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Bienestar Colsanitas

No todo vale en la cirugía plástica y estética

¿Hasta dónde puede llegar la cirugía estética? ¿Una persona puede hacerse todas las cirugías que quiera? ¿Quién pone los límites, o dónde se ponen? Este artículo examina las responsabilidades de médicos, pacientes y sociedad.

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Las expectativas de un paciente que desea someterse a una intervención quirúrgica con fines estéticos y las posibilidades de que un médico especialista en Cirugía Plástica y Reconstructiva esté dispuesto a satisfacer sus peticiones, en Colombia, están mediadas principalmente por el juicio del profesional, su formación académica, su experiencia y sus valores. Por eso, las pretensiones que atentan, por ejemplo, contra la propia seguridad del paciente o aquellas que van en contravía de las condiciones de normalidad de la fisonomía humana, se ven limitadas por el criterio ético de un médico responsable.

“La medicina es una profesión que tiene como fin cuidar de la salud del hombre y propender por la prevención de las enfermedades, el perfeccionamiento de la especie humana y el mejoramiento de los patrones de vida de la colectividad, sin distingos de nacionalidad, ni de orden económico-social, racial, político y religioso. El respeto por la vida y los fueros de la persona humana constituyen su esencia espiritual. Por consiguiente, el ejercicio de la medicina tiene implicaciones humanísticas que le son inherentes”, dice la Ley 23 de 1981, por la cual se dictan en Colombia normas en materia de ética médica.

Ricardo Peña Cortés, especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, adscrito a Colsanitas, explica que algunos de los pilares en los que se apoyan los especialistas de su área cuando Karem Racines Arévalo* se encuentran en encrucijadas éticas, son las premisas de que “el médico no expondrá a su paciente a riesgos injustificados” y la del “compromiso de mantener la morfología funcional del paciente”, para que lleve a cabo sin dificultades sus actividades cotidianas. “Si cumpliendo esto también podemos ayudarle a mejorar su imagen corporal, el cómo se siente, entonces mayor ganancia”, apunta el especialista.

Peña también advierte que en el caso de las cirugías de cambio de sexo, las decisiones no sólo se toman entre paciente y cirujano plástico, sino que intervienen los comités de bioética, que evalúan cada caso en relación con las dimensiones éticas de las ciencias médicas y de la salud, las de las ciencias biológicas y las políticas de salud innovadoras. En Colombia, el Comité Nacional de Bioética, adscrito al Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación, se creó en 2010, bajo las recomendaciones de la Unesco.

Con respecto a las cirugías para reducción de senos, las de nariz, de mentón o de pómulo, el especialista de Colsanitas recomienda que se espere, al menos, hasta que el paciente tenga 17 años de edad, para que haya alcanzado el 90 % de su desarrollo en crecimiento, correspondiente a la etapa de pubertad, y también para que tenga una mayor madurez psicológica. De todos modos, hay que resaltar que en algunas circunstancias no aplica la norma general.

Cirugias CUERPOTEXTO

De hecho, hay una excepción en la que coinciden los expertos, y es en el caso de las otoplastias que se hacen para corregir “orejas en pantalla”, que son aquellas que están muy separadas del cuero cabelludo. Esta prominencia genera descalificación y burlas; por eso, y porque esta estructura ya se ha desarrollado en un 90 %, es admisible que la cirugía se realice a partir de los 7 años de edad.

Jorge Luis Gaviria, exdirectivo de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica y Reconstructiva, opina que la estandarización de la belleza actúa en contra del deber ser, porque actores o influenciadores establecen patrones que no todos pueden cumplir. En este escenario, algunos jóvenes toman decisiones a la ligera, y a veces tienen padres cuya prioridad es complacerlos. Entonces ese es el momento en el que el médico, con sus criterios profesionales y sus valores personales, debe atajar una decisión apresurada, o guiar a esa familia para que actúe de forma responsable y comedida.

“Valores como la honestidad, la solidaridad, la integridad y la responsabilidad no sólo se adquieren en la universidad; se gestan en el hogar y son los que nos alejan de la mercantilización del acto médico. De tal manera que siempre hay que decirle al paciente los riesgos a los que nos enfrentamos, no ofrecer más de lo que podemos asegurar, no minimizar la importancia de la etapa posoperatoria. Aun cuando esto conlleve a que el paciente se asuste y se retracte. Omitir la verdad es también una falta ética. Y el paciente tiene el derecho a decidir, pero el médico tiene el deber de darle suficiente información para que lo haga de la mejor forma. Con estas herramientas, pienso yo, es que se construye el prestigio”, apunta Gaviria, quien ejerce como especialista en Cirugía Reconstructiva en el Hospital Simón Bolívar de Bogotá.

Y una interesante precisión del especialista Gaviria es que ante las dudas para resolver dilemas éticos, los cirujanos plásticos pueden recurrir a la junta médica, que es una reunión entre al menos tres médicos de la especialidad para exponer y escuchar argumentos, revisar antecedentes, evaluar las condiciones específicas del caso y entre todos hallar el mejor camino. El resultado de la sesión se documenta y es un mecanismo que además de proteger al paciente se convierte en un instrumento con peso legal.

