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Bienestar Colsanitas

Nuestros cuerpos

Fotografía
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Buscando entender mejor la relación que tenían con el cuerpo, la autora y su madre encontraron un enfoque que les ha ayudado a orientar sus preguntas y ha aclarado la manera de verse a sí mismas.

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pesar de no haber tenido problemas de salud asociados con su peso hasta ese momento, en 2007 mi mamá tomó la decisión de hacerse un bypass gástrico, cirugía que, en términos generales, consiste en modificar el sistema digestivo para reducir la cantidad de alimentos que la persona puede consumir, y en consecuencia baje de peso. Antes del procedimiento tuvo que hacer una dieta líquida, que se extendió hasta un mes después de la operación. La pérdida de peso fue acelerada, y sus cambios físicos fueron drásticos. Recuerdo que mi mamá comenzó a sentir mucho frío, y que a veces después de comer quedaba con una sensación de atoro que la hacía vomitar. Su pelo y sus uñas se debilitaron. Luego tuvo otra cirugía por la aparición de cálculos en la vesícula. Mi mamá comenzó a sentirse muy cansada, sin ánimo, y por los exámenes que le hicieron supimos que tenía anemia y las defensas bajas. Su calidad de vida cambió; su salud no es la misma desde entonces.

Así como para mi mamá, la relación que yo he tenido con la comida y con mi cuerpo ha sido difícil. En 2011 comencé a tener episodios de mucha ansiedad en los que comía de forma descontrolada. Después de cada episodio sentía una culpa abrumadora, y vivía con miedo a subir de peso. Fue ese temor el que me llevó a buscar ayuda. Fui a cita con una psiquiatra especializada en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) buscando una solución para dejar de comer de esa manera. Salí con órdenes para varios exámenes y un diagnóstico anticipado que consideré erróneo: de acuerdo con la psiquiatra, yo tenía anorexia. Los resultados de los exámenes confirmaron ese diagnóstico unos días después. Y entonces caí en cuenta. Meses atrás había comenzado a restringir mucho mi alimentación, pues cada vez con más frecuencia me daba reflujo después de comer y vivía con un temor absurdo a engordar. Los atracones de comida eran un grito de auxilio de mi cuerpo, pues mi ingesta de calorías estaba muy por debajo de lo que requería en esos momentos.

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Hay dos sentimientos que han mediado la relación que mi mamá y yo tenemos con la comida: el miedo y la culpa. Yo crecí viéndola a ella luchar durante mucho tiempo por tener un cuerpo más delgado, haciendo dietas de todo tipo y recibiendo sugerencias o comentarios ofensivos sobre su imagen. Los cuerpos que habitamos cada una son distintos. Ella tuvo obesidad por mucho tiempo y hace 14 años decidió hacerse el bypass gástrico para adelgazar. Yo he convivido con varios TCA desde mi adolescencia. Tenemos claro que nuestras experiencias son diferentes y, al tiempo, parten desde un mismo lugar. Creemos que movimientos como Salud en Todas las Tallas, que encontramos en nuestra búsqueda incesante de información, tienen mucho por aportar en procesos como los nuestros. Y queremos que más personas sepan de qué se trata.

Salud en Todas las Tallas, o HAES por sus siglas en inglés, es un movimiento que promueve la idea de que no todas las personas gordas están enfermas, y lucha por los derechos al acceso equitativo en salud por parte de todas las personas sin importar características como su peso, edad, raza, género, orientación sexual y creencias, entre otras. Este enfoque busca controvertir los paradigmas de salud que ponen en el centro de atención el peso corporal. 

Cómo llegamos

Paola Sabogal estudió Nutrición; luego hizo una maestría en Relaciones Internacionales, durante la cual se interesó en los aspectos políticos de la alimentación; actualmente está haciendo una maestría en Psicología, y fundamenta su práctica en el enfoque HAES. La contacté en el segundo semestre de 2020 después de ver su perfil en las redes sociales de Hablando Solas, una fundación colombiana que brinda apoyo a personas con TCA. En noviembre de ese año tuvimos nuestra primera sesión. 

