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La luz azul

¿Qué es la luz azul y cuáles son sus efectos en el cuerpo?

Con el uso cotidiano de pantallas, es más común escuchar sobre la luz azul y sus efectos negativos, principalmente en los ojos. Sin embargo, la luz azul es más que un rayo invisible que podría afectar la visión, es importante para distintos procesos del cuerpo, en especial los que están relacionados con el ciclo circadiano. 

Según la NASA, la luz azul es una parte del espectro de luz visible, que es la porción de la energía electromagnética que podemos percibir con nuestros ojos. El espectro de luz visible se compone de diferentes colores, y cada color tiene una longitud de onda específica, los colores básicos de este espectro de luz visible son: luz roja, naranja, amarilla, verde, violeta, índigo y azul. 

La luz azul se encuentra en la región del espectro con longitudes de onda más cortas, lo que significa que tiene una mayor energía en comparación con otros colores. De hecho, la luz azul de alta energía es casi tan potente como los rayos UV, que son ondas poderosas pero demasiado cortas para ser vistas por el ojo humano, cuyos efectos perjudiciales en la piel y en los ojos han sido estudiados ampliamente. Según la doctora Martha Lucía Medina, oftalmóloga adscrita a Colsanitas, “tanto la luz natural como la artificial en exceso pueden ser potencialmente perjudiciales para la salud en general, pero especialmente para la salud visual”.

La luz azul, así como los otros colores del espectro de luz visible, están prácticamente en todo lugar. Aun cuando se ha generalizado la creencia de que la luz azul es emitida únicamente por las pantallas de dispositivos electrónicos, también se produce en bombillos, luces fluorescentes y en fuentes naturales como el sol, que es uno de sus mayores emisores. 

También hay que tener en cuenta que lo que vemos como luz blanca es en realidad el resultado de la suma de una gran variedad de longitudes de onda, rayos de luz de color que, al sumarse, dan como resultado la percepción del color blanco. Sin embargo, según estudios de la universidad de Oxford, aproximadamente un 25 % de la luz blanca que percibimos es en realidad luz azul. 

La estrecha relación que hay entre los dispositivos que usamos a diario y la luz azul se da debido a que actualmente se utiliza la tecnología LED en casi todos los celulares, computadores, televisores, entre otros aparatos. Esta tecnología en específico es uno de los mayores aspersores de luz azul en la cotidianidad, porque contrario a la que es producida de manera natural, sus picos de emisión son bastante pronunciados incluso en comparación con otras ondas de color. 

Teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo estamos expuestos a la tecnología LED a través de los dispositivos que usamos para trabajar o entretenernos, distintas investigaciones científicas afirman que el ser humano nunca había estado expuesto de manera tan intensa y prolongada a la luz azul como lo estamos hoy en día. De ahí surgen las preocupaciones sobre sus efectos en el cuerpo y especialmente en los ojos. 

En la actualidad, es tema de debate científico si realmente la luz azul emitida por dispositivos electrónicos representa un riesgo grave para la salud ocular. Aún cuando algunos estudios hechos en animales afirman que puede haber un daño potencial en las células de la retina a causa de la luz azul, muchos otros concluyen que aún no hay suficiente información para confirmar efectos negativos graves en el ojo humano.

Sin embargo, lo que es cierto es que factores como la larga exposición a las pantallas y la distancia del ojo humano a estas fuentes de luz está directamente relacionada con una de las condiciones de salud visual más comunes en la actualidad: la fatiga visual u ocular. Según el instituto de optometría de Australia, cuando utilizamos de manera recurrente dispositivos electrónicos tendemos a parpadear menos por lo que hay menos hidratación en el ojo. Los síntomas más comunes de la fatiga visual son “ardor ocular, irritación, ojos resecos, lagrimeo, sensación de cansancio, dolores de cabeza o tensión en los músculos faciales”, afirma la doctora Medina.


Además, la doctora Medina explica que “no existe un tiempo ideal para estar expuesto a las pantallas”, sin embargo, algunas de las medidas que se pueden tomar para prevenir o reducir la fatiga visual son los ejercicios visuales, hacer pausas para descansar la vista, estar a una distancia adecuada de la pantalla (70 cm del computador y 33 cm del celular), mantener los ojos hidratados con gotas recetadas por un oftalmólogo, usar gafas con la prescripción adecuada y ajustar la luz de las pantallas con las configuraciones que tienen algunos dispositivos para poner tonos cálidos en lugar de fríos. 

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Además de la relación con los ojos, este tipo de luz tiene implicaciones importantes en otros aspectos de la salud. En primer lugar, la luz azul ha sido ampliamente estudiada en relación al ciclo circadiano, que es el reloj biológico encargado del estado de vigilia y sueño, la temperatura corporal y la liberación de hormonas.

Según estudios de la Universidad de Harvard, los sensores de luz en los ojos y las células de la piel pueden percibir la diferencia entre las ondas de luz azul intensas que produce el sol en el día y los tonos más cálidos y rojizos del atardecer que señalan que ya viene la noche. Cuando esto se percibe, el ciclo circadiano indica al cuerpo la liberación de melatonina, que es la hormona inductora del sueño. Un estudio de la misma universidad demostró que cuando las personas están expuestas a la luz azul emitida de manera artificial en las horas de la tarde y de la noche, sus cuerpos no liberan tanta melatonina y sus ciclos de sueño se retrasan o se interrumpen. Por esto es esencial limitar el uso de dispositivos electrónicos especialmente en la noche para tener una calidad de sueño óptima. 

Por otro lado, la luz azul está relacionada con el estado de alerta. Según un estudio publicado por la Universidad de Yale, se ha demostrado que la exposición a la luz azul puede aumentar el tiempo de reacción y estimular a un estado de alerta cuando se está cansado o fatigado. Asimismo, este estudio comprobó que este tipo de luz también puede tener mejoras en la memoria y la función cognitiva del cerebro. “Una adecuada iluminación, sea natural o artificial, contribuye a que las personas pueden rendir más, mantener su estado de alerta, mejorar su sueño, influye en su estado de ánimo y por tanto su bienestar general”, afirma la doctora Medina. 

Hay que tener en cuenta que, según el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, los niños y jóvenes son más sensibles a la luz azul debido a que tienen pupilas más grandes y filtros oculares más transparentes, lo que resulta en una mayor cantidad de luz que llega a la retina. Es por esto que cuando los niños tienen una alta exposición a pantallas, pueden tener una calidad del sueño deficiente, un estado de alerta más prolongado, menor capacidad de concentración y menor rendimiento escolar. 

En la actualidad, se siguen estudiando otros beneficios de la luz azul y su uso terapéutico en el tratamiento de condiciones de salud mental como la depresión y de condiciones dermatológicas como el acné, la psoriasis, queratosis e incluso algunos tipos de melanoma. Finalmente, hay que aclarar que hasta el momento no hay estudios concluyentes que determinen que la luz azul pueda ser perjudicial para la salud. Sin embargo, la exposición prolongada a las pantallas podría tener distintas repercusiones en la salud visual, la higiene del sueño y el estado de alerta.

Laura Daniela Soto Patiño

Laura Soto es periodista y redactora de Bienestar y Bacánika. Bumanguesa de nacimiento, boyacense de corazón y bogotana por adopción. Vive con su gata Morita y sus orquídeas. Romántica irremediable, le toma fotos a la comida y ama a su familia más que a nada en el mundo.