El kintsugi es el arte japonés de reparar objetos rotos con oro. Para mí, se convirtió en una metáfora: la forma de reconstruir el vínculo con mi papá. Entre motores, viajes por carretera y silencios compartidos, logramos restaurar algo que parecía perdido.

El kintsugi es el arte de reparar objetos rotos y es la herramienta que encontré para acercarme de nuevo a mi papá.

Hay un recuerdo que no puedo borrar de mi memoria: mis padres y yo viajando por las carreteras de la costa Caribe, en moto. Yo en la mitad de los dos.

Mi padre era mi héroe cuando yo era un niño. Pero dejó de serlo durante mi adolescencia.

Nos alejamos, se enfriaron las emociones y perdimos el juego.

Cuando tuve mi primera moto, vi el momento de acercarme. Por fin compartíamos algo, después de muchos años.

Antes y después de cada uno de mis viajes por carretera, llego a casa, para que juntos arreglemos la moto. Engrasamos y apretamos piezas.
Mientras reparamos las partes destrozadas de la moto, hablamos sobre el camino, lo que pude ver, las esquinas que recorrí. Él se sorprende al ver que cada vez voy más lejos. Hemos aprendido a reconstruir el respeto y el cariño del uno con el otro.

La noche anterior a mi viaje hacia Barranquilla me preguntó: ¿qué necesidad de ir en la moto?
No supe responder en ese momento, pero hoy lo sé:
volver a la infancia, atesorar ese recuerdo de cuando éramos amigos y viajábamos juntos.


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