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Bienestar Colsanitas

En defensa del parto natural

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El uso del canal vaginal para el nacimiento representa menos riesgos y mayores beneficios para madres y bebés.

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odos los días las cesáreas salvan vidas”. Ésta es una sentencia frecuente en los documentos científicos que demuestran los beneficios del parto natural. Con lo cual, este artículo no trata de desprestigiar un procedimiento quirúrgico tan útil como la cesárea, sino de rescatar el valor indiscutible del parto natural como un proceso humanizado que tiene como principal protagonista a la mujer, pero al que cada vez se recurre menos.

El aumento de la tasa de cesáreas en Colombia deja en evidencia el desplazamiento voraz de este procedimiento sobre el parto por vía vaginal. En 1998 el 24 % de los nacimientos ocurría por cesárea; en 2017 la tasa iba por 45 %, según los datos más recientes disponibles en el DANE. En los estratos altos la cifra es más dramática aún. Y si se habla de instituciones privadas, en la Costa Caribe hay registros de hasta 70 % de cesáreas frente a los partos espontáneos, según advierte la Federación Colombiana de Obstetricia y Ginecología, en el artículo “Racionalización del uso de la Cesárea en Colombia” (2014).

Ciencia y naturaleza

Según los expertos, lo que representa el parto es la restitución del protagonismo de la mujer, no del médico que es un facilitador y un ayudante. Apostarle al parto vaginal implica una visión integrada del fenómeno del nacimiento con su contexto, con una incidencia emocional tremenda, con implicaciones espirituales, emocionales y familiares muy importantes. Y hay que verlo como un método en el que se respeta la vinculación de la medicina con la evidencia científica, en el sentido de dejar a la cirugía aquellas situaciones que se hacen inmanejables por la vía natural, pero no por comodidad o conveniencia de quienes no son los protagonistas de ese acto tan natural.

Zoila Osorio, ginecobstetra de la Clínica Iberoamérica de Colsanitas en Barranquilla, reconoce que una circular de cordón umbilical no es motivo para no intentar el parto vaginal, como tampoco lo es el sobrepeso de la materna, su edad temprana, si la cadera es angosta, si es mayor de 30 años, si tiene un grado de placenta avanzado, poco o mucho líquido amniótico, bajo umbral del dolor, diabetes, hipertensión, o si el bebé es muy grande.

“Esas condiciones por sí solas no son razón para practicar cesáreas. Pero muchos de los nacimientos terminan en cirugías porque, por una parte, las madres quieren programar el nacimiento de sus hijos con la familia y no someterse a la incertidumbre del parto vaginal o le temen al dolor porque se les ha hecho ver como una etapa insoportable. Y, por la otra, el médico también quiere optimizar su tiempo”, explica Osorio.

Sin duda, la cesárea permite un mejor equilibrio entre el tiempo invertido por el especialista en la cirugía, versus el tiempo que hay que monitorear a una parturienta que puede tardar hasta 24 horas en un trabajo de parto. Entonces, es duro hablar de la mercantilización del servicio, pero también es una realidad”, dice Osorio.

PartoNatural CUERPOTEXTO

El recién nacido está activo porque ha hecho también su trabajo para poder estar fuera de la barriga.

Ventajas para el bebé y la madre

María Elena Varela, pediatra neonatal y perinatal de Colsanitas, detalla que el parto eutócico o natural comprende tres etapas: la primera es el desencadenamiento espontáneo del trabajo de parto entre las semanas 37 y 42 de gestación, la cual comienza con la dilatación del cuello uterino. En la segunda etapa ocurre el descenso y nacimiento del bebé y, finalmente, la expulsión de la placenta.

La especialista explica que al pasar por el canal del parto, el bebé se impregna de las bacterias de su madre y éstas le ayudarán a formar su sistema inmunitario, le aporta calor y le ayuda a iniciar la lactancia, se genera mayor oxigenación y minimiza el riesgo de sufrir insuficiencia respiratoria. Además, es el momento en el que el bebé genera unas hormonas que le mantienen en estado de alerta en sus primeras horas de vida. La evidencia científica demuestra que los fetos sometidos a trabajo de parto muestran concentraciones de proteínas mayores en el plasma, que aquellos que nacen sin trabajo de parto.

