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Bienestar Colsanitas

¿Qué hacer si mi hijo no come?

Esa es quizás la consulta más recurrente de los padres a los especialistas. Antes de preocuparse, es mejor poner en práctica algunas de las fórmulas probadas para abrir el apetito. 

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Mi hijo dejó de comer sin motivo aparente”.

“No quiere probar nuevos sabores, siempre hay que servirle lo mismo”. 

“Deja el plato intacto, no prueba nada, se queda sin comer”.

“Mi hijo comía perfecto, pero ahora no”.

Si le son familiares estas frases y ha consultado al pediatra por estas razones en los últimos seis meses, no se preocupe, según los especialistas, estas son las preguntas más frecuentes de padres desesperados por la falta de apetito de sus hijos. 

Consultamos con los doctores Juan Pablo Riveros, gastroenterólogo pediatra, Dario Botero pediatra-puericultor y la nutricionista Adriana Cadena, todos adscritos a Colsanitas. 

Para comenzar, aclara el doctor Riveros, es importante definir si realmente hay inapetencia o no, y establecer sus causas. En ese sentido, la nutricionista Adriana Cadena explica: “El apetito de los niños varía de acuerdo con la edad. El recién nacido necesita alimentarse frecuentemente por la velocidad de crecimiento que disminuye en la medida que va creciendo. Durante los primeros seis meses puede ser gordito y cachetón, pero una vez comienza la alimentación complementaria, llega el gateo, camina, corre y empieza a tener más actividad física, entre el primer y segundo año, su velocidad de crecimiento disminuye y la alimentación también”. 

Ahora bien, hay que tener claro que desde que comienza la alimentación complementaria el niño necesita tres comidas principales y dos meriendas. Por ello, para saber si hay inapetencia y no está recibiendo los nutrientes que requiere, es importante distinguir entre la inapetencia real, la falsa y la selectiva. 

INAPETENCIA CUERPOTEXTO
Es importante definir si realmente hay inapetencia o no, y establecer sus causas.

¿Cómo distinguir la inapetencia real de la falsa y de la selectiva?

Para distinguirlas, explica el doctor Riveros, es necesario establecer qué está comiendo y con qué frecuencia, para compararlo con su peso y talla. Solo así se podrá determinar si el niño está creciendo bajo los parámetros de la curva de desarrollo normal para su edad, es decir, si está consumiendo lo que requiere, no hay que alarmarse. Ese es el caso de la falsa inapetencia.

Es usual que los niños dejen de comer después de una enfermedad como, por ejemplo, la diarrea. En estos casos, la inapetencia (orgánica) es una manifestación de la patología, la cual suele desaparecer al poco tiempo. 

Cuando lleva varias semanas o meses con inapetencia, se considera crónica. Esto puede ocurrir cuando está condicionada por amenazas para comer o castigos físicos por parte de los padres, en algunos casos. 

Y, en ocasiones, los niños mayores rechazan un alimento en particular, lo cual se conoce como inapetencia selectiva. Esta es una conducta dañina porque el pequeño calma su hambre con los alimentos que él elige. A largo plazo esto puede provocar desnutrición, pues no está ingiriendo lo que necesita para su correcto desarrollo.

¿Cómo saber si está comiendo mal?

Cuando hay una inapetencia verdadera, el pediatra o nutricionista nota que hay una disminución de peso y la talla no aumenta, debido a la falta de alimentos. Cuando esto está pasando, es necesario revisar ciertos aspectos: si es por falta de rutinas y hábitos, si hay permisividad o castigos, si no se le ofrecen varios grupos de alimentos o si se le está dando porciones más grandes de las que puede recibir. O, por el contrario, si hay causas más delicadas, como enfermedades o intolerancia a ciertos alimentos. 

¿Qué hacer?

  1. Establecer rutinas, hábitos y reglas

Lo primero que se debe hacer es revisar las rutinas, explica el pediatra y puericultor Darío Botero. La adquisición de hábitos alimentarios no se reduce al hecho de consumir únicamente alimentos, sino que también depende de los comportamientos que se generan alrededor de ellos, como los horarios de las comidas, los espacios donde comen, las reglas al comer, los ritos antes y después de cada comida y las preferencias de sus padres o cuidadores.

Revise horarios y procure ofrecer las comidas a la misma hora, en un lugar adecuado y sin distractores. Los especialistas recomiendan comer en familia, sobre todo en este tiempo de cuarentenas, en donde la posibilidad de estar juntos en la mesa le da a los hijos compañía, atención y reunión alrededor de la comida. Esta es una rutina básica.