Al preguntarle por las razones que la llevaron a indagar modelos de acompañamiento desde la nutrición diferentes a los tradicionales, cuenta que su mamá tuvo mucho que ver, pues ha luchado con su cuerpo toda su vida. Y recuerda bien que hace años su mamá, después de una cita, la llamó muy afectada para contarle que había sido una consulta difícil para ella, pues la pesaron, juzgaron su forma de comer y además le advirtieron que si seguía así le iba a dar diabetes. Poco después Paola empezó a trabajar para desarrollar una práctica nutricional que propiciara la comunicación, la confianza, el cuidado, y que considerara la estigmatización que hay hacia las personas con cuerpos gordos.

Cuenta Paola que Salud en Todas la Tallas nació como un movimiento de justicia social propuesto por activistas gordas en Estados Unidos entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, que exigían derechos equitativos en salud pues en sus consultas médicas lo primero que surgía era la prescripción para perder peso, obviando muchas otras dimensiones relevantes para la salud de las personas gordas. De acuerdo con Paola, estas situaciones pueden generar errores diagnósticos, ya que los profesionales en salud que se centran en el peso y el índice de masa corporal dejan de lado aspectos igual o más importantes, e incluso pierden de vista síntomas o quejas que manifiestan las personas durante las consultas.

Maira Alejandra Padilla Arrieta es nutricionista dietista con formación y experiencia en el área de nutrición clínica. Actualmente trabaja en Colsanitas atendiendo pacientes con enfermedad renal crónica en todos sus estadios. Maira ve en HAES una alternativa para lograr objetivos de salud de los pacientes, pues contempla elementos importantes como la salud mental y emocional, el entorno en el que la persona se desarrolla, el acceso a alimentos de calidad, entre otros.

Para Maira, pensar que una persona delgada está sana y que una persona gorda no lo está es un acercamiento equivocado e incluso discriminatorio. Ella defiende que el enfoque exclusivo en el peso puede ser contraproducente, y percibe la necesidad de que los profesionales de la salud se capaciten en enfoques como este. 

Los cinco principios de Salud en Todas las Tallas

De acuerdo con la ASDAH (Association for Size Diversity and Health), los cinco principios de HAES son:

  • Inclusión de pesos: aceptamos y respetamos la diversidad corporal. Rechazamos la idealización de los cuerpos delgados y la patologización de los cuerpos gordos.

  • Mejora de la salud: apoyamos políticas que igualen el acceso a información, servicios y prácticas que promocionen la salud y que fomenten el bienestar humano atendiendo sus necesidades físicas, económicas, sociales, espirituales y emocionales, entre otras.

  • Cuidado respetuoso: reconocemos nuestros prejuicios y trabajamos por acabar con la discriminación por el peso, el estigma de peso y el sesgo de peso. Además, proveemos información y servicios desde la comprensión de que los factores socioeconómicos, la raza, el género, la orientación sexual, la edad y otras identidades se relacionan estrechamente con la inequidad en los servicios de salud.

  • Comer para el bienestar: promovemos una alimentación flexible, individualizada, basada en las señales de hambre, saciedad, necesidades nutricionales y el placer de la persona, en lugar de centrarnos en el control del peso.

  • Apoyamos actividades físicas para personas de todos los tamaños, con diferentes habilidades e intereses según sea su elección.

Paola Sabogal señala que muchas críticas que ha recibido HAES surgen desde el desconocimiento. Se cree que el movimiento romantiza la obesidad o que niega que las personas obesas están enfermas. En palabras de ella: “Salud en Todas las Tallas no significa saludable en todas las tallas”. Para Paola, es muy importante que comprendamos que las personas que están gordas no necesariamente son obesas, primero, y que no todas las personas gordas tienen una enfermedad por su peso, en segundo lugar. En sus palabras: “tenemos que sacar la forma del cuerpo del criterio diagnóstico”.

