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Bienestar Colsanitas

Los mil y un detalles de Quinta Camacho

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Un caminante incansable propone varios recorridos por uno de los barrios más tradicionales de Bogotá. Lo mejor es perderse entre sus calles para descubrir la arquitectura, los antejardines y la vida cultural que lo caracteriza.

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E

l ladrillo a la vista es tal vez la marca más reconocida de la arquitectura bogotana. Y Quinta Camacho es un barrio que conserva notables ejemplos de su evolución. Desde las casas estilo Tudor de los años 30 hasta edificios construidos a partir de los 70.

El nombre del barrio se debe a Enrique Camacho, quien a comienzos del pasado siglo compró 20 fanegadas de tierra al norte del caserío de Chapinero, y allí construyó su quinta. Cuando terminaban los años 30 su familia vendió los terrenos y así nació el barrio. Al ser declarado bien de interés patrimonial en 2000, Quinta Camacho pudo conservar gran parte de su esencia.

Ya no es el barrio residencial de hace 50 años, sino un sector muy activo en el que sus habitantes conviven con quienes trabajan y visitan sus bancos, oficinas, notarías, centros educativos y médicos, almacenes de moda y diseño, restaurantes de todo tipo (desde corrientazos hasta cocina de autor) y muchos bares. Es un sector con una gran actividad cultural, con teatros y auditorios como el Nacional, R-101, Matik Matik y Ástor Plaza; galerías de arte como NueveochentaCasas Riegner, Casacano y Deimos; centros culturales como el museo Casa Lleras, la librería Wilborada 1047, el Colombo-Chino y la Cámara de Comercio.

 MapaCUERPOTEXTO

Quinta Camacho ocupa unas 30 manzanas de diversa forma y tamaño, ubicadas entre las calles 67 y 72 y la carrera Séptima y la Avenida Caracas. En este espacio conviven sectores muy distintos. La muy institucional y bancaria calle 72, con sus varios edificios de gran altura contrasta con las tranquilas calles del extremo opuesto.

Proponer un recorrido no es muy sencillo pues en casi todas sus cuadras hay algún detalle que merece la pena verse y la gran mayoría de sus calles, aún las más agitadas, tienen su encanto.

Por eso, más que un recorrido con un inicio y un final, sugiero no perderse algunas de las calles del barrio.

La calle 70A, entre Caracas y 11, salvo por un par de esperpentos en la esquina de la Caracas y un edificio de apartamentos media cuadra al oriente, se destaca por sus pequeñas casas de ladrillo, idénticas casi todas, en muy buen estado de conservación, no sólo de sus fachadas sino también de sus jardines. Esa calle desemboca en la carrera 11, donde se sugiere avanzar una cuadra al sur para llegar al Parque Guillermo Marconi, donde comienza el tramo más bonito de la calle. Allí arranca la calle 70, que se caracteriza por su separador arborizado y por sus grandes casonas, aunque en el costado norte, entre la Novena y la Octava, hay algunos edificios. Esa avenida termina en la Séptima, enfrente del muy notable edificio del hotel Casa Medina, ya en el vecino barrio Emaús.

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"El nombre del barrio se debe a Enrique Camacho, quien compró 20 fanegadas de tierra en Chapinero para construir su quinta".

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Cuando se camina por la calle 70 se puede hacer un desvío por la carrera Octava, subir una cuadra por la calle 69 y regresar a la 70 por la carrera 7A, que también conservan muy bien el antiguo espíritu del barrio.

Ya en la Séptima se puede caminar hacia el sur y esto permite apreciar las dos casas contiguas que conforman la Academia Nacional de Medicina. Si se baja por la agitada calle 67, en la esquina se pueden apreciar tres casas de estilo republicano que se conservan muy bien.

Otro recorrido que lleva a sitios menos transitados arranca en la carrera 12 con calle 71. Se avanza hacia el sur y se llega a un pequeño parque entre la 70 A y la 70. Luego se sube media cuadra y allí aparece la carrera 11A, que a partir de la calle 69 se transforma en la diagonal 68, uno de los rincones que más me gustan de Bogotá. Esta vía curva, de una tranquilidad absoluta (vaya uno a saber cuál es el encanto de las calle curvas) desemboca en el parque de las Flores.

En realidad Quinta Camacho es un sitio ideal para caminar sin rumbo fijo. Ladrillo, piedra, árboles, antejardines florecidos… su magia está en los detalles que aparecen cada vez que se transita por sus calles.

El consejo

Proponer un recorrido no es sencillo pues en casi todas sus cuadras hay algún detalle para admirar.

 

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Eduardo Arias Villa

Periodista y escritor. Miembro del consejo editorial de Bienestar Colsanitas.