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Bienestar Colsanitas

Enfermedades crónicas: EPOC

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica —EPOC— es la tercera causa de muerte en el mundo y la cuarta en Colombia. Hablamos con un neumólogo experto en esta enfermedad.

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La EPOC es una enfermedad crónica, es decir que se prolonga y empeora con el tiempo. Y aunque es controlable, no tiene cura. Según el estudio Prevalencia de la EPOC en Colombia (Prepocol, 2008), 9 de cada 100 personas mayores de 40 años padece de esta enfermedad en el país. La EPOC puede ser de dos tipos, y las personas que la padecen suelen tener ambos: enfisema y bronquitis crónica. Antes de explicar cada una de ellas, es necesario entender algunos aspectos básicos del funcionamiento pulmonar.

Anatomía pulmonar

Los pulmones son como dos esponjas flexibles que se contraen y expanden con la respiración, y que, como una mandarina, se componen de gajos llamados lóbulos. El pulmón derecho tiene tres lóbulos y el izquierdo solo dos, pues debe darle espacio al corazón. El hecho de que existan lóbulos es lo que favorece que una persona pueda ser donante de pulmón en vida, pues solo se le extraerá uno de ellos.

Ahora bien, por dentro, el sistema respiratorio parece un árbol donde el tronco sería la tráquea, de la que se desprenden dos grandes ramas llamadas bronquios, que se encargan de conducir el oxígeno hacia cada uno de los pulmones. A medida que los bronquios se adentran en el pulmón, se van ramificando en conductos más pequeños llamados bronquiolos hasta llegar a los alvéolos, que serían el equivalente a las hojas del árbol.

Un humano tiene, en promedio, 600 millones de alvéolos en sus pulmones, que de ser expandidos podrían llenar una cancha de tenis. Se trata de pequeñísimos sacos de aire con unas paredes muy delgadas a través de las cuales ocurre el intercambio de gases, es decir, el paso del oxígeno hacia la sangre y, a su vez, el paso del dióxido de carbono hacia los alvéolos, para ser expulsado a través de la exhalación. 

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El enfisema pulmonar

La exposición prolongada al humo de cigarrillo u otros gases y partículas irritantes hace que las paredes de los alvéolos se vayan debilitando hasta que terminan por romperse, por lo que, en vez de varios pequeños sacos de aire, queda un espacio más grande. Cuando eso ocurre se habla de enfisema pulmonar.

De acuerdo con el doctor Andrés Caballero, neumólogo adscrito a Colsanitas, cuando las paredes de los alvéolos se rompen “la superficie sobre la cual se puede desarrollar el intercambio gaseoso disminuye considerablemente, entonces usted no puede oxigenar bien la sangre y tampoco puede sacar el gas carbónico de manera adecuada”.

Bronquitis crónica

La bronquitis crónica es la inflamación e irritación de los bronquios, que, como dijimos, son los conductos que llevan el oxígeno desde la tráquea hasta los alvéolos. Eso hace que se produzca tos constante con secreción mucosa, o lo que comúnmente se denomina “la tos del fumador”. Esta, además de incómoda, obstruye los conductos y por lo tanto dificulta la respiración

Causas y prevención

De acuerdo con el doctor Caballero, “la exposición al humo de cigarrillo es el principal factor de riesgo para desarrollar EPOC”. Por eso, la mejor forma de prevenir la enfermedad es no fumar ni ser fumador pasivo o de segunda mano, que es quien no fuma pero convive con alguien que sí lo hace. 

Un estudio publicado en el American Journal of Preventive Medicine que siguió durante 22 años a más de 70.000 fumadores pasivos, concluyó que aquellos que crecieron en ambientes con humo de cigarrillo durante 16 a 18 años, especialmente por tener padres fumadores, tenían 31 % más probabilidades de morir por EPOC en su edad adulta que quienes no habían estado expuestos a dicho humo. Y quienes estuvieron expuestos durante la adultez —por 10 o más horas a la semana— al humo de fumadores, tenían 42 % más posibilidades de morir de esta enfermedad.

No solo el humo de cigarrillo es perjudicial, varios estudios han demostrado que el uso de cigarrillos electrónicos, vapeadores, pipa, marihuana o tabaco también pueden producir EPOC, tanto en fumadores activos como pasivos, esto porque, como dice el doctor Caballero, “el pulmón no tiene por qué estar recibiendo humo de ningún tipo, evolutivamente no está preparado para para recibir sustancias irritantes”.

Otra causa frecuente de EPOC son los gases de la quema de combustibles como leña, residuos de cultivos o carbón vegetal para cocinar y calentar hogares. De acuerdo con un estudio de la Fundación Neumológica Colombiana sobre enfermedad respiratoria por humo de leña, “en algunas zonas del mundo este factor puede ser más importante que la exposición al humo de tabaco”, más si tiene en cuenta que todavía hoy, el 40 % de la población mundial cocina con leña, porcentaje que alcanza hasta un 70 % en áreas rurales de Latinoamérica, según el doctor Caballero.

Por eso no es extraño que más del 80 % de las 3,23 millones de muertes que causa la EPOC al año, según la OMS, ocurran en países de ingresos medios y bajos. De acuerdo con el doctor Caballero, esto ocurre porque en estos países “hay más hacinamiento (por lo que hay más fumadores pasivos), bajos niveles educativos, lo que se asocia con mayor consumo de cigarrillo y más utilización de leña para cocinar”. Además, en los países en vía de desarrollo existen menos restricciones para la venta y consumo de cigarrillos.

