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Bienestar Colsanitas

Perros de salvamento

Buscan personas con vida atrapadas entre los escombros o ayudan a localizar cadáveres en lugares de difícil acceso. Los perros rescatistas son parte esencial de los equipos que trabajan donde ocurren las tragedias.

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A las cinco de la mañana del 1 de abril de 2017, Daniel Viuche recibió una llamada telefónica que le espantó el sueño. En la capital del Putumayo, al sur de Colombia, había llovido en 24 horas la cantidad de agua que suele caer en 30 días. Los ríos se desbordaron y arrastraron a su paso todo lo que encontraron: casas, escuelas, iglesias, gente. Como director del componente canino voluntario de la Defensa Civil, Viuche debía presentarse cuanto antes, con sus perros y sus guías, en la dirección general de la institución. Ese mismo día por la tarde llegaron todos a Mocoa para organizar el trabajo que emprenderían en la mañana siguiente.

Andrea Herrera, Diana Angélica Guerrero y Viuche trabajaron como guías de Máximus, un pastor alemán; Suricato, que es golden retriever; Mía, un pastor holandés; Lulú, la schnauzer; Emili, de raza boston terrier, y Tomate, que es criollo. Las mujeres se fueron con sus duplas a la parte alta de los ríos y a otro grupo le encargaron la zona baja afectada por la avalancha.

—Era un terreno muy complicado porque el barro estaba flojo y, a veces, la profundidad era de cuatro o cinco metros —cuenta Viuche—. Las rocas que bajaron con el agua eran inmensas. Las jornadas fueron extenuantes, empezábamos a las diez de la mañana y terminábamos cuando se ocultaba del todo el sol. Tanto los guías como los perros estábamos sometidos a una alta exigencia física y mental —dice el voluntario de Defensa Civil.

El equipo de caninos que estuvo en la operación en Mocoa logró localizar 22 cadáveres. En ese evento natural que causó más de 300 muertos, estas duplas fueron fundamentales para cerrar el ciclo de 22 familias que necesitaban dignificar la partida de sus seres queridos.

Luis Erbin Guío es el director de la Regional Bogotá de la Defensa Civil. Explica que el Sistema de Gestión de Riesgos de Desastre en Colombia involucra a las Fuerzas Militares, Policía, Defensa Civil, Bomberos y Cruz Roja. Todos los departamentos tienen sus seccionales, pero no todos tienen componente canino. Donde los hay cumplen con tres tareas: buscan sobrevivientes, ubican personas muertas o se utilizan con fines recreativos.

—El perro de rescate es muy útil para detectar la presencia de personas sepultadas bajo escombros, avalanchas de barro o aludes de nieve, y también pueden localizar personas perdidas en campos abiertos —explica Guío.

Los guías de caninos, por su parte, no son sólo acompañantes que dan órdenes a los perros: también son rescatistas entrenados en primeros auxilios, prevención en estructuras colapsadas, rescate vertical, manejo de materiales peligrosos, etc. Los que trabajan en las unidades caninas de Defensa Civil, Bomberos y Cruz Roja Colombiana son voluntarios. Por lo tanto, no reciben ninguna remuneración, viven con sus perros y son los responsables del cuidado, la alimentación, los controles veterinarios y los accesorios que usan los ejemplares para hacer su trabajo. Todos lo hacen por su vocación servicio y su sentido patriótico.

Deivison González es el líder del grupo canino de los Bomberos Voluntarios de Bogotá, tiene 10 años de experiencia en la materia y dice que la tecnología ha avanzado mucho pero no ha logrado superar las capacidades de los perros entrenados para cumplir labores de búsqueda y rescate.

—Hay que ser juiciosos y metódicos, pero los resultados son extraordinarios. La relación que establecemos con nuestros perros es tan íntima que muchas veces ni siquiera hay que darles órdenes. Ellos saben qué deben hacer —dice convencido.

Selección y entrenamiento

Juan José Díaz Castro es el coordinador nacional de la agrupación de socorrismo de la Cruz Roja Colombiana, a la cual pertenece el Programa de Perros para Búsqueda y Rescate, que funciona desde hace 20 años. En esta unidad de trabajo disponen de 53 binomios de perros y guías, y ahí se cuentan los que están en formación, los preoperativos (en espera de certificación) y los operativos (certificados internacionalmente).

Castro detalla que para seleccionar a los perros se utilizan los test de Imprinting y de Campbell. Se trata de pruebas para reconocer la capacidad que tienen los cachorros de relacionarse con los seres humanos e identificar el carácter que desarrollarán cuando sean adultos. En la Cruz Roja Colombiana tienen estipulados nueve planes para el proceso de formación, y abarcan el entrenamiento del perro y la capacitación del guía. Se cumplen en dos años y luego el perro se somete a la certificación, en la que se evalúa su desempeño físico, obediencia, destreza y aptitud de búsqueda.

