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Bienestar Colsanitas

¿Cómo hablar de discapacidad sin discriminar?

Ilustración
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Las personas con discapacidad representan más del 15 % de la población, pero siguen enfrentando prejuicios y estereotipos. ¿Cómo ser una sociedad más incluyente con la diversidad?

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Hace apenas 50 años el mundo comenzó a escuchar a los defensores de los derechos de las personas con discapacidad y con ello se ha podido evidenciar que el verdadero problema no está en que las personas tengan características que les hacen diferentes sino en que las barreras, la falta de apoyo y de aceptación de la discapacidad como parte de la diversidad humana, son lo que las mantiene al margen de la sociedad.

Constantemente las personas con discapacidad son eliminadas del imaginario social. Del total de películas que ha visto, ¿cuántas tienen entre su reparto a una persona con diversidad funcional? En su búsqueda por aprender otros idiomas, ¿ha considerado instruirse en lengua de señas? ¿El lugar en el que vive está adecuado para quienes usan sillas de ruedas? “Muchas personas no han tenido contacto directo con personas con discapacidad debido a prácticas arraigadas de segregación e institucionalización”, sostiene el Informe de la Relatora Especial sobre los derechos de las personas con discapacidad.

Pese a ese imaginario que la sociedad ha construido a lo largo de la historia, la realidad es que más del 15 % de la población mundial (alrededor de 1.200 millones de personas) vive con una discapacidad, y en Colombia son más de 3 millones. Pero aún “la sociedad envía sistemáticamente mensajes degradantes y deshumanizadores sobre su apariencia, su comportamiento y su valía”, continúa el informe.

Las definiciones

Las personas con discapacidad son aquellas que tienen condiciones físicas, cognitivas, sensoriales o psicosociales determinadas que se ven obligadas a enfrentar barreras en el entorno, lo que les impide desempeñar su participación plena y efectiva en la sociedad con igualdad de condiciones. 

Una persona que nació sin sus dos piernas no es discapacitada, pues es alguien que crece con todas las capacidades que su cuerpo le permite. En cambio, la falta de rampas o ascensores así como las calles y pasillos estrechos que imposibilitan el paso de sillas de ruedas son lo que genera la discapacidad. De modo que si la universidad en la que estudia o el edificio donde trabaja presenta estas barreras, esta persona no puede participar de la sociedad ni ejercer sus derechos de la misma manera que quienes no usan silla de ruedas, por poner un ejemplo.

El capacitismo se trata de discriminar a las personas con discapacidad, mantener prejuicios sociales contra ellas, verlas como incompletas, incompetentes o incapaces, “es un sistema de valores que considera que determinadas características típicas del cuerpo y la mente son fundamentales para vivir una vida que merezca la pena ser vivida”, señala el informe de la relatora.

Las visiones

Históricamente las conversaciones en torno a la discapacidad se han sostenido desde dos modelos. Por un lado, un modelo de prescindencia, es decir, cuando la discapacidad es vista por la sociedad como un castigo o como la consecuencia de un pecado cometido.

Por el otro, un modelo médico-rehabilitador que pone al Estado y la medicina como autoridades obligadas a intervenir porque supuestamente los cuerpos no funcionan como deberían. Y como es desde la medicina que se les diagnostica, se asume que todos los apoyos que reciban deben provenir exclusivamente de allí. No se tiene en cuenta el trabajo ni la educación porque “no es algo que les corresponda”, según explica Camila Andrea Castellanos Roncancio, coordinadora de programas de la Fundación Saldarriaga Concha.

En ambos casos se ha tenido presente la premisa de que las personas con diversidad funcional no son útiles para la sociedad, pues son vistas desde “lo que no tiene, de la deficiencia”, afirma Sabrina Pachón, directora de la Corporación Polimorfas. Esa fue la situación que ella misma encontró cuando inició su proceso de pensión de invalidez, “dudaban de que yo tuviera una maestría. Me preguntaban para qué estudiaba, para qué quería un trabajo. Tengo una discapacidad auditiva, pero eso no me define”, comenta. 

