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Bienestar Colsanitas

Nuestras emociones y la salud

Está comprobado que nuestras emociones pueden enfermarnos. Se le llama somatizar, y hay mucha desinformación al respecto. Por eso, le consultamos a una experta.

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¿Qué significa somatizar?

En general, somatizar se refiere a una serie de afectaciones en el cuerpo que no se pueden justificar por una causa orgánica, y se originan por la ansiedad y el estrés. Algunos de los malestares más comunes son dolores de cabeza, espasmos musculares, insomnio y dolor de estómago. La somatización puede presentarse de manera aguda o episódica, un día específico por un problema puntual, pero de no ser identificada y manejada a tiempo puede acarrear problemas crónicos en la salud física y mental.

¿Por qué somatizamos?

Las emociones tienen poder sobre el cuerpo. El cuerpo reacciona ante la interpretación del cerebro de una situación peligrosa. Emociones como el estrés y la ansiedad preparan al cuerpo para la lucha o la huida. “Lo que el miedo genera en el cuerpo es lo que le permite a alguien salir corriendo si está en una situación de peligro”, explica Rosana Glück, psiquiatra adscrita a Colsanitas.

Ante una situación estresante, el ser humano puede sentir lo mismo que un animal ante un depredador: se activa la liberación de adrenalina, el corazón y la respiración se aceleran, se seca la boca y se corta la digestión, para enviar el oxígeno necesario a los músculos para correr. “Este mecanismo sobrevive en nuestra vida moderna y aparece como respuesta a situaciones cotidianas como un trancón, una deuda o un problema con el jefe”, afirma Glück.

Pero si bien esta respuesta del cuerpo le sirvió al ser humano para huir de los depredadores y sobrevivir, en la actualidad estas manifestaciones constantes de las hormonas del estrés pueden causar problemas crónicos de salud, y generar cuadros nerviosos que afectan nuestra calidad de vida.

¿Cómo puede afectarnos la somatización a largo plazo?

Según el Instituto Americano del Estrés (AIS en sus siglas en inglés), existe una relación entre el mal manejo del estrés y las enfermedades, pues la adrenalina y el cortisol afectan el funcionamiento de los órganos del cuerpo. 

La liberación prolongada de estas hormonas debilita nuestro sistema inmunológico y puede hacernos más propensos a enfermarnos. El AIS afirma que también puede traer consecuencias a nuestro sistema cardiovascular, endocrino, digestivo, muscular e incluso a nuestro sistema reproductivo. El estrés frecuente puede afectar la presión arterial, producir gastritis e incluso disfunción eréctil en los hombres, así como cambios en el ciclo menstrual de las mujeres.

Somatización

¿Cómo saber cuándo estamos somatizando y cuándo estamos enfermos?

Las enfermedades en muchos casos vienen por factores externos, como los virus y las bacterias, así como por hábitos o estilos de vida poco saludables. Sin embargo, el componente emocional juega un papel muy importante. Las emociones negativas pueden dar pie al desarrollo de una enfermedad, así como agravar una dolencia existente, debido a las respuestas de nuestro cuerpo a la preocupación.

La doctora Rosana Glück explica que la influencia de las emociones tiende a desencadenar enfermedades distintas de acuerdo a las predisposiciones genéticas de cada paciente. “Por ejemplo, alguien con antecedentes de cáncer de estómago tiene una alta predisposición a desarrollar esa enfermedad como respuesta a vivir estresado” afirma. Esta predisposición también se aplica para enfermedades como el cáncer, la diabetes y las autoinmunes, causadas por reacciones del cuerpo sobre sí mismo, en las que las emociones negativas también influyen.

¿Cuándo hay que ir al psiquiatra?

En general, cuando el manejo de nuestras emociones se nos sale de las manos e interfiere con nuestras actividades diarias, hay que pedir ayuda profesional.

Según la enciclopedia médica Medlineplus, en el trastorno de síntomas somáticos y en el trastorno de ansiedad generalizada el mecanismo del cerebro para identificar el peligro comienza a trabajar en contra del paciente, y no le permite vivir normalmente.

El trastorno de síntomas somáticos aparece cuando una persona siente una ansiedad exagerada ante síntomas físicos que no puede explicar médicamente. Su mente no puede dejar de imaginar el peor escenario posible, y esta ansiedad influye en sus pensamientos y comportamientos al punto de no poder realizar sus rutinas de siempre, en un ciclo sin fin de preocupación.

En el trastorno de ansiedad generalizada el sistema de alarma del cerebro se dispara ante estímulos inofensivos, y a menudo mantiene la respuesta física del estrés cuando ha pasado el estímulo. Los pacientes pueden sufrir ataques de pánico ante cualquier señal, y síntomas físicos como sudoración, hiperventilación o visión borrosa alimentan el estado ansioso y el estrés, en un círculo ascendente que la persona no puede controlar.

Cuando un paciente padece una enfermedad crónica —explica la doctora Glück— es importante que cuente con acompañamiento psiquiátrico, o psiquiatría de enlace, para ayudarle con los aspectos emocionales de la enfermedad y el tratamiento, que suelen ser complejos o requerir atención constante por parte del paciente.

¿Qué podemos hacer para cuidar nuestro cuerpo de la somatización en tiempos de COVID?

Largos meses de encierro y la pérdida de las viejas rutinas pueden representar una fuente de estrés para muchas personas. Si sumamos a eso la ansiedad que trae la incertidumbre de la pandemia y el miedo a contagiarnos, podemos estar ante un cuadro generalizado de estrés y ansiedad en amplios sectores de la población.

Hay otra fuente de ansiedad que trae el aislamiento y es que al estar reconcentrados en nosotros mismos tendemos a volver sobre hechos del pasado y quedarnos rumiándolos. Una estrategia para atenuar el efecto de nuestros sentimientos en el cuerpo, dice la doctora Glück, es reconocerlos y observarlos.

Cuando estamos conscientes de nuestras emociones, podemos identificar el estímulo o razón que las produce, y esto nos permite recuperar el control sobre nuestra respuesta, aunque tal vez no podamos corregir la fuente. En otras palabras: puede que no podamos corregir la pandemia, pero por medio de la consciencia podemos atenuar la reacción automática de ansiedad de nuestro cerebro.

Lo cierto es que siempre habrá razones para sentir estrés, porque la vida es incierta. Otras estrategias efectivas para combatirlo son meditar, hacer ejercicio, alimentarse sanamente y dormir de manera profunda y suficiente. Las mismas recomendaciones que estableció Hipócrates en el siglo IV a.C. para ayudar a los griegos a atravesar la ansiedad ante la invasión de los romanos.

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Carolina Mila

Periodista y literata.