¿El Parkinson solo afecta a adultos mayores? ¿Todos los pacientes tienen temblores? ¿Es una enfermedad hereditaria? Aclaramos algunas de las creencias más frecuentes sobre esta condición neurodegenerativa, que hoy puede tratarse con medicamentos y tecnología avanzada.
El Parkinson es un trastorno neurológico progresivo que afecta el control del movimiento y compromete la calidad de vida. Según cifras de la Universidad El Bosque, entre 2015 y 2020 se registraron 53.387 nuevos casos en Colombia: el 50,6 % en mujeres y el 49,4 % en hombres. Aunque el síntoma más conocido es el temblor, reducir la enfermedad a esa única manifestación es simplificar una condición mucho más compleja.También es común pensar que se presenta solo en adultos mayores, que siempre se hereda o que no existen formas efectivas de tratarla. Estas creencias no solo son falsas, sino que pueden retrasar el diagnóstico y generar temores innecesarios. “El gran problema con el Parkinson es que la mayoría de personas lo asocia solamente con temblor, pero hay formas de la enfermedad que no presentan este síntoma. Eso retrasa el diagnóstico porque muchos pacientes piensan que, como no tiemblan, no tienen la enfermedad”, explica el doctor Juan Carlos Benedetti, neurocirujano especialista en Parkinson.
Síntomas motores y no motores
El diagnóstico del Parkinson es clínico, es decir, se basa en la evaluación médica de los signos y síntomas, sin una prueba única que lo confirme. Los síntomas motores más comunes incluyen lentitud de movimiento, rigidez muscular, pérdida del equilibrio y alteraciones en la marcha y la postura. Sin embargo, también existen síntomas no motores —como fatiga, ansiedad, depresión, alteraciones del sueño o pérdida del olfato— que pueden aparecer incluso antes de los motores y llegar a ser más incapacitantes.“Es clave que los médicos y los pacientes aprendan a reconocer estos síntomas tempranos. Un diagnóstico oportuno mejora mucho el pronóstico de la condición”, dice Benedetti.
Aunque a nivel mundial hay mayor prevalencia en hombres, en Colombia el diagnóstico es más frecuente en mujeres. Esto puede deberse no solo a factores biológicos, sino también a que los síntomas emocionales —como la ansiedad o la depresión— tienden a predominar en ellas y a confundirse con otras condiciones. En las mujeres tienden a predominar síntomas emocionales como la ansiedad y la depresión, que pueden ser subestimados o atribuidos erróneamente a otras condiciones, lo cual retrasa el diagnóstico.
¿Cuál es el origen del Parkinson?

Aunque se suele asociar con la vejez, esta condición también puede aparecer en personas más jóvenes. Cuando ocurre antes de los 50 años se denomina Parkinson de inicio temprano. Estos casos pueden tener una carga genética mayor, aunque en general, la mayoría de los diagnósticos no son hereditarios. Según el doctor Benedetti, “ entre el 5 % y 10 % de los casos hay un componente genético, lo que justifica la importancia de indagar en el historial familiar. Sin embargo, aún cuando no existan antecedentes, una persona puede desarrollar la enfermedad pues no es exclusivamente hereditaria”.
Respecto a las causas de este trastorno, todavía no se conoce con certeza qué lo origina. Aunque sigue en estudio, algunas investigaciones recientes han propuesto que el Parkinson podría comenzar fuera del cerebro, en zonas como el sistema digestivo o incluso el corazón, y luego extenderse al sistema nervioso. Estas teorías sugieren que ciertas infecciones podrían actuar como detonantes. También se han identificado señales tempranas que podrían anticipar la aparición de la enfermedad, como la pérdida del olfato, la ansiedad o la depresión, posiblemente relacionadas con cambios progresivos en la química del cerebro.

Tratamientos disponibles para mejorar la calidad de vida
Aunque no tiene cura, el Parkinson sí cuenta con tratamientos eficaces para mejorar significativamente la calidad de vida. En las primeras etapas se utilizan medicamentos como la levodopa o los agonistas dopaminérgicos, que ayudan a restablecer el equilibrio de dopamina en el cerebro. Otros fármacos pueden complementar el tratamiento y prolongar su efecto. Siempre debe ser personalizado y guiado por un especialista en neurología.