Al respecto, el cirujano plástico Ricardo Peña cuenta que en Colsanitas se realiza un comité de la especialidad cada mes, pero además se pueden solicitar reuniones extraordinarias cada vez que algún colega lo requiera para definir esos puntos académicos y éticos que permitan ofrecer lo mejor a los pacientes.

La autorregulación

En Colombia no se dispone de un código de ética para la cirugía plástica y reconstructiva, pero se tiene como referencia el de la Federación Iberoamericana de Cirugía Plástica, a la que pertenece el país. En este manual se establecen claras referencias para solucionar controversias del ejercicio profesional, entre las que se advierte sobre la necesidad de no dejar los espacios abiertos para “el intrusismo” de médicos no especialistas que invaden el campo de la cirugía plástica.

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 La cifra

1 de cada 4 casos que revisan los Tribunales de Ética Médica están vinculadas con la cirugía plástica.

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El documento también menciona, por ejemplo, la obligatoriedad de que el especialista esté informado en los avances científico-técnicos en la cirugía plástica. Se hace énfasis en el rechazo a convertir en espectáculo los procedimientos y en las previsiones que deben tomar los profesionales para evitar que un cambio de fisonomía o de identidad se solicite con la intención de evadir la justicia.

Y para dirimir las situaciones en las que se cuestiona el actuar de los profesionales de la medicina están los Tribunales de Ética Médica, que son órganos legales y oficiales soportados por la Ley 23 de 1982, creados con el objetivo de salvaguardar la buena práctica médica.

El presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica, José Sinay Arévalo Leal, es médico nuclear y docente de Bioética en la Universidad del Rosario. Explica que “Lo más frecuente es que médicos que no han cursado especialización asuman compromisos que no están en el radio de acción de su preparación académica, y ante consecuencias negativas de sus actos sean llamados a botón. Con los que se hacen pasar por médicos no tenemos competencia, éstos deben responder ante la justicia ordinaria”, apunta el magistrado Arévalo.

También refiere otras situaciones que frecuentemente son objeto de denuncias ante los tribunales éticos, como el uso de locaciones inadecuadas para el acto médico con fines estéticos, donde no hay recursos tecnológicos ni personal idóneo para responder a complicaciones durante la intervención. Si bien puede haber una responsabilidad que recae sobre el paciente en el momento de la escogencia del médico, el mayor compromiso lo tiene el profesional de la medicina, que está obligado a no someter al paciente a riesgos injustificados.

“La recomendación que yo hago a los médicos, especialmente a los más jóvenes, es que pongan tres elementos en una balanza: de un lado el riesgo del paciente (edad, patologías, estilo de vida) y los riesgos de la intervención (cómo, dónde, quién, a qué costo y con qué garantías, complejidad de la cirugía y su experticia), y del otro lado, el bienestar que generará el procedimiento en el paciente en relación con su funcionalidad y su autoconcepto. Si esa evaluación se hace con honestidad y responsabilidad, seguramente la decisión será la más conveniente”, finaliza el presidente del Tribunal de Ética Médica.

Cirugía segura ya

La periodista Lorena Beltrán aspira a crear conciencia sobre la importancia de sancionar una ley que reglamente la cirugía estética en el país: “A través del activismo logramos incidir en la percepción de la gente sobre las consecuencias de mala praxis en la cirugía plástica, porque algunos lo reducen a un problema menor de mujeres vanidosas que se someten a cirugías para verse como las artistas. Y resulta que es un problema gigante en el que demasiadas personas podemos resultar afectadas, incluso muertas, y muchos actores tienen la posibilidad de evitar que eso pase”, dice.

Lorena asegura que como la cirugía plástica no está reglamentada, cualquier persona con el pregrado en Medicina y con un curso de una semana puede colocar prótesis mamarias o perfilar una nariz, a riesgo de que los resultados sean fatales, como la muerte de un paciente que se complica durante la cirugía, o como en su caso, que sufrió consecuencias físicas y psicológicas tremendas.

“Lo anterior no quiere decir que un cirujano, con toda la preparación, no pueda ser negligente, pero es menos la posibilidad de un desenlace negativo cuando te pones en manos de verdaderos especialistas respaldados por instituciones de salud reconocidas”, advierte.

La activista colombiana de “Cirugía segura ya” piensa que lo primero es que el paciente escoja cuidadosamente al médico: en la página web del Registro Único Nacional de Trabajadores de la Salud se puede verificar si se trata de un profesional especialista en Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva y, por otra parte, advierte que es útil buscar en las plataformas virtuales para rastrear denuncias o antecedentes que hablen de pacientes insatisfechos por posible negligencia del médico.

Lorena Beltrán resume el problema en tres puntos: la falta de control del Estado, porque las sanciones civiles y penales son laxas; la falta de información y prevención por parte de los pacientes, pues no se puede pensar que los seguidores en las redes sociales son un indicador de calidad del trabajo del médico o garantía de seguridad, y no tener en cuenta que cuando se paga barato algo se sacrifica; y, finalmente, una sociedad que confina al territorio de lo banal todo lo que es estético, entonces condena sin conocer los casos en profundidad, no exige garantías ni títulos y cuando las cosas salen mal no denuncia.

 

 

*Periodista y profesora universitaria.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.