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Bienestar Colsanitas

Cirugías ortopédicas en perros y gatos

Los trastornos en huesos, articulaciones y músculos son la segunda causa de consulta en medicina veterinaria especializada en Colombia. Aquí le contamos cuáles son las lesiones que con mayor frecuencia terminan en el quirófano y cómo afrontarlas.  

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eus es un perro mestizo que llegó a nuestra familia cuando tenía cuatro meses de edad. Lo adoptamos gracias a una fundación rescatista de Bogotá. En uno de los paseos que hacíamos los domingos al Parque Simón Bolívar, emprendió una carrera a toda velocidad que me hizo soltar su correa. Tras voltear en una esquina, dejé de verlo y segundos más tarde un quejido me advirtió lo peor: había sido atropellado. 

El diagnóstico fue fractura doble cerrada de cadera. La única solución para que volviera a caminar era una cirugía ortopédica para unir los pedazos de huesos que se habían partido, poniendo una platina de un lado y un clavo de acero del otro. El presupuesto para la cirugía rondaba el millón y medio de pesos y las posibilidades de éxito estaban sobre el 80%, así que lo hicimos. La recuperación fue dolorosa y demandó mucha dedicación de nuestra parte, pero a los cinco meses ya estábamos de vuelta en el parque Simón Bolívar, juntos. Y así seguimos. 

Guillermo Forero, director del Centro Clínico Veterinario Dingo en el norte de Bogotá, cuenta que en las clínicas donde ofrecen servicio especializado de cirugía ortopédica para animales pequeños los traumatismos ocasionados por carros “son el pan nuestro de cada día”. Y dice que generalmente las lesiones son múltiples porque el cuerpo del animal, y su resistencia, es ínfima frente a la contundencia del impacto generado por un vehículo en marcha. “Por eso son tan importantes los cuidados que puedan tener los dueños para evitar que sus mascotas acaben debajo de un carro. La clave es sacarlos siempre de paseo con collar y cadena o traílla. Eso les resta libertad, pero les garantiza seguridad”, advierte. 

Las lesiones óseas y musculares accidentales también suelen ser ocasionadas por las peleas entre perros, entre gatos o entre perros y gatos. Otra causa común de los traumatismos son las caídas, que frecuentemente tienen los gatos desde sitios de más de siete metros de altura, cuando presentan el síndrome conocido como gato volador o paracaidista. En la población canina, lo usual es más bien que las caídas ocurran mientras husmean lugares desconocidos donde se encuentran desprevenidamente con un hueco o barranco.

Una visita al veterinario ortopedista

Entre los problemas más comunes que atienden los veterinarios ortopedistas en la sala de cirugías destacan las patologías de columna, la ruptura de ligamentos cruzados de rodillas, luxaciones de rótulas, las fracturas de huesos, las lesiones medulares, la fractura de mandíbula en gatos y la displasia de cadera. Y para resolver estas afecciones se recurre a la reducción abierta, el injerto óseo, el uso de placas y tornillos de osteosíntesis, agujas de Kirschner y Steinmann, dispositivos clavo-placa y tornillo-placa, clavos intramedulares, fijadores externos, cementos óseos y prótesis para reemplazos articulares.

“La pregunta más frecuente que nos hacen los dueños de mascotas es si podemos garantizarles que sus perros o sus gatos podrán caminar y tener la vida de antes del accidente. Pero la medicina no es matemática, así que no podemos asegurarlo. Lo que sí podemos hacer es poner al servicio de ese animal todos los conocimientos que tenemos y los recursos de los que se dispone en Colombia para salvarlo y devolverle la mejor calidad de vida posible. Es para lo que nos preparamos permanentemente”, comenta el veterinario Forero, quien es egresado de la Universidad Nacional con más de 30 años en el ejercicio de la profesión. 

