Los propósitos de Paola Mejía, la responsable de cultura en Comfama, son liderar y comunicar. Como una jardinera, dedica sus días a sembrar y regar proyectos que, con el tiempo, florecen y dan frutos para enriquecer la cultura antioqueña.
Más allá de su evidente inteligencia lógico-matemática, Paola Mejía se ha destacado por ser una líder visionaria que materializa las ideas para crear comunidad. Estudió administración de empresas y se especializó en gerencia de mercadeo. Este camino repleto de transformaciones y una que otra certeza, comenzó a sus 23 años, cuando tuvo su primer cargo importante como decana universitaria en la Institución Universitaria Esumer.

Hace ocho años trabaja en Comfama —Caja de Compensación Familiar de Antioquia—, los últimos dos años ha sido la responsable de la cultura en esta reconocida organización con más de un millón de afiliados. Paola es amable, pero firme. Su cabello negro y desenfadado, sus ojos levemente rasgados y su sonrisa cálida, son un fiel reflejo de su personalidad. Más que una entrevista, esta fue una conversación sobre lo que significa nacer y crecer como una mujer con carácter, los rituales como brújula del corazón y la búsqueda de una voz propia en un mundo en el que todos gritan al mismo tiempo.
¿Cómo ha sido su proceso como mujer y líder en un sector tan masculinizado?
Ha sido un camino difícil, he transitado dolores e inseguridades, pero también fue un proceso para encontrar mi identidad. Cuando empecé, estaba tratando de adaptarme a las exigencias del medio: ser una mujer fuerte, que no llora, que no se enoja. Entonces, a nosotras, como mujeres, nos exigen mucho más en este medio empresarial. Mi primer cargo como decana universitaria me recibió en el mundo del liderazgo con toda la adversidad. Varios profesores renunciaron porque no se querían dejar mandar por una “niña”.
Empecé a volverme dura, incluso brava, para hacerme respetar en ese proceso. Creo que ha sido uno de los cargos más difíciles de mi vida, pero también uno de los más bonitos; aprendí que el trabajo es lo que demuestra lo que uno es. Pero en ese volverme fuerte me gané la fama de ser la “decana brava” y se me paralizó la mitad de la cara. Ese fue un corte de camino en el que dije: “Es que esta no soy yo”.
Soy una mentora a la que le encanta trabajar en el marco de la amistad.
Soy una mentora a la que le encanta trabajar en el marco de la amistad. Hago chistes todo el día y termino siendo, a veces, muy mamá gallina, muy protectora y muy amiga de la gente con la que trabajo. Hoy me siento feliz, plena. Lo que más sé hacer en la vida es liderar y comunicar. Eso es lo que más me gusta y aquí lo hago con soltura y felicidad, porque esta es una organización que abraza.
Antes de Comfama trabajó como decana universitaria, jefa de alianzas comerciales y coordinadora de mercadeo, ¿cuáles han sido los retos más grandes asumiendo un cargo cultural?
El primer reto fue conmigo misma, porque me puse limitantes. Yo dije: “No me van a aceptar bien, me van a criticar porque no soy del sector, porque no soy una intelectual de las humanidades”. Empecé con esa premisa y la verdad es que el sector me recibió listo para conversar y proponer. Empecé a incorporar en Comfama Cultura una visión que no tenían: la gerencial.

Llegué a proponer estrategias de seguimiento, cuál era el modelo de negocio, cómo valorar el impacto, cómo tener un modelo de perfil social, cómo establecer nuestra estructura de costos y todo con el argumento y la narrativa de que necesitamos medirnos y organizarnos para generar más impacto. En estos dos años hemos tenido una mayor visibilidad, no solo por mi capacidad gerencial, también porque estamos en una organización que cree y apoya la cultura.
Me gustaría hablar de su personalidad. Mencionó que es protectora, que la mueve la amistad y el crear en comunidad, ¿cuáles son los pilares con los que asume la vida?
El amor: en el trabajo, con los amigos, con la pareja, la familia. No es extraño que yo le diga a una persona con la que trabajo que la quiero mucho, porque para mí el amor es la base de todo. Cuando uno está rodeado de amor, hace las cosas con amor. Lo segundo es la verdad, no puedo decir mentiras porque la embarro. Y lo que uno diga en privado es mejor poderlo mantener en público.
Lo tercero es la autenticidad, aunque a veces me paso de auténtica y me regaño a mí misma. Pero todos los días aprendo. Por último, vivir el presente. Eso hace que mi salud mental sea muy buena. Las personas que viven en el pasado, están muy sometidas a la nostalgia. Las que viven en el futuro, a la ansiedad. Lo ideal es tener una armonía, el presente es el regalo que siempre se disfruta.

¿Se considera una mujer de rituales? Me gustaría que nos contara un poco sobre su espiritualidad.
Absolutamente. Hago rituales todos los días, creo que le dan sentido a la vida. Todos los rituales le hablan a tu cerebro, a tu intuición y a la comunidad sobre lo que está pasando en tu vida. Hago rituales de celebración con mi equipo. Cerramos el año agradeciendo por todo lo que logramos, y esos rituales incluyen velas, irnos a la montaña, sentarnos en círculo de palabra. Con mi familia hacemos rituales en Navidad, a veces con flores, velas o incienso. Este año hicimos una fogata donde cada uno hablaba sobre lo que agradecía y lo que venía. El fuego para mí es fundamental, es el calor que nos alimenta.
Tengo un privilegio en esta modernidad que no todo el mundo tiene: duermo muy bien. Y eso lo sana todo. Muy pocas cosas me quitan el sueño.
Si me siento baja de energía, hago un ritual. Prendo velas y fumo tabaco, que me ayuda a estar en el aquí y el ahora, a relajar la mente y el cuerpo para pensar mejor. También prendo hierbas. Incluso este año empecé un ritual diario: apenas me despierto, pienso en algo bonito para arrancar el día. Para mí, desayunar es un ritual. Hacerme mi café, tomarlo lento, disfrutarlo. Desayunar sin prisa es el mejor regalo que puedo darme cada día.
También tengo rituales de pareja, él es mi asistente de rituales, porque le tocan todos. A veces me pide que le lea las cartas: “Tengo que tomar una decisión”. Y sacamos las cartas. Me cree mucho. También tengo rituales femeninos con mis amigas. Si alguna tiene un proyecto grande o va para un cargo importante, le hacemos un ritual de protección para que le vaya bien.
Hay una pregunta que es sello de esta revista: ¿de qué forma encuentra el bienestar?
Tengo un privilegio en esta modernidad que no todo el mundo tiene: duermo muy bien. Y eso lo sana todo. Muy pocas cosas me quitan el sueño. Comer bien también es fundamental. Para mí, una de las cosas que más bienestar me genera es estar con mi pareja, con mis amigos y, sobre todo, con mis amigas. Para mí, bienestar es eso: dormir bien, comer bien, tener buenas relaciones, buenas conversaciones, ah, y un buen vino.

Este artículo hace parte de la edición 199 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.


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