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Bienestar Colsanitas

Cómo hablar de la muerte con los niños

Los especialistas aconsejan decir la verdad y hacer algún ritual que ayude en la elaboración del duelo.  

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 raíz de la pandemia, la muerte está más presente en los hogares y en las conversaciones cotidianas. Por ello, el concepto y la elaboración del duelo en los niños es otra arista de la pandemia que los mayores necesitan abordar. 

El duelo es el proceso psicológico que se produce tras una pérdida, una ausencia, una muerte o un abandono, es diferente para cada persona y sus síntomas son distintos de acuerdo con el grado de apego a la persona que muere. 

“El duelo de un adulto es diferente al de un niño y esto varía dependiendo de la edad del menor. Lo peor que puede ocurrirle a un niño es que esa persona con quien tiene un lazo fuerte se muera”, indica la doctora Esperanza Durán, psicóloga, jefe de soporte emocional de la Clínica Colombia de Colsanitas. Una explicación que ratifica Catalina Ayala, psiquiatra de Sanitas especializada en niños y adolescentes: “el duelo es un proceso normal para todos y tiene distintas etapas que se deben vivir a través de diversas manifestaciones”.

Como lo analiza el doctor William Worden, doctor en psicología y considerado una de las autoridades mundiales en el manejo del duelo: “el primer paso ante una situación que supone un cambio significativo en el ambiente familiar del niño, como es una enfermedad grave o una pérdida, es comunicarle lo que ha acontecido. Los niños necesitan y desean ser informados con la verdad. Siempre es difícil comunicar una mala noticia ya que no se desea que el otro sufra, sobre todo si es menor. Aún así se debe tener presente que el informar, el decir la verdad, aunque sea doloroso, va a ser beneficioso para él”. De otra forma, si el niño ve a los adultos sufriendo va a intuir que le están ocultando algo. 

Para la psiquiatra Ayala, además de asumir la pérdida como algo real, que pasó y que no se debe esconder, es necesario que la familia tenga una estrategia clara y se hagan algunos rituales que ayuden en el proceso de comprender y aceptar. También es importante que los niños sepan que el adulto también siente tristeza y llora, que es natural. 

¿Cómo hablar de la muerte y apoyar su duelo?

Como recalcan las especialistas Ayala y Durán, el manejo de la información sobre la muerte de un ser querido debe darse según la edad, porque de ello depende qué concepto se puede comprender y la manera de expresar su tristeza.

En edades tempranas, de uno a cinco años, como no hay un pensamiento concreto aún y no entienden los simbolismos, dice la doctora Ayala, las explicaciones deben ser directas. “El niño a esa edad no entiende analogías como: ‘es un angelito y se fue al cielo’ o ‘voló como una mariposa’. Una explicación puede ser: ‘se durmió para siempre, ya no va a estar más con nosotros’. Hasta ahí debe llegar la explicación”. Vale la pena añadir que había una condición (enfermedad o vejez, por ejemplo) y que por ello para esa persona era difícil vivir.

Hay que decirles siempre, sin importar la edad, la verdad, con respuestas cortas y puntuales, porque las explicaciones largas no las van a entender. Funcionan frases como: “no podía respirar bien”, “tenía muy dañado su cuerpo”, sin darle explicaciones médicas extensas. De acuerdo con la doctora Ayala, no es recomendable que los niños tan pequeños vean a la persona muerta. 

Lo primordial, dice la psiquiatra Ayala, es no ocultar los hechos. Igualmente, si el niño llora hay que dejar fluir sus sentimientos y explicarle que es normal, porque todos lloramos cuando perdemos a un ser querido. Tampoco se debe ocultar la tristeza propia: es natural que los adultos lloren porque también están pasando por un periodo de duelo.

Con los niños entre los seis y los doce años las explicaciones pueden ser un poco más elaboradas, porque ellos ya entienden el concepto de vida y muerte. Sus emociones son más claras y las expresan: pueden experimentar rabia y tristeza. Se puede entablar una charla para comentar las causas de la muerte, sin ahondar en términos médicos. 

Sin embargo, explican las especialistas, es clave ayudarlos a expresar y manejar sus emociones. Como dice la doctora Ayala, “el adulto debe dejar que los niños expresen, pregunten y lloren, de lo contrario pueden quedar bloqueados”.

Se pueden hacer algunos rituales que ayudan a despedir al ser amado: cartas, dibujos, homenajes como sembrar un árbol en su nombre, entre otros, pues a través de ese gesto van a expresar sus emociones y a comprender que esa persona no va a volver físicamente.

 

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En la etapa de la vejez, algunas personas sólo requieren dormir entre cuatro y cinco horas por día.

En la pre y adolescencia 

En cambio los chicos que están entrando a la pre y a la adolescencia, entre los 12 a los 18 años, tienen un pensamiento mucho más desarrollado, hay conceptos existencialistas y filosóficos, por lo cual se pueden entablar conversaciones más profundas sobre el significado de la muerte y su condición definitiva.

Es posible que en estas edades los muchachos ya hagan, como en el adulto, la elaboración del duelo a través de las etapas que lo componen: negación, rabia, tristeza, negociación y aceptación.

Lo mismo que en etapas más tempranas, la muerte se debe abordar en familia, con sinceridad y abiertamente.

Los rituales, de acuerdo con las creencias religiosas y las prácticas culturales, ayudan a la elaboración del duelo, que, como explican las doctoras Ayala y Durán, es normal que se extienda de seis meses a un año o más cuando es más intenso.

Cambios y actitudes ante el duelo

Como se dijo anteriormente, el concepto de la muerte y su percepción es diferente en cada edad, igualmente varían las reacciones ante la pérdida. Depende mucho, dice la doctora Durán, del tipo de relación que había con la persona que muere. Si era cercano, si estaba muy presente en la vida del joven o si en cambio no lo veía mucho.

Ahora, si la pérdida es de alguno de los padres o cuidadores, los niños pequeños van a experimentar miedo por falta de protección. Por ello, es importante generar una red de apoyo que permita continuar con las actividades cotidianas como el colegio, los deportes, los juegos, para que inicien su recomposición.

Los niños más pequeños pueden experimentar alteraciones en el sueño, la alimentación, el control de esfínteres o apatía. Sobre todo si la persona que muere tenía una relación estrecha con el menor. Todas estas reacciones son naturales. En algunos casos se necesita acompañamiento especializado para darle protección y seguridad y ayudarlo a transitar ese camino. 

Los rituales y la pandemia

La pandemia ha hecho que los rituales que permiten la elaboración del duelo en sus etapas iniciales no se realicen. Por ello las especialistas recomiendan realizar otro tipo de actividades que permitan despedir al ser querido: dibujos, cartas, visitas al cementerio para hacer un homenaje, entre otros. 

Recuerde

  • Siempre informar de la muerte de un ser querido, teniendo en cuenta la edad del menor. 

  • Si la persona está enferma y se presume que va a morir, informar lo que está sucediendo y lo que puede pasar. De esa forma se puede anticipar la despedida. 

  • Hablar en familia de la situación, no ocultar una enfermedad o la muerte.

  • No menospreciar las emociones del niño o adolescente. No se deben desconocer sus sentimientos. Jamás decirle “eres un varón y no debes llorar”.

  • Aceptar y hablar sobre la muerte como una situación definitiva en la vida, que no tiene regreso.

  • Pedir apoyo especializado con psicología cuando la situación desborda la capacidad de manejarlo en familia. Sobre todo cuando el niño o adolescente no deja de pensar en la muerte o no avanza en su duelo.

 

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