a una fuerte carga de labores domésticas y cuidado de familiares, genera patrones de viaje más complejos: mayor número de viajes que los hombres, rutas más dispersas y en varias ocasiones del día. En general, las mujeres transitan un rango menor de distancia y escogen trabajos más cerca de sus hogares (muchas veces peor pagados), para poder cumplir con todas sus responsabilidades.

”La participación de la mujer en el ciclismo urbano sigue siendo minoritaria, y no supera el 30% del total de los trayectos en este vehículo”.

    

Otras variantes importantes son el menor uso de automóviles particulares, el alto número de recorridos a pie y mayor dependencia del transporte público.

Este último factor es particularmente problemático. Por ejemplo, en una encuesta realizada en 16 grandes ciudades del mundo, tres capitales latinoamericanas (Ciudad de México, Bogotá y Lima, en ese orden) han sido calificadas como las que cuentan con los sistemas de transporte público más peligrosos para mujeres, según la investigación del BID.

En Bogotá, un 64 % de las usuarias de transporte público ha sido objeto de algún tipo de acoso sexual mientras viaja, y cada tres días una mujer resulta herida de gravedad en el transporte público, según estudios publicados por El Tiempo

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Cambiar el destino sobre ruedas

Ángela Sánchez Restrepo, trabajadora social, recuerda la época en que fue guardián de la Ciclovía, y cómo le impactó notar que, al ojo, menos de un tercio de las personas que usaban este espacio eran mujeres. Desde ese momento se propuso formar su propio colectivo para aumentar el número de mujeres ciclistas, y así nació Curvas en Bici - Bogotá.

Este grupo recibe mujeres de los 19 a los 59 años para prepararse en acondicionamiento físico, talleres de mecánica básica, cicloexperiencias, recorridos por la ciudad y otros intercambios, con el ánimo de darles herramientas y seguridad a quienes quieren convertirse en ciclistas urbanas. “Hay mujeres que buscan la bici tras una relación rota o una historia de vida muy fuerte. Poco a poco se vuelven personas independientes desde su propia movilidad”.

Según Ángela, Curvas en Bici y otras agrupaciones similares funcionan como una red de apoyo. “Tenemos grupos de Facebook, Whatsapp y otros medios donde compartimos información sobre rutas, puntos de riesgo en los barrios, dónde comprar accesorios, qué procedimientos seguir en caso de hurto o accidente. Al tener datos como estos a la mano es más fácil enfrentar retos que quizá antes veías muy lejos”.

Las Damas de la Bici, BiciActiva, Monitas en Bici, Paradas en Pedales, las Ciclodélicas, Las Cleteras, Rueda como Niña, Nosotras Pedaleamos y Bike Girls son algunos de los colectivos con presencia en redes sociales que las mujeres pueden contactar, entrar a formar parte de la comunidad ciclista femenina y disfrutar de sus ventajas.

”Nunca es tarde para empezar a movilizarse en bicicleta. Es muy rico que las mujeres estén activas, saludables, conozcan su ciudad y se adueñen del espacio público”.

    

Requisitos básicos para empezar a rodar

Para Vanessa Vargas, socióloga y ciclista, el miedo es uno de los grandes frenos: “Las mujeres somos más precavidas por naturaleza. Además, en nuestros países, con altos porcentajes de madres solteras, cabeza de familia, muchas prefieren no ponerse en peligro”.

El acoso callejero es otro impedimento. Para una mujer que aún no tiene bien desarrollada la maniobrabilidad sobre dos ruedas, un piropo o un lance agresivo pueden ser distracciones perturbadoras. Sin embargo, los colectivos ciclistas también han servido de apoyo para asesoramiento legal y hasta entrenamiento en técnicas de autodefensa.

Pese a los obstáculos, tenemos suficiente para intentarlo. Esto es lo básico para empezar a rodar:

  • Una bicicleta en buen estado mecánico que se ajuste al tamaño de la usuaria.

  • Casco, luces, accesorios reflectivos para estar siempre visible. Llevar esto último siempre en la cartera, en caso de tener que manejar cuando ya ha oscurecido.

  • Voluntad y perseverancia. No hay grandes exigencias físicas, el rendimiento y la fuerza muscular se adquieren poco a poco.

  • Practicar acompañada de alguien con experiencia una ruta de uso frecuente y en el horario habitual. Por ejemplo, de la casa a la oficina o hacia la universidad.

  • Elegir rutas seguras, con menos tráfico, concurridas, bien iluminadas.

  • Antes de salir, tener una idea de dónde va a parquear la bici, cómo va a cargar y descargar el equipaje.

  • Llevar un candado o cadena de seguridad siempre.

  • Unirse a algún colectivo. Rodar “en manada” es una de las mejores formas de desarrollar seguridad al volante.

  • Aprender reparaciones mecánicas básicas como despinchar una llanta o ajustar los frenos.

¿Por qué es genial ser una ciclista urbana?

La ciudad se ve desde una perspectiva completamente diferente por la velocidad de la bici y la flexibilidad al elegir o alterar las rutas. Además tiene otras ventajas:

  • Autonomía e independencia en la movilidad: “Yo decido cuándo llego y cuándo me voy”.

  • Es un modo altamente económico que puede aliviar en gran medida los gastos en transporte.

  • Es posible combinar otros tipos de movilidad con la bicicleta. Pasar de ciclista a peatón en un instante, subir la bici al metro (en el caso de Medellín), dejarla guardada en los parqueaderos de Transmilenio y tomar este transporte, etc.

  • Se mejora la condición física, se tonifican los músculos y se baja de peso.

  • La química cerebral cambia. Como en cualquier otra actividad física, segregamos endorfinas y otras sustancias que producen sensación de bienestar.

Aumenta la seguridad y autoestima

Ángela Sánchez , la ex guardián de la Ciclovía, asegura desde su experiencia que la bicicleta ayuda a las personas a ser felices, y quiere que esta felicidad se expanda: “Nunca es tarde para empezar a movilizarse en bicicleta. Es muy rico que las mujeres estén activas, saludables, conozcan su ciudad y se adueñen del espacio público. Mientras más mujeres ocupen el espacio público más seguridad habrá, no solo para ellas sino para todos. La invitación es a que salgamos a la calle, porque la calle es nuestra. Y el mundo también es para nosotras”  

*Periodista. Realizadora audiovisal. 

 

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