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Bienestar Colsanitas

Así me preparé para subir mi primer nevado

Fotografía
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Colombia cuenta con un área glaciar de aproximadamente 36 km². Estar en alta montaña requiere entrenamiento físico, indumentaria adecuada y, sobre todo, una buena dosis de humildad. A la cima nunca se llega solo.

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Años atrás nunca había contemplado la idea de hacer montañismo. El panorama agreste de acantilados y montañas solamente se presentaba ante mí en la forma de cuadros paisajísticos del romanticismo alemán —de golpe, me llega la visión del caminante sobre un mar de nubes—. Cuando logré llegar a la cumbre del Nevado del Tolima, recordé el sentimiento de lo sublime expresado en aquellas obras. El efecto hipnótico que produce ver el mar de nubes moverse, acariciando los picos de otras montañas; una mezcla de asombro, miedo y respeto por la inmensidad que bailaba frente a mis ojos. 

Para tener una gran experiencia durante el ascenso sobre los 5.000 msnm, no hay que improvisar. Es esencial prepararse físicamente para la baja presión atmosférica y las bajas temperaturas. Estas son las recomendaciones que tuve que seguir para subir mi primera cumbre nevada.

Aclimatación

Cuando un cuerpo está aclimatado produce más glóbulos rojos, las células en la sangre encargadas de transportar oxígeno a los tejidos. Entre más glóbulos rojos produzcamos, tendremos mayor capacidad pulmonar al momento de realizar actividades físicas en altura. Este tipo de adaptaciones fisiológicas se logra con el paso del tiempo, con repeticiones y frecuencia. “Después de entrenar durante tres meses o más, una cualidad específica ya logra una adaptación. Y debe hacerse al menos tres veces a la semana para mejorar la expansión pulmonar”, afirma la médica deportóloga Catalina Chica, adscrita a Colsanitas

Toma tiempo acostumbrar a nuestro cuerpo a compensar los efectos de la baja presión atmosférica, sobre todo si vivimos en una ciudad al nivel del mar. Si nuestra meta es un pico nevado, es recomendable hacer previamente caminatas de aclimatación en páramos o sistemas montañosos que superen los 2.000 msnm. La altura mínima actual de las masas glaciares supervivientes en Colombia es de 4.900 msnm, que corresponde a la del volcán nevado Santa Isabel, en el Tolima. 

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“Como el entrenamiento para subir un nevado es difícil, pues no podemos simularlo de forma frecuente, es clave enfocarnos en el entrenamiento cardiovascular largo, de fondo, para lograr mayor capacidad pulmonar, producir fácilmente la vasodilatación y tener mejor fuerza a nivel del corazón”, agrega la doctora Catalina Chica. 

Un mes antes del ascenso al Nevado del Tolima, mi entrenamiento consistió en hacer caminatas de 20 kilómetros los domingos y subir una o dos veces a la semana el cerro de Monserrate, en Bogotá, con algo de peso en mi equipaje. Dos semanas antes del viaje, procuré hidratarme lo suficiente —2 litros de agua diarios— y mantuve una dieta rica en carbohidratos, evité carnes rojas y bebidas alcohólicas. 

Catalina Chica recomienda una dieta alta en óxido nítrico —gas que modula la relajación del músculo liso—, es decir, consumir remolacha en ensaladas, jugos o en suplementos. Durante el ascenso al nevado, agrega la médica deportóloga, es clave hidratarse e ingerir carbohidratos debido al importante gasto calórico que representa esta actividad física.

Seguir estos consejos nos ayudará a disminuir la probabilidad de los temidos síntomas del mal de montaña. El cuadro sintomático de este problema incluye: dolor de cabeza, fatiga, náuseas o pérdida de apetito, irritabilidad, dificultad para respirar, estado de confusión y, en casos más graves, estado de coma o la muerte si la persona no es trasladada rápidamente a un lugar de menor altura. Desde el día anterior al ascenso es aconsejable tomar aguapanela o té de coca para combatirlo. 

Una persona no aclimatada también puede sufrir los efectos de la hipoxia, incluso antes de llegar al nevado. Sobre los 3.000 msnm, podría presentar fatiga muscular y mental, mareo, falta de fuerza muscular, cefalea y en otros casos náuseas o euforia. A medida que avanzan los efectos, hay menor capacidad de trabajo de los músculos, incluyendo el músculo cardíaco, y se disminuye la velocidad de captación de oxígeno del cuerpo. La manifestación de alguno de estos síntomas es señal de alarma suficiente para descender rápidamente hasta llegar a un punto en que desaparezcan los síntomas. 

