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Bienestar Colsanitas

Cuatro historias de agradecimiento

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Luego de atravesar por situaciones extremas en las que su salud estaba comprometida, estos cuatro usuarios de Colsanitas comparten sus experiencias.

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Parte de la familia

Eduardo Arias

Si me guío por la memoria, lo primero que me viene a la cabeza es decir que “Colsanitas me ha acompañado toda mi vida”. Exagero, por supuesto. Yo sé que en los años 80 aún no estaba afiliado. Pero lo cierto es que Colsanitas forma parte de mi vida desde hace marras. Y de muchas maneras.

De acuerdo con un certificado de afiliación que encontré entre mil papeles mi familia forma parte de Colsanitas desde el 1 de diciembre de 1989. Debo señalar que yo no escogí a Colsanitas sino que ingresé como parte de un contrato empresarial cuando trabajaba en la revista Diners. Debo decir que en los primeros años no utilicé casi sus servicios. Andaba por los 30 años, época en la que es poco frecuente ir al médico, hacerse exámenes de control (“eso pa’ qué”) y también es común a esa edad descreer de la medicina.

Que recuerde, utilicé los servicios de Colsanitas para una consulta por un dolor de espalda recurrente, radiografías y una sesión de terapias, tal vez 10. Recuerdo vagamente haber ido a urgencias en alguno de los primeros años de la década de los 90.

Cuando me trasteé al barrio La Calleja Baja en 1995 mi relación con Colsanitas cambió por completo, ya que me convertí en vecino de la clínica Reina Sofía, que está a 300 metros de mi casa. Tener clínica, consultorios, laboratorio clínico, droguería con atención de 24 horas y urgencias a cinco minutos a pie de la casa hizo que mi apego por la compañía adquiriera un carácter muy especial. Desde hace 25 años ese paisaje forma parte de mi vida cotidiana. El paso de cebra de la 127, frente a la cafetería de la clínica, es como la puerta de entrada a mi pequeño mundo de cuatro cuadras y un parque.

Eduardo Arias
Fotografía: Fernando Olaya

En 1997 tuve mi primera intervención seria. Por primera vez en mi vida me operaron, de una hernia inguinal en mi pierna derecha. Aunque dolorosa, la operación fue un éxito, aunque cinco años después, por andar yo cargando amplificadores, volví a reventarla y de nuevo al quirófano.

A partir de 2004, cuando me encontaron un soplo en el corazón, mi relación con Colsanitas dejó de ser esporádica. Mi válvula aórtica tenía un defecto congénito y tarde o temprano deberían cambiármela por una artificial. Eso significó que a partir de entonces tuve citas periódicas. Primero con el doctor Rosas, que me atendía en la clínica Shaio. Cuando él se dedicó a unas investigaciones en el terreno me remitió al doctor José Medardo Rozo Vanstrahlen, con quien llevo 15 años de ires y venires por su consultorio, el 317 de la clínica Reina Sofía. Así que Patricia Rodríguez, su asistente (Patricia a secas, para mí) también se convirtió en la persona cercana que cuadra las citas, la que casi siempre encuentra el huequito en la apretadísima agenda del doctor.

Como buen samario, el doctor Rozo tiene mucha empatía y una gran habilidad para impregnar de optimismo a sus pacientes. A cada cita debo llegar luego de haberme realizado un ecocardiograma, lo que también me ha convertido en un visitante regular de la sala de electros y ecos del primer piso de la clínica. Tras seis años de observaciones periódicas, la operación de cambio de válvula se hizo inaplazable, así que escogí finales de mayo de 2010, para poder ver en paz el Mundial de Futbol de Sudáfrica durante la convalecencia. Desde ese día quedé planillado para tomar una serie de remedios diariamente. Uno de ellos es un anticoagulante llamado Warfarina. Seguí yendo a mis citas periódicas con Rozo, quien me inscribió en el Programa de Anticoagulados. Eso me permitió entrar al dominio de las enfermeras- jefe, quienes se han encargado en los últimos nueve años de controlar cada mes cómo anda mi sangre, la tensión arterial, y de acuerdo con los resultados subirle o bajar la dosis de Warfarina. Han sido tantas, Adriana Rodríguez, Rocío Ramírez… citarlas a todas sería imposible.

