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Bienestar Colsanitas

Claves para inculcar valores en los niños

Los niños adquieren valores de acuerdo con su madurez cerebral y gracias al ejemplo de sus padres.

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La empatía, el respeto, la honestidad, la generosidad, la humildad, la lealtad o la resiliencia son pilares en el desarrollo humano; por tanto, lo que los niños vean y aprendan en casa durante los primeros siete años de vida será fundamental para formar dichas virtudes.

“Los hijos son arcilla en nuestras manos y nosotros somos sus artesanos en los primeros años de vida, pues es la etapa en la que tienen toda la disposición de aprender”, comenta el psiquiatra de niños y adolescentes, Christian Muñoz, adscrito a Colsanitas.

Todo es un proceso 

Para comprender cómo y cuándo se inculcan los valores que permiten a los niños crecer adecuadamente para integrarse a la sociedad y respetar a los otros, es necesario entender que este proceso tiene que ver con la maduración del cerebro. La psicóloga Cecilia Zuleta, experta en crianza y desarrollo, explica que, “la empatía es una habilidad que se desarrolla en el lóbulo frontal del cerebro, durante varios años y de acuerdo con su maduración”. 

Por su parte, el doctor Christian Muñoz cuenta que en su consultorio suele oir la frase: ¿Mi hijo cuándo va a tener estos valores por convicción? Pero, explica Muñoz, “la convicción tiene que ver con un proceso de maduración del cerebro que necesita un aprendizaje neuronal, porque esa capacidad de errar, de saber, de pensar, se va consolidando con los años. Es como construir un edificio: primero debo tener unas estructuras y comienzo a levantarlo sobre ellas”.  

Ejemplo y coherencia son los pilares

Según la doctora Anny de Trujillo, socióloga magíster en desarrollo familiar, “aunque los valores se van trabajando de acuerdo con la edad y desarrollo cognitivo del niño, hay tres virtudes principales que se deben inculcar desde sus primeros siete años: el orden, la obediencia y la sinceridad”. Y en tal sentido, explica que estos valores se trabajan a través del ejemplo, del modelo y de la coherencia de sus padres. “Los adultos debemos tener claro que los niños nos están escaneando todo el tiempo, ellos ven lo que hacemos y decimos, por eso la coherencia con nuestros actos es fundamental”, dice la doctora Trujillo. 

Se refiere a casos en los cuales los padres inculcan un valor como la sinceridad, pero en la práctica no lo hacen. Por ejemplo, el padre o la madre que dice mentiras delante de sus hijos: “digan que no estoy en casa”, cuando los llaman por teléfono, o el típico ejemplo del adulto que enseña en la teoría sobre cómo respetar las normas, pero se pasa el semáforo en rojo cuando va con sus hijos en el carro. “Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”, dice la doctora Trujillo.

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Otro tipo de ejemplos, explica el doctor Muñoz, son los que se ven en la práctica cotidiana. “Si yo soy médico, me levanto temprano todos los días y mi hijo ve el grado de responsabilidad que tengo, estoy trasladando el valor de la responsabilidad, así, cuando crezca, estará más dispuesto a terminar sus deberes, a comprometerse con sus tareas. Si él ve que dono mi tiempo, voy a una fundación y me desprendo de lo que tengo para dárselo a otro, evidentemente mi hijo va a aprender un valor como la generosidad”.

Los valores, como lo definieron los expertos consultados, es una habilidad que se gana con el tiempo, la maduración del cerebro, el aprendizaje continuo y el ejemplo.

Pero, ¿qué pasa cuando en el hogar se inculcan los valores, se insiste en ellos y el niño no los adquiere como esperan sus padres? 

Reconocer las fallas

“Está claro que cuando un niño falla en un asunto de honestidad, por ejemplo, es necesario determinar cuál es la habilidad que le hace falta. Dice la doctora Zuleta, quien  lo ilustra  con un ejemplo: Es el caso de un niño que se robaba la lonchera de otro niño en el colegio. A pesar de los regaños y amenazas de sus padres, la teoría sobre el valor de la honestidad no era suficiente. Necesitábamos evaluar cuál era la habilidad que le faltaba para saber en qué estaba fallando”.

“Cuando analicé el caso y hablé con el pequeño, me di cuenta que el niño había tomado la lonchera de su compañero durante dos días porque quería comerse las galletas que llevaba en su merienda, pues tenía una dieta sin azúcar y gluten, por problemas de salud.  Lo que pudimos detectar fue la falta de control frente a su ansiedad y no la falta de honestidad”, explica Zuleta. 

Ahora, claro que cometió un error y hay que hacerlo evidente, pero no funcionan los regaños o amenazas, porque el proceso se centra en la culpa y no en aprender el valor de la honestidad o el respeto. De acuerdo con su experiencia como pedagoga y psicóloga, la doctora Zuleta es enfática: “No se puede asumir que el niño no volverá a cometer el error solo por el castigo y que va a aprender el valor de la honestidad de esa manera”. 

Evidentemente, dice Zuleta, no se deben aceptar los malos comportamientos, pero hay que ahondar en ellos. ¿Por qué lo hace?, ¿por qué miente?, ¿qué hay debajo de esa situación? “Cuando se ahonda en la razón de su comportamiento siempre hay una causa que está por debajo, como un iceberg. Si entiendo lo qué pasa y por qué, seguramente puedo comprender cuál es la perspectiva del niño, eso, en otras palabras, es entender la habilidad que le falta para desarrollar el valor que corresponde, sea honestidad, respeto, empatía”, explica la doctora.

Los expertos recomiendan

-Céntrese en enseñar la habilidad que le faltó. Si el niño golpeó a otro, le quitó algo, revise por qué lo hizo. Pregúntese: ¿qué habilidad le faltó a mi hijo, por ejemplo, le faltó aprender a parar, a aguantar las ganas? ¿A respetar el turno? 

Eso es lo que al final le va a dar las habilidades para formar un valor como el respeto.

-“En esta casa no se dicen mentiras”, es una frase que repiten mucho los padres. Sin embargo, los hijos se dan cuenta de que los padres las dicen. La coherencia es un aspecto fundamental cuando de formar valores se trata, no se puede exigir sinceridad si papá o mamá fallan en ello. 

-Hay una buena estrategia cuando los niños dicen mentiras, pregúntele: ¿De verdad crees lo que estás diciendo?, ¿te sientes cómodo con lo que me estás diciendo?

Cuando el niño dice la verdad o reconoce un error, está siendo honesto. Ayúdelo a reconocerlo, él se sentirá comprendido y no regañado.

-El ejemplo, esa es la mejor recomendación para que el niño aprenda, interiorice y practique los valores. Recuerde: Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.

-Coherencia: los niños escanean a los adultos todo el tiempo, ellos se dan cuenta cuando sus padres predican un valor, pero no lo practican. 

-Si su hijo se equivoca, busque la causa del error para corregirlo, la vergüenza o el miedo no son tácticas para inculcar un valor. 

 

*Periodista especializada en maternidad y crianza.

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