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Bienestar Colsanitas

Una mirada a la prevención del embarazo adolescente

Ilustración
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El embarazo adolescente es una problemática de salud pública que afecta a gran parte de la población mundial y Colombia no es la excepción.

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Según el Ministerio de Salud Nacional, una de cada cinco adolescentes entre 15 y 19 años ha estado embarazada alguna vez; de esta cifra, el 4 % está esperando su segundo hijo, aún en la adolescencia.

La gran mayoría de estos datos corresponden a embarazos no deseados donde inciden factores sociales como: el acceso a la educación, la situación económica, la ubicación urbana o rural, el acompañamiento de adultos que les brinden información clara sobre temas de sexualidad, el acceso al sistema de atención en salud, entre otras.

Efectos del embarazo adolescente

Las consecuencias son extensas y van más allá de lo individual o económico. En primer lugar, según el Ministerio de Educación Nacional, el embarazo adolescente tiene un gran impacto en la deserción escolar, pues entre el 20 y 25 % de los jóvenes optan por dejar de estudiar para ejercer su maternidad o paternidad. Esto se relaciona con el aumento de los círculos de pobreza a través de la vinculación temprana a mercados laborales informales. 

Según María Fernanda Pérez, directora de la Fundación Sueños de Lili, “el embarazo adolescente es uno de los focos de pobreza más grande del país. Es un reflejo de desigualdades sociales, económicas e incluso de la violencia de género. En Colombia diariamente 15 niñas entre los 10 y los 14 años se convierten en madres”.

Además de estas consecuencias sociales, las repercusiones en materia de salud no son mejores. El embarazo adolescente implica un alto riesgo obstétrico tanto para la madre como para el bebé, pues según la OMS, la mortalidad materna en mujeres adolescentes es de dos a cinco veces más alta que en las mujeres mayores de 21 años. 

Adicionalmente, está relacionado con afecciones como la anemia, preeclampsia, bajo peso del bebé al nacer, parto prematuro, entre otras. Sin embargo, hay otro punto fundamental a considerar y es la salud mental de los padres adolescentes, especialmente de la madre. 

Según Profamilia, las madres adolescentes tienen siete veces más riesgo de desarrollar depresión que las mujeres de esta edad que no están embarazadas. En estos casos, los factores detonantes de condiciones como la depresión o la ansiedad se dan por la situación de inestabilidad que representa el embarazo no deseado y que además trae problemas de corte económico, desconfigura proyectos de vida ya consolidados y crea tensiones familiares que normalmente están marcadas por la violencia verbal e incluso física.

Causas

Las causas del embarazo adolescente varían considerablemente según el caso y van desde la desescolarización, condiciones de desplazamiento o situaciones de conflicto, hasta índices elevados de pobreza, abuso o explotación sexual y principalmente la falta de educación sexual integral que contemple el asesoramiento en métodos anticonceptivos y en derechos sexuales y reproductivos. 

EMBARAZO ADOLESCENTE CUERPOTEXTO

Según María Fernanda Pérez, “en nuestro país existen muchas barreras para hablar de sexualidad porque hay padres, docentes y adultos que por lo general piensan que educar es incitar, y es todo lo contrario, la educación permite tomar decisiones informadas y con pleno conocimiento de las consecuencias que puede traer un embarazo adolescente”. 

Iniciativas para la prevención

Lejos de incitar a una vida sexual activa o forzar a los adolescentes a utilizar métodos anticonceptivos, la mayoría de estrategias públicas y privadas que se implementan en el país tienen el objetivo de educar de manera asertiva sobre temas de sexualidad, con el fin de que cada adolescente en su individualidad pueda tomar una decisión informada para prevenir un embarazo o una enfermedad de transmisión sexual, en caso de tener una relación sexual consensuada.

Esta es la labor de fundaciones como Fundación Sueños de Lili, cuya causa social está centrada en la prevención del embarazo adolescente y todo lo que esto implica, “desde la fundación vemos la necesidad educar a los jóvenes en materia de sexualidad, métodos anticonceptivos, proyecto de vida y derechos sexuales y reproductivos. Este es un trabajo conjunto que hacemos junto a Profamilia y la Secretaría de Salud Distrital por medio de aulas de educación sexual estratégicamente ubicadas en poblaciones vulnerables de Bogotá. Además de eso, ofrecemos acceso inmediato y gratuito a métodos anticonceptivos como el condón o el implante subdérmico”, afirma María Fernanda Pérez, directora de la Fundación. 

Adicionalmente, la Fundación Sueños de Lili unió esfuerzos con la Fundación Acción Interna, la cual lidera, defiende y visibiliza los derechos de la población carcelaria y de quienes ya fueron liberados de prisión en el país para llevar a cabo la primera Feria Rosa, un espacio para educar sobre prevención del embarazo a las hijas e hijos de personas privadas de la libertad, “en la mayoría de los casos, las niñas y niños han crecido sin la presencia de una figura materna o paterna que los pueda orientar en su proyecto de vida y en temas de educación sexual. Por eso nos parece fundamental ofrecerles acceso a educación y asesoría tanto a padres privados de la libertad como a sus hijos”, concluye Pérez.

Los esfuerzos de estas y otras estrategias que se han puesto en marcha desde el sector público y privado buscan reducir las cifras de embarazo adolescente a través de un punto fundamental: empoderar a través de la educación. Tal y como afirma Julieth Salas, beneficiaria de la Fundación Acción Interna, “seguramente si mi mamá me hubiera hablado de sexualidad y de métodos de planificación no hubiera tenido una hija a los 17 años; en este momento tengo cuatro hijos, y por mucho tiempo crecieron sin mí, debido a que yo estaba privada de la libertad. Estos espacios pedagógicos me parecen muy valiosos para que ellos reciban la educación necesaria y así no comentan los errores que yo cometí”.
 

 

*Periodista de Bienestar Colsanitas y Bacánika.

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Laura Soto Patiño

Laura Soto es periodista y redactora de Bienestar y Bacánika. Bumanguesa de nacimiento, boyacense de corazón y bogotana por adopción. Vive con su gata Morita y sus orquídeas. Romántica irremediable, le toma fotos a la comida y ama a su familia más que a nada en el mundo.