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"Si hago el balance, son cinco cirugías y controles periódicos desde hace 15 o 16 años… Si eso no genera un vínculo familiar significa que yo no entiendo el concepto de familia".

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Al año volví de nuevo al quirófano. A comienzo de año el doctor Manuel Riveros me extrajo la vesícula biliar (el procedimiento recibe el nombre de colecistectomía laparoscópica), y a mitad de año me operó de una hernia inguinal, esta vez la del costado izquierdo. 

Y hace un año larguito, cuando nació mi nieta, lo primero que hice fue ir a las oficinas administrativas de la Reina Sofía para inscribirla en mi grupo familiar y, lo digo en serio, me emocionó mucho recibir un carnet a nombre de Joaquina Bermúdez Arias.

Si hago el balance, son cinco cirugías, controles y exámenes periódicos desde hace 15 o 16 años… Si eso no genera un vínculo familiar significa que yo no entiendo el concepto de familia.

En todo este tiempo he visto cómo Colsanitas ha mejorado sus instalaciones y también su servicio al usuario. Pero tal vez el cambio más notable ha sido trasladar el laboratorio clínico de la Reina Sofía (que vivía sobresaturado de gente) al segundo piso de la nueva clínica pediátrica. Otro vínculo afectivo que me une a Colsanitas es el apoyo que le han dado al tenis colombiano. Una tarea de muy bajo perfil que recién ahora, con los grandes logros de Robert Farah y Juan Sebastián Cabal, ha comenzado a trascender entre el público masivo.

Como decía al comienzo, me da gusto estar de vecino de la clínica Reina Sofía, y ahora de la Clínica Pediátrica y del clinisanitas La Calleja. Son mis vecinos con nombre y apellido. También de barrio, porque a cada rato me cruzo con las doctoras Luz Kelly Anzola y Margarita Guillén que pasean sus perros, con Juan Varela que vive por estos lados…

En este año de pandemia, de citas virtuales y controles postergados, los he echado de menos a todos. Al doctor Rozo, al doctor Oñate, a las Patricias, a Adriana, a Rocío… Me han hecho mucha falta.

Los médicos de Colsanitas me salvaron la vida

Alexandra Sarmiento

A Alexandra Sarmiento le practicaron una cirugía bariátrica y desde entonces un equipo multidisciplinario la ha acompañado para lograr sus objetivos.

“Esta es la segunda vez que los médicos de Colsanitas me salvan la vida. Y no sólo estoy agradecida infinitamente con ellos, sino motivada a seguir. Siento cada día que el esfuerzo ha valido la pena”. Son las palabras de la diseñadora de maquillaje para cine y televisión que hace poco más de un año tuvo que recurrir a la cirugía bariátrica para revertir la obesidad y salvar su vida.

“Mi problema no fue una complicación médica, sino malos hábitos alimenticios, el sedentarismo, a pesar de que en mi trabajo era muy activa, fuera del estudio de maquillaje me agotaba, sin exagerar, yendo de mi habitación al baño”, comenta Alexandra.

Alexandra Sarmiento
Fotografía: Erick Morales

Para ella, evitar la fatiga era más fácil que combatirla y esto sólo consentía el sedentarismo y empeoraba su salud tanto física como mental. Con el tiempo empezó a presentar resistencia a la insulina, manchas en la piel, sensibilidad y resequedad en varias áreas de su cuerpo. Alexandra tenía pre diabetes y apnea del sueño.

Alexandra consultó con Andrés Ospina, cirujano bariátrico de la Clínica Reina Sofía en Bogotá, quien le confirmó que la cirugía era la mejor opción. “Yo tenía varios años luchando con la obesidad, pero en ese momento toqué fondo. Cuando el doctor me dijo que podía morir por apnea del sueño y la diabetes podría avanzar, supe que era el momento del cambio y había encontrado a un médico ideal para ello, en quien confié desde el día uno”, comenta.

