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Bienestar Colsanitas

Las hormonas: aliadas y enemigas

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Las hormonas mantienen la buena salud de todos los sistemas, pero cuando se desequilibran pueden causar muchos problemas. Por eso es importante conocerlas y saber leer sus señales.

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asi todo lo que pasa dentro del organismo humano tiene que ver con las hormonas: si usted siente apetito o llenura, es el balance entre grelina y leptina; si tiene sueño, es la melatonina; si su hijo “se estiró”, es la hormona de crecimiento; si se siente triste o feliz es porque están trabajando la dopamina y la serotonina; cuando se estresa, libera cortisol y adrenalina; si está lactando es gracias a la oxitocina y a la prolactina. Y así podríamos seguir armando una lista interminable de procesos fisiológicos asociados a las hormonas.

Pero a pesar de que son muchas y de que juegan un papel fundamental en nuestras vidas, poco nos preocupamos por ellas, incluso dudamos a qué médico acudir cuando se desequilibran las hormonas. Como señala el doctor Ernesto Moscoso, de Colsanitas: “la gente muchas veces no sabe que los endocrinólogos somos los que tratamos las enfermedades relacionadas con las hormonas y el metabolismo. Es el caso de la diabetes, una de las enfermedades con mayor prevalencia en nuestra especialidad, en la que está alterada la insulina, una hormona fundamental para el organismo”.

Existen muchos libros y estudios sobre el papel que tiene cada hormona en los procesos del cuerpo, y sería imposible explicarlas todas en un artículo. Lo que sí podemos hacer es entender, a grandes rasgos, qué son, para qué sirven algunas de ellas, qué pasa cuando se desequilibran y cómo podemos cuidarlas.

Qué son las hormonas

Se dice que las hormonas son los mensajeros químicos del cuerpo, pues viajan por la sangre desde las glándulas endocrinas (los órganos donde se producen) hasta un tipo de células que se llaman diana. Las glándulas endocrinas son el hipotálamo, la hipófisis, la glándula pineal, la tiroides, las paratiroides, el páncreas, las glándulas suprarrenales, los ovarios y los testículos. Cuando se encuentran, hormona y célula diana hacen clic, y se empiezan a producir diferentes efectos.

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"El sistema endocrino debe funcionar como un reloj: cuando falla una pieza, falla todo el engranaje".

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Las hormonas trabajan por turnos; algunas están más activas de noche, como la melatonina que regula el sueño, y otras en el día, como el cortisol, que actúa como la pila de un celular: se “gasta” de día y se recarga mientras dormimos. Muchas de ellas también se activan cuando las estimulamos, como la insulina, que es liberada por el páncreas cada vez que comemos, con el fin de regular el comportamiento de la glucosa en el cuerpo.

Estos microscópicos pero poderosos agentes bioquímicos conforman el llamado sistema endocrino, que funciona como un reloj: cuando falla una pieza, empieza a fallar todo el engranaje. Por eso es importante mantener el equilibrio para que cada hormona haga lo que tiene que hacer, ni más ni menos, pues los problemas empiezan cuando trabajan en exceso o a menor capacidad.

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La insulina

La insulina es una hormona muy importante, pues como explica el doctor Moscoso, “funciona como una llave que, al encajar con la cerradura de la célula, la puede abrir para permitir que ingrese glucosa, que es la energía necesaria para que esa célula pueda cumplir las funciones que le corresponden”. Sin energía, las células simplemente no funcionan. La insulina también actúa para que el cuerpo guarde reservas de energía para situaciones de emergencia, por ejemplo, cuando no hay comida disponible. Lo hace en el hígado en forma de glucógeno, y en los órganos y tejidos en forma de grasa. Así, cuando el cuerpo lo necesita, el glucógeno se convierte nuevamente en glucosa y queda disponible para “alimentar” a las células. Lo mismo ocurre con la grasa.

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"Las hormonas son los mensajeros químicos del cuerpo, pues viajan por la sangre desde las glándulas endocrinas".

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Los problemas ocurren cuando tenemos una deficiencia o un exceso de insulina. En el primer caso, porque sin ella la glucosa no tiene cómo entrar en las células y queda en el torrente sanguíneo, presentándose la diabetes tipo 1, que es la menos común. Se da en niños y jóvenes, y es la que requiere de la aplicación de insulina. Cuando hay exceso de insulina el sistema llave-cerradura no funciona bien, y se requiere más cantidad de hormona de lo normal para que la glucosa pueda entrar a la célula. Esta situación se denomina resistencia a la insulina, que con el tiempo puede agotar la producción de insulina en el páncreas. Esta es la diabetes tipo 2, que padecen millones de personas en el mundo. En ésta, algunos casos requieren dosis de insulina para mantener el equilibrio del sistema.

El cortisol

Otra hormona protagonista en estos tiempos es el cortisol, que se asocia al estrés. El cortisol se produce en las glándulas suprarrenales, que como su nombre lo indica, están encima de los riñones, y lidera, junto con la adrenalina, la famosa respuesta de “lucha o huida”. Estas hormonas eran las que permitían a nuestros antepasados defenderse o correr rápido cuando un animal los perseguía o un peligro los acechaba.

