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¿Hay niños perezosos?

¿Hay niños perezosos?

Los niños son, por naturaleza, activos. Pero si un niño se cansa muy rápido con cualquier actividad física, no se interesa en el juego al aire libre, se demoró en gatear o caminar, es necesario consultar con un especialista.

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Mi niña de dos años es perezosa, no le gusta correr en el parque, todo el tiempo quiere estar cargada y donde se sienta se queda quieta. Cuando era bebé se demoró mucho en gatear, caminó casi al año y medio y no le gustaba estar boca abajo, lloraba mucho”. 

Según sus padres, “la niña tenía falta de voluntad”, pues ni la presión ni las amenazas surtían efecto. 

Cansados de insistir, decidieron consultar. El diagnóstico fue claro: la niña tiene una condición llamada hipotonía, es decir, bajo tono muscular. Es la razón por la que no puede ni tiene la fortaleza para correr, subir, trepar, como los otros niños con quienes la comparaban. No es pereza ni falta de voluntad.

“Un niño no es perezoso, ellos son activos por naturaleza, si no corre y juega debemos encontrar la causa, tener un diagnóstico y un tratamiento”, explica la doctora Olga Lucía Casasbuenas, neuróloga pediatra de Colsanitas. 

Una opinión que refuerzan las terapeutas ocupacionales Carolina Usma, de la Clínica Sebastián de Belalcázar, de Colsanitas, en Cali y Luisa Dueñas, especialista en integración sensorial: “Un niño no es perezoso, si el niño no muestra interés por jugar o correr, algo pasa”. “Los niños exploran, esa es su esencia”, confirma Dueñas. 

La hipotonía puede y debe ser tratada con fisioterapia y terapia ocupacional, siempre con acompañamiento de la familia y del colegio.

¿Cuál es la causa y cómo se puede identificar?

Primero, los padres, familiares y educadores deben entender que no es natural que un niño permanezca quieto. Segundo, se debe establecer la causa de ese comportamiento. Cuando un niño no corre, juega, trepa, se queda sentado en la misma posición, desgonzado, llora cuando debe caminar un trecho largo o se frustra pues no logra alcanzar a los demás en el parque, se debe consultar a un especialista para que lo evalúe. Probablemente sea hipotonía, es decir, un tono muscular disminuido. 

Se identifica desde que son bebés porque no logran mantener erguida la cabeza, lloran al estar boca abajo, tardan mucho en dar la vuelta y se les cuesta succionar la leche materna.

“Las causas de la hipotonía son diversas”, explica la doctora Casasbuenas. “Un bebé prematuro, por ejemplo, es un niño que debemos examinar para determinar si tiene la condición. Se debe aclarar que la hipotonía no es una enfermedad, es una condición con la cual se nace”. 

En ese sentido concuerdan las especialistas, la condición puede y debe ser tratada con fisioterapia y terapia ocupacional, siempre con acompañamiento de la familia y del colegio. 

Este último punto es importante, pues muchas veces son niños catalogados como perezosos en clase, poco participativos o inquietos. ¿La razón? La hipotonía hace que los niños no puedan estar en la misma posición por mucho tiempo, se cansan con mucha facilidad y por eso pierden el hilo de la clase, aunque no tengan ningún problema cognitivo. 

La importancia del diagnóstico

Como explican las especialistas, existen señales evidentes de hipotonía. Algunos son: 

-El bebé no succiona bien la leche materna: se demora mucho en comer, se cansa alimentándose, se fatiga porque no tiene la suficiente fuerza ni el tono muscular.

-Se demora en gatear. Puede hacerlo después de cumplir el primer año.

-Tarda en dar la vuelta en la cama, un movimiento que se logra entre los 6 y 8 meses.

-Camina al año y medio o más.

-No muestran interés por el juego, su nivel de actividad es bajo 

-Pueden tener intolerancia a texturas y sabores, ya que tienen una sensibilidad especial con algunas telas, fibras o pepas en los alimentos. 

De acuerdo con la especialista en integración sensorial, Luisa Dueñas, “creemos que son niños caprichosos porque no toleran este tipo de alimentos, pero siempre hay una explicación clínica para ello, su sensibilidad y tolerancia es distinta, no los podemos catalogar como selectivos, esa es parte de su condición”. 

Por eso, indica la doctora Usma, “es indispensable consultar tan pronto como se observan estos síntomas. En los controles mensuales del primer año los pediatras pueden hacer la valoración, con base en unos parámetros y unas escalas de desarrollo neurológico, para diagnosticar la condición”.

Igualmente, confirma la doctora Casasbuenas, “en la consulta debemos revisar sus antecedentes clínicos y genéticos, ya que el hijo de un padre o madre con hipotonía muy seguramente tendrá la misma condición”. 

Otras señales de hipotonía son la dificultad de estar boca abajo, el niño llora y se siente incómodo, saliva profusamente, su lenguaje se retrasa, siempre está buscando acomodarse en la silla (no se halla), y por tal razón, acciones como aprender a escribir se dificultan o retrasan. 

“Para estos niños el deporte es un esfuerzo enorme, así que cuando uno diagnostica la hipotonía y les explica a los padres, por lo general se sienten mal y culpables por haber exigido actividades que, de hecho, le causan mucho más trabajo que a cualquier otro niño de la misma edad”, dice la doctora Casasbuenas.

Es muy frustrante para un niño en edad escolar que lo comparen con sus compañeros, igualmente, que lo presionen a hacer cosas que le cuestan más trabajo, y como no se conoce la situación, que lo cataloguen de perezoso. Por ejemplo, un niño con hipotonía suele quedarse en el salón de clase y se niega a salir al recreo porque no se siente capaz de jugar al mismo ritmo de sus compañeros; en casa no quiere participar en videojuegos, ambas son actividades que lo frustran.

Pasos a seguir

Si su hijo presenta alguna de estas características ya mencionadas, observe y no lo juzgue, tampoco lo etiquete de perezoso, consulte al pediatra y refiera lo que ha observado. Los padres y cuidadores son los primeros y mejores informantes en la consulta.

Un gran porcentaje del éxito depende de un diagnóstico acertado y a tiempo. Una vez se sabe que su “pereza” se debe a una condición de la cual no es culpable, sus padres, familiares, cuidadores y profesores pueden comprender la situación. 

Una vez se haya confirmado el diagnóstico de hipotonía (recuerde, es una condición no una enfermedad) acepte y comprenda. Cuando el niño sepa lo que pasa, será el primero en entenderlo. 

La detección de la condición genera muchas culpas, lo importante es buscar un tratamiento con terapias y dejar de rotular al niño como perezoso.

La terapia, como dice la doctora Dueñas, es muy agradecida: “Con el acompañamiento de la familia y el trabajo de terapia ocupacional y fisioterapia, de manera integral, logramos muy buenos avances. Aunque la hipotonía es una condición y no desaparece, se logran ciertas habilidades y destrezas. Pero lo más importante es no exigirle al niño más allá de sus capacidades, algo que lo frustra, pues él mismo no entiende por qué no puede correr al mismo ritmo que los demás”.