El 9 de septiembre de 2019 le realizaron con éxito el procedimiento que reduce el tamaño del estómago, llamado manga gástrica. A un mes de la cirugía, el doctor Ospina le recomendó comenzar a hacer ejercicio. Ella ha seguido al pie de la letra las indicaciones, no sólo con el doctor Ospina, sino con nutricionista y psiquiatra. “Gracias a ellos he podido entender y transformar mi vida en muchos aspectos, más allá de mi peso”, confiesa.

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"Gracias a ellos he podido entender y transformar mi vida en muchos aspectos, más allá de mi peso".

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“La cirugía es un regalo que nos ayuda muchísimo a cambiarlo todo, pero no es el total del proceso, es solo el 50 %, porque el otro 50 % está en nuestra cabeza: poder luchar contra esos impulsos de querer llenar vacíos con comida, porque el estómago te lo operan, pero el cerebro lo dbes entrenar tú misma”, reflexiona.

Alexandra ha bajado 33 kilos y ha recuperado su energía, su agilidad y ahora se interesa por la cocina saludable y el ejercicio: “Recuperé mi autoestima, soy más ágil y la apnea del sueño ya no es un problema, incluso el riesgo a la diabetes se fue”.

“Gracias al doctor Ospina sentí la esperanza de un cambio definitivo, porque no sólo estuvo en la cirugía, sino que él me acompaña, me escucha y me motiva a continuar progresando, se alegra de lo que voy logrando”, asegura.

Para ella, la clínica fue determinante: el espacio, su servicio y su personal fueron clave en su proceso de recuperación.

Solo tengo agradecimiento para Colsanitas

Gloria Parra

Este es el testimonio de una mujer que recibió un diagnóstico oportuno y un tratamiento ágil que le salvó la vida. Gloria Parra tenía un lunar en el pie que consideraba un atributo, dice entre risas. Durante una visita rutinaria al dermatólogo, pidió que le examinaran las pequeñas manchas que una manicurista le había visto en la planta del pie. El médico se inquietó por la apariencia: la forma ya no era redonda, los bordes ahora lucían difuminados, como si se estuviera regando por la piel; no pintaba nada bien.

Para ese momento, julio de 2020, se encontraba en Bogotá por el nacimiento de una de sus nietas; pero es de Bucaramanga, ciudad donde por muchos años se desempeñó como enfermera y jefe de enfermería en la Fundación Cardiovascular de Colombia. Por sus conocimientos en el campo de la salud, sabía que lo que se venía no iba a ser fácil, mucho menos lo sería en otra ciudad donde nadie del gremio la conocía.

Gloria Parra

El resultado de los exámenes confirmó la sospecha: tenía un melanoma que debía ser operado de inmediato. Este es un tipo de cáncer de piel que puede crecer en las capas más profundas y propagarse a otras partes del cuerpo rápidamente. Es capaz de invadir los ganglios linfáticos, los vasos sanguíneos y el sistema nervioso y, cuando pasa esas barreras es muy agresivo, llega con facilidad al cerebro, los pulmones o huesos.

La cirugía fue inmediata. Para esto contó con un equipo compuesto por un cirujano oncólogo, un cirujano dermatólogo oncólogo y una cirujana oncóloga de reconstrucción de Colsanitas. Fueron necesarias tres intervenciones quirúrgicas, dos de ellas centradas en la reconstrucción para lo que se tomaron injertos de su ingle y muslos.

Gloria cuenta que su experiencia fue positiva gracias a la destreza de los cirujanos y a la amabilidad de todo el personal médico. “Desde la recepcionista, los médicos generales, las auxiliares, las enfermeras, el trato fue muy amable y me hicieron sentir confiada”. Además resalta la importancia de su fe en Dios, el apoyo de su esposo que estuvo en todo momento, y el resto de su familia, a distancia.

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"Desde la recepcionista, los médicos generales, las auxiliares, las enfermeras, el trato fue muy amable y me hicieron sentir confiada".

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También relata con cariño que, antes de las cirugías, cada uno de los médicos habló por teléfono con una de sus hijas —que es médica y vive en Canadá— para explicarle todo el proceso. “Uno está acostumbrado a que en su ciudad es una persona conocida y las puertas se abren pero aquí sucedió igual. La amabilidad y el trato humano fueron excelentes, solo tengo agradecimiento para Colsanitas”, dice.