Ana Arizmendi, psicóloga y máster en Nutrición y Dietética, directora del Instituto de Psicología de la Alimentación, cuenta en un episodio de su podcast que en la formación que recibió como nutricionista le enseñaron a ver los cuerpos grandes como cuerpos enfermos que deben adelgazar. En el mismo episodio, Haica Rosenfeld, doctora en Psicología Clínica y Especialista en Desórdenes Alimenticios, habla de las creencias y prejuicios relacionados con el peso que muchos profesionales en salud internalizan, y que los llevan a inferir que las personas con cuerpos grandes son perezosas, no se cuidan y no tienen voluntad, sin realmente conocerlas. Ana Arizmendi comenta que en el ámbito de la psicología se suele suponer que una persona gorda lo es por tener problemas de autoestima o por traumas que vivió en el pasado. En la conversación, Ana Arizmendi y Haica Rosenfeld recalcan que estos sesgos pueden conducir, por ejemplo, a ignorar casos de anorexia atípica, en los que el paciente puede tener un cuerpo gordo y al tiempo tener niveles de desnutrición que ponen en riesgo su vida. 

Tanto Paola Sabogal como Ana Arizmendi coinciden en lo retador que puede ser para profesionales de salud pasar de un paradigma centrado en el peso a uno en el que se reconocen problemáticas profundas y estructurales que generan enormes tensiones en las sociedades, como el racismo, el clasismo y la gordofobia.

Cómo vamos

Cuando le pregunto a mi mamá por la relación que tiene actualmente con su cuerpo me dice: “hija, yo ya me reconcilié con él”. Me comenta que el temor que sentía antes de ser juzgada en citas médicas por su peso ya no existe, sin embargo en consulta siempre pide que no la pesen, es un dato que no le interesa conocer. Ella dejó de hacer dietas hace muchos años y come atendiendo a sus antojos sin sentir culpa. Un mantra, como lo llama ella, que la ha ayudado mucho estos últimos años es: la comida no es mi enemiga ni mi refugio. Todavía hay cosas que ella quiere cambiar, claro, pero ninguna de ellas es su cuerpo.

Yo, después del diagnóstico de anorexia que recibí en 2011, he pasado por otros trastornos de alimentación como la ortorexia, la bulimia y los atracones. En estos diez años me he acercado a diferentes profesionales, principalmente psicólogos, psiquiatras y nutricionistas, buscando superar la enfermedad. 

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El proceso con Paola Sabogal que comencé en noviembre de 2020 ha sido una invitación constante a cuestionar mis creencias sobre la alimentación y la relación que he tenido con mi cuerpo. He vuelto a preguntas y reflexiones que me acompañan desde hace varios años, esta vez haciendo más consciente la violencia sistemática que experimentamos, especialmente las mujeres, por tener o no cuerpos normativos, es decir, cuerpos delgados. Abordar mis problemas de alimentación desde una perspectiva crítica en compañía de Paola me ha permitido identificar cómo la cultura de dieta y la gordofobia operan en nuestra sociedad e inciden significativamente en nuestras experiencias vitales. 

Me parece importante señalar que al peso corporal se suman muchos otros factores como la raza, la orientación sexual, la identidad de género, la nacionalidad o la clase social, que también hacen que unas personas sean más susceptibles que otras a diferentes situaciones de opresión. Lo anterior para decir que, claro, nuestros testimonios están mediados por los privilegios que hemos tenido mi mamá y yo. No todas las experiencias de personas con TCA son como la mía, tampoco las personas gordas vivirán lo mismo que mi mamá. 

Antes de terminar quiero decir que no he superado los TCA. Tengo unas épocas mejores que otras. Me pregunto constantemente si superarlos es posible. Paola dice que sí. A veces también lo creo y otras veces pienso que la cura definitiva no está a mi alcance, por lo que mi objetivo debe ser descubrir nuevas formas de relacionarme con mi cuerpo, compartir experiencias y reflexionar con más personas sobre estos asuntos.

 
*Comunicadora social y gestora de programas de voluntariado.

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