Varela considera que el parto vaginal facilita el encuentro inmediato del bebé con la madre, lo que favorece la producción de leche y fortalece el vínculo afectivo. El recién nacido está activo porque ha hecho también su trabajo para poder estar fuera de la barriga, y es un buen momento para estar un rato piel con piel con su madre e iniciar la lactancia. Esto es algo que no se puede lograr con la cesárea porque hay que proteger los campos estériles y propiciar la recuperación física de la madre cuyo vientre ha sido abierto, membrana tras membrana, hasta llegar al útero. Por eso, apenas se le acerca el bebé a la materna para que lo bese y se lo llevan a completar el proceso que no se logró de forma natural.

También, estudios citados por Varela indican que las cesáreas pueden producir adherencias en el vientre, cuya posibilidad se incrementa en la medida en que sean más los procedimientos quirúrgicos para alumbrar al hijo. Otro experimento europeo advierte que los bebés nacidos por vía genital tenían 20 % menos riesgo de desarrollar diabetes tipo 1, que aquellos nacidos por cesárea.

Otro argumento de peso para luchar contra la extinción del parto vaginal son las descargas hormonales que genera la materna cuando el bebé está por nacer, y que son importantes para esa nueva vida. Se trata de la oxitocina, llamada también hormona del amor, porque es la que estimula y mantiene la contracción del útero. En la cesárea no hay tiempo de que esta hormona se libere.

Los expertos aseguran que el proceso fisiológico del parto beneficia el tracto respiratorio del bebé, mientras que en el procedimiento quirúrgico no hay oportunidad de que se aclimate al nuevo ambiente. Lo llegan a buscar cuando aún no ha avisado que está listo. Así lo sacan de golpe y lo obligan a establecer una conexión abrupta con el exterior. Es una llegada violenta, separado de mamá y papá, en un ambiente frío, hiper iluminado, con ruido. Y de paso tiene que someterse de inmediato a unos procedimientos clínicos que son innecesarios si nace por vía vaginal.

“Como en cualquier otra cirugía, la cesárea está asociada a riesgos a corto y a largo plazo que pueden perdurar por muchos años después de la intervención y afectar a la salud de la mujer y del neonato, así como a cualquier embarazo futuro. Estos riesgos son mayores en las mujeres con escaso acceso a una atención obstétrica integral”, precisa un informe de la OMS que promueve la racionalización de la operación como método de parto.

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El dato:

La OMS considera que la cesárea está justificada hasta en un 15 % de los casos. En Colombia es del 47 %.

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Racionalización de la cesárea

La media mundial de cesáreas es de 21 %, en América del norte 32 %, en el Sur 15 %, y en Europa está en 27 %. En República Dominicana la tasa es de 56,4 %, seguido por Brasil con 55,6 % y Colombia está en 47 %. La Organización Mundial de la Salud considera que esta práctica sólo está justificada entre un 10 % y un 15 % de los casos. “Las tasas de cesárea superiores al 10 % no están asociadas con una reducción en las tasas de mortalidad materna y neonatal”. La OMS habla de implementar un sistema de clasificación llamado Robson, que permita evaluar y comparar las causas y resultados en la aplicación del método quirúrgico para el alumbramiento, con la idea de generar datos confiables y universales sobre la verdadera necesidad, con soporte científico, de la cirugía. Con los datos, la organización podrá desarrollar guías de uso que faciliten la estandarización del procedimiento y promover así la racionalización de la cesárea.

Se puede decir que la aproximación a la tasa ideal de cesáreas a las que debe aproximarse la estadística mundial es un desafío al que no se le está prestando suficiente atención.

 

* Periodista, investigadora y profesora universitaria.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.