La recuperación ha sido rápida. Gloria es optimista y disciplinada, así que ha seguido todas las recomendaciones médicas y ha dado el máximo durante la fisioterapia para volver a caminar. Haber sido una mujer activa físicamente durante toda su vida ha sido clave en el proceso. A cuatro meses del diagnóstico, puede caminar con zapatos de atleta de alto rendimiento y sin ayuda de muletas ni bastones. “Todavía tengo una herida que va sanando poco a poco pero mi mayor alegría es poder caminar, ser independiente”.

Gloria dice que esta experiencia le ha enseñado lo importante que es conocerse, mirarse el cuerpo y hacerse chequeos periódicos, pues esto puede ser determinante en las posibilidades de tratar una enfermedad.

Un ejemplo de fortaleza

Marcela Cortés

El mismo día que Marcela Cortés supo que su bebé sería un niño, el doctor Mauricio Herrera, ginecólogo- obstetra adscrito a Colsanitas, detectó un problema en la columna. La ecografía no mostraba exactamente qué era, pero luego de una serie de exámenes, el diagnóstico fue mielomeningocele, que ocurre cuando la médula espinal no se desarrolla correctamente durante la gestación.

Luego del diagnóstico, Marcela y su hijo tenían dos opciones: una cirugía intrauterina que corregiría el problema o una intervención quirúrgica una vez naciera. “Apenas supimos el diagnóstico todo el equipo de la Unidad Materno Fetal me acompañó y, junto al doctor Herrera, me explicaron los procedimientos, los riesgos y las razones para que pudiese tomar una decisión informada”, cuenta Marcela.

Marcela Reyes
Fotografía: Erick Morales

Marcela sabía que podría comprometer la vida de ambos, pero era mucho mejor que hacer la cirugía al nacer, ya que podría ser demasiado tarde para corregir consecuencias como la inmovilidad de extremidades inferiores y problemas neuronales.

Una vez su embarazo llegó a las 27 semanas, el 12 de junio de 2020, ella y su bebé fueron operados por el doctor Mauricio Herrera y su equipo. “Yo estaba consciente del riesgo, pero todo el equipo médico y, en especial el doctor Herrera, fueron quienes nos dieron la confianza necesaria para que, sobre las preocupaciones, siempre primara la esperanza”, comenta Marcela.

Sebastián nació de 33 semanas y fue bebé canguro mientras alcanzó talla y peso normales. En los controles posteriores a la cirugía, presentó un problema que estaba dentro de los riesgos: hidrocefalia. El 21 de septiembre Sebastián fue intervenido por los neurocirujanos Diego Moreno y Jhon Alexander Díaz en la Clínica Infantil Santa María del Lago para instalarle una válvula que solucionara el problema y protegiera su cerebro.

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"Fue fácil confiar en las personas que nos acompañaron; mi familia y yo estamos muy agradecidos con todos ellos".

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Aunque Marcela se encontraba preocupada por su bebé, la eficiencia de Colsanitas para responder a sus solicitudes, autorizar los procedimientos y el acompañamiento incondicional, le dieron la tranquilidad y la certeza de que su hijo estaba en buenas manos. “Fue fácil confiar en las personas que nos acompañaron; mi familia y yo estamos infinitamente agradecidos con cada una de ellas”.

Ambas cirugías fueron un éxito y la recuperación se desarrolló de manera normal. Actualmente Sebastián tiene cuatro meses y asiste mensualmente a controles con varios especialistas y cada tres, se le practican exámenes de seguimiento.

“Siempre he disfrutado de las atenciones de Colsanitas, en mi embarazo estuvieron presentes, pero ahora les tengo un cariño casi familiar, ya que nos han cuidado en todo momento y siempre han sido muy transparentes, han sabido actuar y comunicarme todo para que tomáramos decisiones reales. Somos felices con la llegada de Sebastián y lo admiramos porque se ha aferrado mucho a la vida y nos ha enseñado muchísimo”, concluye Marcela.

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