El modelo social

A finales de los años 60, en el mundo occidental se comenzaron a revertir esos modelos, hasta que en los 90 surgieron las primeras normas internacionales sobre las personas con discapacidad. Pero el verdadero momento culmen del cambio de paradigma se dio en 2006, con la Convención Internacional de las Personas con Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

Este instrumento internacional, según cuenta Federico Isaza Piedrahíta, asesor en el Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social (PAIIS) de la Universidad de los Andes, fue escrito en conjunto con personas con diversidad funcional y pone el foco de la discapacidad en la sociedad y no en la persona, al reconocer que las barreras sociales son los principales obstáculos para el disfrute de los derechos humanos de las personas con discapacidad. 

Esta convención recoge lo que en la lucha de las personas con discapacidad se conoció como El modelo social, que pone los derechos en el centro y reconoce al otro como un sujeto que, más allá de sus características particulares, es una persona. Y solo por el hecho de ser persona, tiene unos derechos que lo ponen en igualdad a los demás.

Estas discusiones ya se habían dado en torno a los derechos de otras personas discriminadas por cuestiones de raza, género u orientación sexual. “Con las personas con discapacidad, sin embargo, seguimos preguntándonos si pueden ir a la escuela, tomar una decisión en salud con individualidad, o estar en todos los espacios (educativos y laborales)”, sostiene Federico Isaza. Con el modelo social estamos caminando hacia un futuro en el que no haya duda sobre ninguna de estas cuestiones.

CAPACITISMO CUERPOTEXTO

¿Cómo hacerlo? 

Para Isaza hay que “prender el radar de la discapacidad, tratar de ser conscientes de que este mundo en el que vivimos está hecho a la medida de un ‘ideal’ y que cuando nos montamos en el transporte público o caminamos por el andén para salir de nuestro espacio de trabajo, encontramos esas barreras”. 

Pero también se trata de “entender que una persona antes de una discapacidad es una persona”, señala Sabrina Pachón. Y agrega “¿las personas sin discapacidad lo pueden hacer todo? No. Cada uno tiene unas condiciones, habilidades, necesidades y aptitudes que lo hacen propio para ciertos contextos. Funciona igual para las personas con discapacidad”. Por su parte, Andrea Castellanos coincide, “el primer paso para la inclusión es darse la oportunidad de interactuar con alguien. Hay ajustes que yo podría proporcionar para que sus condiciones sean iguales a las mías. La clave en el ejercicio de la inclusión es que compitamos menos y cooperemos más. Es trabajar en equidad para que accedamos a los mismos derechos”.

Aceptar la diversidad también implica accesibilidad, y eliminar la visión capacitista beneficia a la sociedad en su conjunto. Piense en un edificio donde las rampas estén y funcionen; son útiles para las mujeres embarazadas, para los adultos mayores, y hasta para el que se acaba de tronchar el pie. “Los docentes que realizan ajustes en el modelo educativo para los alumnos con discapacidad se encuentran con que ese cambio les funciona a los demás”, comenta Castellanos. “A veces se piensa que los cambios que hay que hacer son abismales y difíciles”, señala la directora de la Corporación Polimorfas, “pero muchas veces es más un cambio de actitud para entender a otros y flexibilizar procesos y actividades”. 

Cambiar el modelo permite ver las barreras y definir las acciones que debe hacer el Estado y la sociedad para realmente reconocer a las personas con discapacidad como iguales. Mucho de ello está en las acciones que podemos implementar las personas sin discapacidad.

Lenguaje inclusivo contra el capacitismo

Usar una comunicación inclusiva al referirnos a la discapacidad es otro camino hacia la eliminación de las barreras y una contribución a la transformación social.

Modii es una plataforma que recopila recursos lingüísticos para promover una comunicación basada en la igualdad, la inclusión y la no discriminación. Entre muchos contenidos, desarrollaron una guía sobre discapacidad cuyos recursos compartimos a continuación.

Claves para hablar sobre discapacidad:

1. Hacer énfasis en la persona y no en la discapacidad.

2. No decir “discapacitada” lo correcto es “persona con discapacidad”.

3. Evitar referencias como “sufre de una discapacidad”, “está postrada en una silla”.

4. Mejor diga  “persona que vive con una discapacidad”, “usa una silla de ruedas”. 

5. No dé consejos médicos, cada persona tiene características y necesidades diferentes.

6. Tener en cuenta que las personas sordas no son sordomudas, porque pueden emitir sonidos.

7. No dirigirse de manera condescendiente a las personas con discapacidad ni infantilizarlas: no usar diminutivos, no exagerar la modulación ni cambiar el tono de voz.

 

*Periodista de Bienestar Colsanitas.

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