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crisis de los 40

Si no es ahora, ¿cuándo?

Ilustración
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Érase una vez mi existencia feliz, hasta que un totazo emocional me dejó perdida. Pero aquí estoy: de pie otra vez y dispuesta a darlo todo en este copioso camino que es la vida.

La verdad es que he tenido una vida bonita, buena, rodeada de amor y buena energía. 

Cuando tenía 14 años mi mamá murió en un accidente de auto y me tocó madurar de manera instantánea. Empecé a combinar mi adolescencia, amigos y noviecitos, con la responsabilidad de cuidar mi casa y preocuparme por el bienestar de mi familia. Aprendí a que tenía que tomar decisiones pequeñas, medianas y grandes, que había que actuar sí o sí, sin darle largas a nada. Yo decidía el menú para el almuerzo de mi familia todos los días, yo hasta sugería en qué colegio deberíamos estar estudiando mi hermana y yo. 

Fue duro, sí. Pero también me trajo aprendizajes increíbles y creo que hoy soy la que soy por esta experiencia tan determinante en mi historia.

Me fue bien en la universidad y comencé a trabajar desde muy joven. Me enamoré perdidamente y me fui a vivir con el hombre de mi vida. Fui exitosa en los proyectos que emprendí y logré hacer muchos sueños realidad. Me convencí de que si uno quiere algo, solo hay que trabajar por ello… y ¡zaz! se alcanza. No de una manera mágica, sino con mucho trabajo y dedicación. Pero se alcanza.

Muy jovencita fundé mi propia empresa de producción audiovisual y logré independencia y autonomía. Aquí hago proyectos diferentes que me han permitido ver un mundo amplio y diverso: gente, culturas y experiencias de todo tipo. Con mi emprendimiento genero trabajo, viajo, conozco. Soy feliz. 

Hasta que fui feliz.

El hombre de mi vida decidió irse de nuestra vida de una manera intempestiva. “Que los ciclos de la vida, que la crisis de los 40, que el amor estaba ahora en otro lugar”. Y me morí. Nunca había sentido un dolor tan profundo como el que sentí. Me encontré perdida totalmente. Fue horrible.

Sí. Viví la muerte de mi madre muy chica, pero el dolor es diferente porque esa fue una pérdida en la que una fuerza mayor decidió separarnos. Sé que los corazones partidos hacen parte de la vida de todos los seres humanos y al final de cuentas todo esto viene siendo aprendizaje. Pero igual, cuando es tu corazón el que se rompe, es terrible.

De hecho… cuando te pones a pensar en las realidades que has visto, que otros han vivido, sufrido y soportado, tus problemas parecen tomar el tamaño justo que tienen, que es muy pequeño, ante las vicisitudes de la pobreza, la injusticia y la violencia de un mundo tan inclemente. Pero igual: tus dolores son los tuyos y son importantes.

En fin. Me morí, pero como era de esperarse, sobreviví. El amor de la familia y de los amigos, ayuda. Estar ocupado, ayuda. Las terapias, ayudan. Se aprende que se puede seguir adelante y se hace. Y luego, se abre un nuevo capítulo en tu vida que puede ser tan grande y ambicioso como tú quieras.

Me morí, pero como era de esperarse, sobreviví. El amor de la familia y de los amigos, ayuda. Estar ocupado, ayuda. Las terapias, ayudan.

La vida tiene una especie de orden lógico para ser y hacer. Naces, creces, te reproduces y mueres. Hay un momento para enamorarte, para tener o no tener hijos, para desarrollarte como un ser productivo e intelectual, para disfrutar y “loquear”, y luego para encontrar la calma, pensionarte y “retirarte de los escenarios”. Más o menos es eso. Pero, cuando hay una alteración de ese orden, se genera angustia e incertidumbre.

Recuerdo perfectamente cuándo le conté a una amiga de mi divorcio y ella me dijo: “¡No puede ser! ¿A estas alturas del partido?” Y va uno a ver y yo estaba pensando lo mismo: “A mis cuarenta y tantos, ¿volver a comenzar?... en la vida, en el amor ¿será posible?”. 

Pues la respuesta fue clara y contundente: ¡claro que sí, no hay otra opción!

Realmente el concepto no es “volver a comenzar”, porque lo que he vivido ha sido bonito, me ha llenado de historias, de ideas, de experiencias, de amor. Me ha dado herramientas para seguir viviendo con mayor conocimiento de causa y eso es maravilloso. No estaba en cero. Lo que estaba pasando era (y sigue siendo) una nueva oportunidad para retomar las riendas de mi vida y recorrer otros caminos que me seguirán nutriendo y ofreciendo felicidad. 

He seguido con lo mío, pero mejor. Priorizo lo que quiero hacer, desde mi cabeza y mi corazón… y he encontrado oro. Con seguridad hoy digo que los ciclos de la vida son los tuyos y puedes hacer lo que quieras, cuando quieras. Y puedes (y debes) seguir viajando, gozando y bailando hasta el amanecer. Y puedes (y debes) seguir emprendiendo proyectos imposibles y buscando una vida llena de aventuras, si así lo quieres.

Recientemente decidí que voy a tener dos vidas: una en Colombia y una en México. Voy a comenzar una nueva empresa. Voy a hacer más proyectos en los dos países. Voy a pasar rebién en las dos partes. ¡Y ya! Decidí eso. En esas estoy: Saqué tooooodos los ahorros que tenía y me compré un apartamento en Ciudad de México. Lo arreglé, lo puse bonito y desde aquí estoy escribiendo estas palabras.

Confieso que a ratos me pregunto: ¿Estoy loca? ¿No debería ir bajándole a las revoluciones de mi motor? ¿No debería tomarme todo con más calma y prudencia? ¿Tengo la energía suficiente para hacer todo lo que me propongo hacer? Claro, a veces da miedo, a veces uno se siente cansado, a veces todo se pone en duda… pero creo que vale la pena, ¡es mi vida! Si no es ahora ¿cuándo es?

Además, no hay nada que perder. Siempre es posible caerse y poder levantarse otra vez. Siempre existe el riesgo de apostar y ganar también. 

Si abres los ojos te das cuenta que esa es la ruta a transitar. El mundo está lleno de soñadores que no pierden la fe; que tienen sus apuestas en sus hijos, en un negocio familiar, en una canción mil veces ensayada o en esa película tan difícil de hacer. Son tus impulsos de vida los que te mantienen vivo.

No soy una oradora motivacional ni escribo frases poéticas en Instagram, pero hablo desde mi experiencia y creo que todo se puede. Siempre se puede.

Liliana Andrade

Es periodista, directora y productora audiovisual. Amante de los viajes, la música y la fotografía. Todo lo organiza en Excel y le encanta hacer listas de propósitos, ideas y pendientes en Post-its. Sus proyectos más apasionados son Velouria, Dinamita y RPM Records.