“Lo que buscamos es que el paciente tenga la mejor funcionalidad posible. No hablamos de curar, pero sí de que pueda tener calidad de vida. Hay pacientes que con medicamentos adecuados y una rutina saludable pueden llevar una vida bastante normal durante muchos años”, señala Benedetti. Cuando los medicamentos dejan de funcionar de forma adecuada o generan efectos secundarios graves, se puede considerar la estimulación cerebral profunda (ECP). Este procedimiento quirúrgico consiste en implantar electrodos en zonas específicas del cerebro, conectados a un dispositivo que regula la actividad eléctrica cerebral. Actúa como un marcapasos cerebral.
“Hay criterios muy claros para definir a qué pacientes se les puede hacer estimulación cerebral profunda ya que no es viable en todos los casos. Sin embargo, en los pacientes adecuados, puede transformar su relación con la enfermedad: se reducen los síntomas motores, se baja la dosis de medicamentos y mejoran el sueño, el estado de ánimo y la independencia”, indica Benedetti. Para determinar la viabilidad de esta cirugía se requiere una evaluación multidisciplinaria desde neurología, neurocirugía, neuropsicología y psiquiatría. El procedimiento no detiene el curso de la enfermedad, pero puede mejorar considerablemente la calidad de vida por varios años.
Encontrar nuevas alternativas terapéuticas que mejoren la calidad de vida de las personas con Parkinson es una prioridad para muchos especialistas. René Varela, líder del departamento de Neurocirugía de la Clínica Sebastián de Belalcázar de Colsanitas, resalta la relevancia de la investigación en este ámbito: "Estamos desarrollando avances en investigación, como dispositivos direccionales y estudios bioquímicos, con el objetivo de mejorar la efectividad y comprensión de la cirugía para movimientos involuntarios, y así seguir ofreciendo bienestar a nuestros pacientes". Estos esfuerzos se centran en perfeccionar técnicas como la estimulación cerebral profunda, buscando ofrecer una atención más personalizada e innovadora.
Mitos y realidades del Parkinson: lo que debe saber
A pesar de los avances en la comprensión del Parkinson, persisten ideas erróneas que dificultan un diagnóstico temprano y generan estigmas alrededor de quienes viven con esta condición. Por eso, junto al doctor Juan Carlos Benedetti, neurocirujano especializado en Parkinson, aclaramos algunos de los mitos más comunes.
Mito: el Parkinson solo se da en adultos mayores.
Realidad: Aunque es más común a partir de los 60 años, también puede aparecer antes de los 50, en lo que se denomina Parkinson de inicio temprano. Limitar su aparición solo a personas mayores puede retrasar el diagnóstico en pacientes jóvenes.
Mito: todos los pacientes con Parkinson tienen temblores.
Realidad: No todas las personas con Parkinson presentan temblores. Algunos desarrollan rigidez muscular, lentitud de movimientos, alteraciones en la marcha o problemas posturales sin presentar temblores evidentes. Esta diversidad de síntomas puede hacer que la enfermedad pase desapercibida en etapas iniciales.
Mito: el Parkinson es una enfermedad exclusivamente hereditario.
Realidad: La mayoría de los casos no tienen un componente genético identificable. Solo entre un 5 % y 10 % de los pacientes tienen antecedentes familiares directos. Esto significa que no tener historia familiar no excluye la posibilidad de padecer la enfermedad.
Mito: no hay cura ni tratamiento posible.
Realidad: Aunque no existe una cura definitiva, sí hay tratamientos que permiten controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Estos incluyen medicamentos, intervenciones quirúrgicas como la estimulación cerebral profunda (ECP), fisioterapia, terapia ocupacional y apoyo psicológico.
Mito: la estimulación cerebral profunda (ECP) es experimental o muy riesgosa.
Realidad: La estimulación cerebral profunda es una técnica validada con décadas de uso, indicada para pacientes que ya no responden bien a los medicamentos. En aquellos que cumplen con los criterios, esta cirugía puede reducir los síntomas motores, mejorar el estado de ánimo y permitir una mayor autonomía.
Mito: una vez se diagnostica Parkinson, ya no hay mucho por hacer.
Realidad: El tratamiento del Parkinson es dinámico y debe adaptarse con el tiempo. Un buen abordaje incluye seguimiento neurológico, actividad física y apoyo emocional para el paciente y su familia. La atención integral puede marcar una gran diferencia en el pronóstico.

El valor del acompañamiento y la información confiable
En un contexto donde abunda la información médica en redes sociales, es fundamental acudir a fuentes confiables. “El diagnóstico, las dudas y el tratamiento de Parkinson no se hacen por internet. Consultar con un neurólogo calificado y buscar información en centros médicos, universidades o asociaciones científicas es lo más responsable para tener información de calidad sobre esta condición”, explica el doctor Benedetti.
El Parkinson no afecta solo a la persona diagnosticada, sino también a su familia y entorno cercano. El abordaje debe ser integral e incluir apoyo psicológico, fisioterapia, terapia ocupacional, actividad física regular y educación continua. “La educación también es tratamiento. Un paciente informado toma mejores decisiones y se adhiere mejor al tratamiento”, concluye Benedetti. Hablar de Parkinson no es hablar solo de temblores o de adultos mayores: es abrir una conversación sobre salud, innovación médica y acompañamiento humano.


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