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Bienestar Colsanitas

Parque Nacional Tayrona, fuente de bienestar

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Uno de los mayores retos de esta área protegida es resguardar los sitios sagrados y los cuatro pueblos indígenas que la cogobiernan, en armonía con su vocación ecoturística

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na vez esté en la Troncal del Caribe, a 30 minutos de Santa Marta, el primer chorro de vitamina natural llegará a su organismo mientras camina los cuatro kilómetros que separan la entrada del Parque Nacional Natural Tayrona del inicio del sendero. Enseguida, el corazón bombea sangre a mayor velocidad, la frente se humedece y las hormonas empiezan a generar una sensación placentera. Adiós estrés.

Le serán muy útiles unos zapatos cómodos, ropa fresca, agua abundante y las sustancias químicas que genera el organismo cuando entra en contacto con el entorno natural, porque la travesía es físicamente exigente. Pero agradecerá haber hecho el esfuerzo, cuando empiece a ver el espectáculo de tonalidades azules que compiten entre sí y se encuentre con unas rocas inmensas que parecen pintadas. Ahí es cuando la vitamina N se mete por los ojos y una energía increíble impulsa a seguir la caminata que puede durar unas tres horas. Es inevitable dar las gracias al universo por estos regalos.

Si va muy atento, es posible que encuentre en el camino lagartijas de cola azul, monos aulladores, ardillas, zarigüeyas, tigrillos, osos y culebras. Casi nunca están tan cerca como para asustar a los visitantes pero sí lo suficiente como para escucharlos y, a veces, verlos. La recomendación es andar con cuidado. Y si sabe algo de aves, es un lugar ideal para hacer avistamiento, porque muchas especies endémicas y migratorias aprovechan este bosque para alimentarse y descansar, incluidas el cóndor andino y el águila blanca.

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La cifra
El PNN Tayrona tiene una extensión de 15.000 hectáreas, 3.000 de las cuales son terrestres, el resto son acuáticas.

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Para ser partícipe de esta experiencia ecoturística debe llegar antes de las 7:00 de la mañana a la entrada del sector El Zaino, que es la más utilizada por turistas nacionales y extranjeros, ubicada en la carretera que conecta a Santa Marta con el extremo Norte del país. El valor de la entrada es de 29.000 pesos, si es colombiano o extranjero residente, y 64.500 pesos, si es un visitante internacional. A eso hay que sumarle el costo del seguro médico obligatorio que es de 5.000 pesos por persona por día, y el costo del parqueadero en caso de que lo necesite, por 24.500. Desde hace unos años rige una política para impulsar el turismo local, y por eso los samarios pagan la mitad del precio, siempre y cuando lo demuestren con el lugar de expedición de su cédula.

En varios tramos del recorrido hay caminerías de madera, troncos alineados encima de los charcos y quebradas con improvisadas hileras de piedras. Así que con buen equilibrio llegará al destino con los zapatos secos, siempre que no llueva, por supuesto. En algunos sectores hay cintas de seguridad amarillas para advertir la restricción del acceso. Son por su seguridad.

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Debe caminar durante unas tres horas para recorrer los 14 kilómetros que separan la entrada de El Zaino del Cabo San Juan.

Tenga en cuenta que debe caminar durante unas tres horas para recorrer los 14 kilómetros que separan la entrada de El Zaino del Cabo San Juan, la zona donde está la mayoría de los servicios: camping, restaurantes, baños y hamacas. La vista es sorprendente. Y en esa ruta encontrará varios balnearios de aguas cristalinas, arena fina y peces que puede fisgonear con caretas o lentes acuáticos. En la playa conocida como La Piscina, los peces loro están tan cerca de la orilla que ni siquiera es necesario saber nadar para disfrutar del festín de colores que se forma debajo del agua.

En Parques Nacionales Naturales de Colombia han entendido que la sostenibilidad de las áreas protegidas con vocación turística, como es el caso del Parque Tayrona, implica que los visitantes valoren el bienestar que genera estar en contacto con los ecosistemas: “Es ir más allá del baño en la playa. Es apreciar el entorno, el paisaje, la calidad del aire, la fauna, el agua limpia y fresca, la fruta que puedes coger del árbol. Es darse cuenta de la dicha de recibir el baño de sol y salitre, la caminata tranquila, la brisa en la cara. Se trata de acoger de manera distinta el placer de estar en ese territorio y, en la medida en que reconoces ese beneficio, lo agradeces y te vuelves un visitante colaborador. Ser consciente de que lo que estamos cuidando en el área protegida es la vida”, dice Jeferson Rojas, jefe del PNN Tayrona.