El doctor Forero cuenta que hay casos muy retadores para los equipos multidisciplinarios que atienden estos casos de ortopedia y traumatología: “Aquí llegan perros de edad avanzada paralíticos, con lesiones fuertes en la columna, pero cuando encuentro que hay alguna posibilidad de recuperación animo a sus dueños a que lo intentemos, para que el animal sea feliz hasta el fin de sus días. Y no es solo decidir si hacer o no la cirugía: es también estar dispuestos a ayudar en la recuperación, que requiere cuidados especiales; la aplicación rigurosa de los medicamentos, la fisioterapia. Entonces, no quiero que los humanicen pero sí que los traten como lo que son, esto es, miembros de la familia”, dice Forero. 

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Las lesiones óseas y musculares accidentales también suelen ser ocasionadas por las peleas entre perros, entre gatos o entre perros y gatos.

Capacidad local

La literatura advierte que en Colombia la ortopedia veterinaria es la segunda especialidad más demandada por los dueños de mascotas, después de la dermatológica. Hay veterinarios con muy buen nivel de formación para practicar cirugías ortopédicas, puesto que se han capacitado en el área a través de cursos en el país y en el extranjero. A pesar de que la oferta académica nacional para esta especialización es limitada y a costos muy elevados, hay excelentes referencias sobre los procedimientos realizados en el país.

Samuel Burbano, médico veterinario también egresado de la Universidad Nacional de Colombia, y propietario de la Clínica Dog Sano ubicada al Sur de Bogotá, advierte que hay que ser muy cuidadosos en la escogencia del profesional que realizará una cirugía ortopédica a sus mascotas. ¿Cómo hacerlo? “La mejor manera es dejar en un segundo plano lo referido a los costos y enfocarse en la experiencia, la formación y las referencias personales que se puedan obtener del médico. En estos tiempos de redes sociales e internet es muy fácil encontrar testimonios previos que les orienten”, comenta. 

Para resolver problemas de tipo ortopédico será necesario someter al animal a pruebas diagnósticas, con el fin de tomar las mejores decisiones. En ese sentido, las clínicas que ofrecen el servicio de cirugía disponen de equipos digitales modernos para realizar resonancias magnéticas, tomografías computarizadas, ecografías y, algunas, aparatos para cirugías artroscópicas de mínima invasión. Muchas veces una simple radiografía puede dar luces suficientes sobre lo que hay que hacer. 

“El examen clínico puede ayudar en un 80 % para detectar el sitio de la lesión y las opciones de solución que tenemos. También serán determinantes la edad del perro o el gato, la raza, el sexo, enfermedades preexistentes y las condiciones músculo-esqueléticas previas, que podemos obtener de la entrevista con los dueños. Pero la profundidad del daño sólo se puede verificar con la ayuda de radiografías, imágenes y pruebas de laboratorio”, precisa Forero.

El tema del costo

Con respecto a los costos, en una clínica veterinaria en Bogotá, una resonancia magnética de pelvis o de tórax cuesta entre 800.000 y 1.000.000 de pesos; una tomografía axial computarizada (TAC) oscila entre 450 y 700.000 pesos; una ecografía, desde 100.000 pesos, y una placa de rayos x alrededor de 70.000 pesos. En cuanto a los precios de las intervenciones quirúrgicas, los veterinarios no se aventuran a dar presupuestos sin conocer las especificaciones de cada caso. 

Los médicos consultados para este artículo coinciden en que siempre que el dueño de la mascota tenga la voluntad de regalarle una oportunidad a su perro o gato, encontrará opciones para que lo atiendan. Si no dispone de los recursos económicos podrá buscar el apoyo de grupos defensores de los derechos de los animales, clínicas que tienen políticas solidarias para apoyar casos sociales, veterinarios que ofrecen pagos a plazos, fundaciones que subsidian gastos médicos de mascotas, entes gubernamentales con programas para atender animales. Es decir, cuando hay un dueño empeñado y comprometido también encontrará una sociedad solidaria que le ayude a darle una vida digna a su mascota.

 

 *Periodista, investigadora y profesora universitaria.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.