  1. Evitar licuar los alimentos

Una vez comienza la alimentación complementaria, a los seis meses, es indispensable ofrecer alimentos variados, nuevas texturas y sabores con el fin de que el bebé se familiarice con ellos y los aprenda a disfrutar y a masticar, esa es una de las formas de prevenir la inapetencia más adelante, pues si se acostumbra a los alimentos licuados será más difícil que coma sólidos en el futuro; la masticación, explica la doctora Cadena, es el primer paso para que aprenda a usar su boca para deglutir los alimentos.

Los padres, ante el afán de que el hijo coma, deciden licuarlo todo, así están acostumbrando a su hijo a que se vuelva “perezoso” para masticar. Este es un aspecto que se soluciona fácil y rápidamente si se cambia la rutina.

  1. Comer sin distractores

Comer frente al televisor, entregarle celulares o tabletas para que coma mientras se distrae es una mala táctica. Eso hace que el niño no sepa ni disfrute lo que está comiendo. El espacio de comer debe ser, en lo posible, en familia. Los estudios han demostrado que es cierto el refrán: “familia que come unida, permanece unida”

  1. Ser paciente

Para saber si a su hijo no le gusta un alimento, los estudios dicen que se debe haber ofrecido, por lo menos, 14 veces, de forma aleatoria y en distintas preparaciones. Sea paciente, ofrezca el alimento y espere 20 minutos, si en ese tiempo el niño no come, retire el plato y ofrézcalo más tarde, a la hora de su siguiente comida. No se afane, a los niños les da hambre, a veces solo quieren dedicar más tiempo al juego que a comer, pero cuando sienten la necesidad buscan aquello que dejaron. 

  1. Ofrecer diferentes alimentos

Algunos padres pueden equivocarse y generar apetito selectivo en sus hijos. Es decir, el niño solo consume lo que le gusta y no se atreve a probar otras cosas porque no se las ofrecen. Hay inapetencia frente a unos alimentos y buen apetito frente a otros y, a veces, estos últimos son los menos nutritivos (dulces, galletas, chocolatinas). 

  1. Dar el ejemplo en casa

Si los padres se niegan a consumir ciertos alimentos, sus hijos también lo harán. Los padres son las personas que pueden influenciar los hábitos constantemente y el ejemplo es la mejor estrategia; cuando los cuidadores no llevan una alimentación saludable, se ha visto que los niños tienen las mismas preferencias y gustos.

  1. Ni premiar ni castigar

Premiar por comer es una de las tácticas menos aconsejables, según el doctor Riveros, y peor aún si se ofrecen dulces a cambio. Comer no es un premio o un castigo, hay que enseñar a los niños a disfrutar de los alimentos como un beneficio para la salud y el crecimiento, esa es la base de un buen desarrollo y a los niños les encanta saber que están creciendo sanos y fuertes. Motívelo, enséñele a degustar, saborear y disfrutar la comida, finalmente es un placer.

Chantajear o ser autoritario no va a lograr que supere la inapetencia (real o no) pues no va a ser consciente de que comer es un beneficio para su salud, por el contrario, lo va a ver como una obligación y no lo va a disfrutar. 

  1. Porciones según la edad y actividad física

Otro de los errores que cometen padres y cuidadores es el de servir porciones demasiado grandes, pretender que los hijos coman lo mismo que los adultos y si no se come todo, creen que come mal o poco. La clave está en el tamaño de su mano, de acuerdo con su edad. 

Existe una forma fácil de medir de las porciones, así: 

-Una porción de proteína equivale a la palma de la mano del niño. 

-La porción adecuada de harinas y granos es del tamaño del puño cerrado.

-Para calcular la cantidad de verduras, lo ideal es servir una porción equivalente a dos puñados de la mano abiertas. Si el niño es reacio a las verduras, se puede empezar con un puñado e ir agregando poco a poco. 

-Cuando se trata de las frutas, una porción también equivale al puño de la mano cerrada. 

-No le dé jugos en las comidas. Además de no ser un aporte nutricional importante, solo le da carbohidratos y lo llena. 

Las porciones de los alimentos aumentarán con el correspondiente tamaño de la mano.

En conclusión

Hay que tener en cuenta que cada niño es diferente y su apetito también. Un hijo puede comer mucho, el otro menos. No compare, los especialistas Riveros, Botero y Cadena son claros: puede existir inapetencia real o selectiva, lo importante es saber, bajo el criterio del especialista, si hay una buena ganancia de talla y peso de acuerdo con su edad y estado de salud, y, obviamente, tomar medidas para hacer de la comida un momento feliz.

Si hay inapetencia por intolerancia o enfermedades de base, son los especialistas quienes lo determinarán y establecerán el plan que se debe seguir bajo el criterio del pediatra y la nutricionista. 

Recuerde: es mejor que haga tres buenas comidas al día, que cinco pésimas. 

 

 

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