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Ascenso lento

Un ascenso rápido en personas no aclimatadas puede desembocar en edema cerebral agudo o edema pulmonar agudo en el lapso de dos días o menos. El riesgo de un edema pulmonar aumenta si la persona presenta síntomas de infecciones respiratorias. La emoción por llegar a la cima no debe nublarnos la conciencia; siempre hay que actuar según las señales de nuestro cuerpo, pues nos indica hasta dónde llegar. Es vital saber dimensionar nuestro esfuerzo físico, no apurarnos ni extralimitarnos para no cometer ninguna imprudencia.

Mi día de ascenso al nevado del Tolima comenzó a las 2:00 am. Habíamos dormido con la ropa puesta, para salir apenas escucháramos el llamado del guía. Del campamento base de Arenales a la cima del nevado, había menos de 3 kilómetros. Estábamos sobre 4.188 msnm y debíamos ganar otros 1.034 metros para “hacer cumbre”, es decir, llegar a la parte más alta del nevado. A las 3:00 am empezamos a subir, en medio de la oscuridad tímidamente alumbrada por las linternas. Nevaba con fuerza y el viento helado nos golpeaba. Cada 10 o 20 pasos descansábamos para recobrar el aliento. Cuando llegamos a la cima, celebramos cada paso dado y los que todavía nos faltaban para el descenso. Desde que iniciamos el ascenso hasta el regreso al campamento base, transcurrieron nueve horas. Tan solo habíamos recorrido cinco kilómetros. 

Elegir una agencia con experiencia

Como estaremos en un lugar aislado, inhóspito y de alto riesgo, hay que elegir un guía autorizado con registro nacional de turismo (RNT), que sea socorrista en áreas silvestres y cuente con equipo profesional para hacer cordada, es decir, avanzar en grupo, sujetados por una misma cuerda para evitar que un escalador caiga en una grieta. 

También hay que tener en cuenta la época del año para programar nuestro ascenso. Lo ideal es hacerlo en verano. En Colombia va de diciembre a febrero. En todo caso, es útil consultar las condiciones meteorológicas para los días elegidos en apps y sitios web enfocados en la alta montaña, como mountain-forecast.com 

Se requiere gran pericia para leer las señales del camino sobre la nieve. Hasta los guías más expertos se han perdido y han sido tragados por la blancura del paisaje glaciar. Estar en alta montaña, ante todo, es una lección de humildad. A la cima nunca se llega solo.

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Indumentaria correcta

En la jerga del montañista, existe la teoría de las tres capas. La razón del número tiene que ver con los 3 factores a combatir con cada prenda: la humedad, el frío y el viento. Para evacuar el sudor, la primera capa debe ser un buzo sintético o de lana merino —una lana muy fina de oveja que repele el agua—; la segunda capa, una chaqueta de plumas o forro polar para mantener la temperatura del cuerpo; y la tercera capa, una chaqueta impermeable para protegernos del viento y la lluvia.

Como cada paso cuenta, debemos cuidar nuestros pies. Lo ideal es usar botas de nieve impermeables con suela de buen agarre, rígidas o semirrígidas según las condiciones del terreno. También cubriremos las botas con polainas, unas fundas impermeables para evitar que les entre agua o nieve. 

Para las manos, usaremos guantes térmicos e impermeables, preferiblemente unos de invierno que también nos permitan maniobrar objetos como el bastón y el piolet, una herramienta con una pica en forma de gancho, ideal para asentarse en la nieve. En caso de ser personas friolentas —como yo—, recomiendo usar al interior de cada guante un calentador de la marca HotHands, pequeños paquetes de calor activados por aire, de un solo uso.

Es importante usar gafas con lentes de policarbonato y filtro UV. Las gafas de cristales comunes solo nos protegerán de la luz visible, mas no de la radiación. Es preferible que sean de categoría 4, es decir, que sus lentes absorban de 92 a 97% de luz visible. Así evitamos la inflamación de la córnea o queratitis solar.

Sin la indumentaria adecuada, una buena condición física ni siquiera es garantía para protegernos de las inclemencias del clima y el riesgo de hipotermia. Por último, no olvidemos llevar una manta isotérmica de emergencia.

 

*Escritora y profesora de literatura. El senderismo ha sido su relación más estable y duradera.

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