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Asimismo, la exposición a largo plazo a la contaminación ambiental o a humos, polvos y productos químicos en el lugar de trabajo, también pueden ser causantes de EPOC. Hay profesiones más expuestas, como los bomberos, personas que hacen fumigaciones o que trabajan en empresas de aseo, que tienen riesgo de inhalar sustancias peligrosas si no usan la protección adecuada. También hay situaciones excepcionales, como la caída de las Torres Gemelas, que produjo una cantidad inusitada de polvo y gases irritantes que dejaron a muchas personas con problemas respiratorios.

En el universo de personas con EPOC, hay cerca de un 5 % de pacientes que nunca han fumado ni estado expuestas a humos irritantes. Según el especialista consultado, esto puede deberse a “una mezcla de circunstancias que no conocemos, que van desde la parte genética, hasta infecciones respiratorias en la infancia, pobre desarrollo pulmonar o inhalación de sustancias sobre las que no se está muy consciente a través de la vida”.

Y es que, entre otros factores de riesgo para desarrollar EPOC en la adultez, también están el retraso en el crecimiento intrauterino, prematuridad e infecciones frecuentes o graves durante la infancia, así como haber presentado asma en esa etapa de la vida.

Finalmente, en un porcentaje mínimo, la EPOC es atribuible a un trastorno genético raro, que consiste en un déficit de alfa 1-antitripsina, una proteína que se produce en el hígado y protege a los pulmones de daño.

Ahora bien, no todos los fumadores desarrollan EPOC. Según el doctor Caballero esto ocurre, primero, porque desde el punto de vista genético no tienen una predisposición y segundo, porque no se han expuesto a una carga importante de tabaquismo. Pero no hay que relajarse: hay quienes fuman poco, pero tienen predisposición genética y por lo tanto desarrollan la enfermedad.

Síntomas

Normalmente, la EPOC se presenta después de los 40 años y es posible que al comienzo no produzca síntomas o estos sean muy leves. A medida que la enfermedad progresa, los síntomas se van haciendo más notorios e incluyen:

- Sibilancias al respirar.

- Dificultad para respirar, especialmente al ejercitarse.

- Tos frecuente con producción de moco o esputo.

- Sensación de presión en el pecho.

- En casos severos, puede producir pérdida de peso e hinchazón en tobillos, pies o piernas. Adicionalmente, el hecho de ser diagnosticado con una enfermedad crónica que deteriora la calidad de vida, hace que exista el riesgo de padecer de depresión y ansiedad, por lo que es importante contar con asesoría psicológica ante un diagnóstico de EPOC.

- Por otra parte, las personas con EPOC tienen mayor riesgo de desarrollar otras afecciones como enfermedades cardíacas, cáncer de pulmón y presión arterial alta en las arterias pulmonares.

Diagnóstico y tratamiento

Para diagnosticar EPOC se utiliza un examen llamado espirometría, que mide el volumen y la velocidad del flujo de aire al inhalar y especialmente al exhalar. Así, puede determinarse si hay obstrucción del flujo aéreo y en qué grado: leve, moderado, severo o muy severo.

Aunque la EPOC no tiene cura, tratarla puede ayudar a aliviar los síntomas, a retrasar el progreso de la enfermedad y a que las personas que la padecen tengan una mejor calidad de vida.

Lo primero que debe hacer una persona con EPOC, es obvio: dejar de fumar, cualquiera sea el dispositivo que use, así como evitar ser fumador pasivo o permanecer en lugares donde haya otros irritantes pulmonares. Hacer ejercicio, según indicación médica, también es importante, pues permite fortalecer los músculos que ayudan a respirar.

Es importante anotar que, cuando hay un diagnóstico de EPOC, aunque la persona deje de fumar, la enfermedad seguirá su curso. Según el doctor Caballero, esto ocurre porque “cuando se produce la alteración en el parénquima pulmonar, generalmente se genera un proceso inflamatorio que se perpetúa per se, por sí solo, es decir que ya no necesita el estímulo que inició la inflamación para que ésta siga produciéndose”. 

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La cifra

5% de los pacientes con EPOC nunca han fumado ni han estado en contacto con humos irritantes.

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Por otra parte, las personas con EPOC tienen más riesgo de que una gripa se convierta en un problema grave, por lo que vacunarse contra influenza, neumococo y también contra Covid-19 es fundamental.

En cuanto a medicamentos, para tratar la EPOC se utilizan los broncodilatadores, la mayoría de los cuales vienen en inhaladores. Estos relajan los músculos que rodean las vías respiratorias, haciendo que estas se abran y permitan una respiración más fluida. En casos severos, los inhaladores incluyen corticoides para reducir la inflamación.

Cuando la EPOC es severa, con niveles de oxígeno bajos en sangre, debe acudirse a oxígeno. En algunos casos permanente, en otros por momentos, según la historia clínica del paciente.

Cuando nada de lo anterior sirve para que los síntomas mejoren y como último recurso, se acude a la cirugía. Las hay de varios tipos: las que eliminan el tejido pulmonar dañado; las que eliminan esos espacios grandes que se crean cuando se rompen los alvéolos y, finalmente, el trasplante de pulmón.

Para no tener que llegar hasta allá, la prevención es fundamental. Por eso el doctor Caballero recomienda el cumplimiento de las medidas contempladas en el Convenio Marco de la OMS para el Control de Tabaco, para prevenir y controlar su consumo; que se desarrollen programas para evitar el uso de biomasa para cocinar y calentar viviendas; que se establezcan programas para el diagnóstico temprano y que se inviertan más recursos en investigación, que repercuten en la creación de estrategias para disminuir la prevalencia de esta enfermedad.

  

*Periodista, colabora en diversos medios y plataformas nacionales 

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Luisa Reyes

Periodista. Colaboradora frecuente de Bienestar Colsanitas