¿Cómo funcionan? Ante una situación de amenaza o estrés, el cuerpo se enfoca en sobrevivir, para eso libera cortisol y adrenalina que, entre otras cosas, permiten poner “en pausa” los sistemas inmune, digestivo y reproductor para que no gasten energía, aumentar los niveles de azúcar en sangre para que las células puedan producir más energía, ayudar a metabolizar proteínas, grasas y carbohidratos con ese mismo fin, así como enviar más sangre a nuestras extremidades, permitirnos mayor concentración y hacernos más fuertes y rápidos.

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"La gente muchas veces no sabe que los endocrinólogos somos los que tratamos las enfermedades relacionadas con las hormonas y el metabolismo".

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Es decir, toda la maquinaria enfocada en producir energía para pelear o huir. Según explica el doctor Moscoso, esa respuesta hormonal está diseñada para actuar en un tiempo corto, por ejemplo, el impulso para salir corriendo.

No funciona bien en lapsos prolongados como nos ocurre hoy, que ni huimos ni peleamos, y nuestro estrés es permanente, menos intenso porque no lo generamos en una situación de vida o muerte, pero más prolongado en el tiempo. Por eso el estrés está en la base de tantas enfermedades: el desequilibrio provocado por el cortisol y la adrenalina daña poco a poco órganos y tejidos del cuerpo.

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Tres hormonas principales

Otro trio de hormonas muy conocido e importante está conformado por la progesterona, los estrógenos y la testosterona. Las dos primeras típicamente femeninas, la última masculina, pues se produce en mayor cantidad en los hombres, en quienes no solo desarrolla un papel clave en el desarrollo de los tejidos reproductivos, sino que cumple funciones relacionadas con el crecimiento de la masa muscular, los huesos y el pelo, así como en la profundización de la voz durante la adolescencia, entre otros.

Los estrógenos y la progesterona en las mujeres se encargan de regular el ciclo menstrual y su función reproductora. Pero no solo eso: los estrógenos también participan en el desarrollo de las características sexuales femeninas durante la pubertad, en el metabolismo de las grasas —por lo que son una protección natural contra las enfermedades cardiovasculares—, impiden la pérdida de calcio de los huesos, intervienen en la formación de colágeno y ejercen influencia en áreas del cerebro relacionadas con las emociones, de ahí que se les responsabilice de los cambios de humor en la mujer.

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"Los estrógenos participan en el desarrollo de las características sexuales femeninas durante la pubertad".

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La progesterona, por su parte, se lleva el papel protagónico en los embarazos. Esta hormona prepara el útero para que el óvulo fecundado pueda implantarse y mantenerse, para lo cual le pone freno a la menstruación. Por eso se eleva y es la causante de esos mareos que tanto molestan a las embarazadas y que tranquilizan a sus médicos, pues es una señal de que el proceso está funcionando. Durante la gestación, la progesterona también se encarga de preparar las glándulas mamarias para la lactancia, aunque la producción de leche sea tarea de otras hormonas.

Los niveles de estas hormonas cambian según la etapa de la vida, e incluso en la mujer presentan cambios todos los días. Ahora bien, cuando llega la menopausia los niveles de estrógenos y progesterona se reducen drásticamente, por eso se incrementa el riesgo de osteoporosis, así como de alteraciones del sueño y cambios de humor, entre otros.

La osteoporosis también puede ocurrir cuando se presenta exceso en la producción de paratohormona, una hormona producida por unas pequeñas glándulas situadas detrás de la tiroides (llamadas paratiroides), que regulan el metabolismo del calcio y el fósforo.

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La tiroxina

Otra hormona muy influyente es la tiroxina, producida por la tiroides. Tiene efectos en prácticamente todos los órganos y tejidos del cuerpo y regula nada más y nada menos que el metabolismo, es decir, la forma en que nuestro cuerpo consigue energía para realizar todas sus actividades. Esta hormona también falla por exceso (hipertiroidismo) o por defecto (hipotiroidismo). En el primer caso acelerando los procesos fisiológicos, y en el segundo haciéndolos más lentos.

¿Existe alguna manera de cuidar las hormonas?

Para el doctor Moscoso, no existe una fórmula secreta para cuidar las hormonas. Sin embargo, hay algunos consejos que pueden ayudar a mantener el equilibrio:

• Ser más cuidadosos con la cantidad de comida que ingerimos. Evitar grasas saturadas, azúcares, panadería y alimentos procesados. Lo mejor es volver a lo natural, a las verduras y las frutas, el huevo, las grasas buenas como el aceite de oliva, el aguacate, las aceitunas, las semillas de linaza, cáñamo o chía.

• Hacer ejercicio de forma regular.

• Tener cuidado con preparados hormonales que no sean indicados por su médico, como los que se ofrecen en gimnasios.

• También con los medicamentos hechizos para los dolores, pues pueden traer cortisona camuflada sin que lo estipule el inserto. Lo mismo ocurre con fórmulas para bajar de peso, que pueden contener hormona tiroidea.

• Dormir bien. Como dijimos, el sueño es importante porque permite a muchas hormonas descansar o recargarse.

• No se deje coger ventaja del estrés. Hay muchas formas de mantenerlo a raya, como el ejercicio, el yoga, la meditación.

• En lo posible evite las botellas y recipientes de empaque plástico, pues tienen un componente llamado BPA, que con el paso del tiempo o el calor, se va liberando y queda en sus líquidos o comidas. Esta sustancia puede alterar algunas hormonas.

• ¿Y el café? Depende, si usted tiene sus hormonas en orden, un par de tazas de café al día no le van a hacer ningún daño.

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Luisa Reyes

Periodista. Colaboradora frecuente de Bienestar Colsanitas