Por eso cuando visite el Parque Tayrona no puede ingresar con bebidas alcohólicas ni equipos de sonido, armas de fuego, tampoco puede llevar mascotas, ni portar empaques de icopor o cubiertos desechables. Está prohibido capturar animales silvestres, arrojar colillas de cigarros o hacer fogatas. Todas estas restricciones buscan evitar accidentes que pongan en riesgo los frágiles ecosistemas del parque y la seguridad personal.

“Lo que pretendemos es que el visitante venga a re-crearse, volver a su esencia, a reconocer lo verdaderamente valioso de su entorno. Queremos que la gente se encuentre en este territorio, lo valore y lo respete. Hacia allá vamos”, insiste Rojas.

También apoya esta idea Carlos Mario Tamayo, subdirector de Sostenibilidad y Negocios Ambientales de PNN, quien agrega que está comprobado que estar en el bosque, las montañas, un lago o la playa, mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y las preocupaciones, calma la agresividad y fortalece el sistema inmunológico. Entonces, resalta que ahí están los parques naturales de Colombia, para que la gente vaya y se sienta mejor.

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“Lo que pretendemos es que el visitante venga a re-crearse, volver a su esencia, a reconocer lo verdaderamente valioso de su entorno".

Gobernanza compartida

Durante el año 2021 fueron programados tres cierres temporales de la actividad turística del Parque Tayrona, tras un acuerdo entre las autoridades de Parques Nacionales y las de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta: koguis, wiwas, arhuacos y kankuamos. Los dos primeros fueron del 1 al 15 de febrero y del 1 al 15 de junio. El tercer cierre está programado desde el 19 de octubre al 2 de noviembre. Esta medida tiene por objeto darle un respiro a la biodiversidad, permitir la regeneración de los ecosistemas del área y facilitar que los pueblos nativos realicen sus rituales sagrados de purificación.

Rojas cita a Arregocés Conchacala, gobernador tradicional, quien dice que esos 45 días son la inversión que tenemos que hacer los seres humanos para el mantenimiento del territorio, pues con ello se alarga la vida. A ese tiempo de receso lo han llamado Tayrona Respira, y este es el tercer año consecutivo en cumplirse.

Hasta 2019, el Parque recibía unos 450.000 visitantes al año, de los cuales el 45 % eran extranjeros. Esa relación ahora ha cambiado porque con la pandemia ha bajado la población de turistas internacionales, y los colombianos están visitando más sus parques. También cambió la capacidad de carga: antes de la pandemia el Parque recibía 6.500 visitantes en un día y ahora esa capacidad se redujo a un poco más de la mitad, exactamente 3.535 personas por día.

Los cierres periódicos del Parque son una de las medidas más controversiales contempladas en el Plan de Manejo de la Sierra Nevada de Santa Marta y el Parque Tayrona, elaborado con la participación de los técnicos y científicos de Parques Nacionales, junto con las autoridades tradicionales de los pueblos indígenas. Este Plan es un punto de equilibrio entre los intereses culturales, ambientales y económicos que defienden las partes involucradas.

“Los pueblos nativos nos han enseñado que cuidar el territorio es cuidarnos a nosotros mismos. Y dar crédito a esa sabiduría ancestral es lo que nos ha permitido consolidar un instrumento de planificación para el cuidado, protección, conservación, interpretación, uso y administración de esas áreas protegidas”, enfatiza el jefe del PNN Tayrona.

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Hasta 2019, el Parque recibía unos 450.000 visitantes al año, de los cuales el 45 % eran extranjeros.

Impacto económico

Son 24 asociaciones de comerciantes las que hacen vida en el Tayrona, y del negocio dependen, directa e indirectamente, unas mil familias. Ahí se cuenta a los arrieros que ofrecen el servicio de caballos desde El Zaino hasta Cabo San Juan, por una ruta exclusiva para los equinos, a un costo de 20.000 pesos por trayecto. La actividad del Parque también es sustento para el personal de los ecohoteles, restaurantes, escuelas de buceo, guías turísticos, transportistas, campamentos y vendedores.

Para facilitar la compra anticipada de la boletería para acceder al Parque, el comité técnico, en el que participan autoridades civiles e indígenas, trabaja en la definición de parámetros para concesionar la administración de la plataforma tecnológica que permita programar las visitas y reservar los cupos con antelación.

*Periodista, investigadora y profesora universitaria.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.