—Cualquier perro puede desarrollar habilidades como la seguridad, la sociabilidad, la obediencia y la autonomía. No es un asunto de raza sino de vocación de servicio —enfatiza Díaz Castro.

La metodología de entrenamiento que usan las tres instituciones de socorro que no pertenecen a la Fuerza Pública, está basada en refuerzos positivos. Ningún perro hace su trabajo obligado. Por el contrario, salen emocionados a revisar los espacios colapsados porque les interesa el premio, no porque reciban algún tipo de estímulo negativo o castigo.

—Cada perro tiene su personalidad, nosotros bromeamos y le decimos a esto “perronalidad”. Y de acuerdo con esas aptitudes y preferencias se define el método de entrenamiento y de refuerzos. Algunos prefieren jugar a comer, otros quieren hallar sus objetivos y recibir a cambio comida o golosinas. Hay que aprender a leer su lenguaje para lograr desarrollar al máximo sus capacidades —explica Viuche.

Cuerpo texto perros salvamento

Los guías de los perros que trabajan en las unidades caninas de Defensa Civil, Bomberos y Cruz Roja son voluntarios. Lo hacen por su vocación de servicio.

En las prácticas los expertos persiguen tres objetivos:

1. Potenciar sus instintos desde cachorros e inculcarles la rutina de buscar para recibir premio.

2. Perseguir la marcación de conducta, es decir, utilizar un lenguaje claro para que el perro sepa cuándo lo hace bien y cuándo no.

3. Aprendizaje cognitivo emocional, que pretende aprovechar la posibilidad de que el ejemplar controle sus emociones. En los entrenamientos trabajan en estructuras demolidas, zonas abiertas donde se pueden aprovechar pantanos, cuevas, huecos, árboles caídos, etc. Pero lo más difícil es encontrar apoyo en grandes edificaciones derrumbadas, porque los propietarios le temen a los riesgos que corren tanto los entrenadores como los guías.

Para familiarizarlos con los olores propios de cuerpos sin vida, los organismos de socorro recurren al apoyo de instituciones como Medicina Legal y la Fiscalía, desde donde se giran instrucciones para la realización de un procedimiento que consiste en impregnar gasas con las partículas de olor de los cadáveres. Luego se colocan esas gasas en tubos de ensayo que se usan en las prácticas con los perros. Los resultados en el campo de trabajo confirman la eficiencia de la técnica.

Con respecto a las razas de perros que son idóneas para las labores de rescate, los expertos consultados coinciden en que el asunto no es de raza sino de aptitudes y entrenamiento. Como muestra de ello, el vocero de Defensa Civil dice que Tomate, uno de los ejemplares de su equipo con mejores condiciones para rescatar sobrevivientes, es un mestizo que nació en la calle.

Juan José Díaz, de la Cruz Roja Colombiana, asegura que el binomio integrado por Lenox (un golden retriver) y Roger Eduardo Casas hace un trabajo impecable en zonas de desastre. Mientras que el bombero voluntario González asegura que Zuky, una perra de raza criolla que recogió en la calle después de que fuera atropellada por un carro, tiene muy altos niveles de registro para la certificación internacional.

—Con respecto al tamaño, los perros pequeños se pueden meter con facilidad en espacios confinados, y los grandes pueden saltar y correr a mayor velocidad para hacer sus barridos y percibir las partículas de olor que los guían. Entonces se pueden suplir las deficiencias de unos con las fortalezas de otros —cuenta Viuche, voluntario de Defensa Civil.

En el campo de trabajo

Los perros son capaces de ubicar a personas y cadáveres que están en profundidades, en lugares no visibles. Cuando hallan a un sobreviviente o un cuerpo sin vida, en el argot de los rescatistas se denomina “positivo”. El bombero González explica que primero se hace un barrido de la zona con el perro que ha sido entrenado para ubicar sobrevivientes, y luego se recurre a los que están preparados para localizar víctimas fatales.

—Hay que tener en cuenta que en esos eventos calamitosos suele haber olores de todo tipo, y lo increíble es que ellos son capaces de diferenciar el olor de un animal descompuesto al de una persona recién fallecida. Ellos tienen su propio lenguaje, mueven la cola, ladran, corren, se muestran excitados. Entonces, el equipo de búsqueda conformado por expertos es el encargado de hacer la penetración para descartar o recuperar personas o cadáveres.

Los expertos voluntarios aseguran que la vida operativa de un perro de salvamento es más o menos de siete años, porque con los años pierden agilidad, capacidad visual y olfativa, resistencia y entusiasmo por el juego. Por eso, es ventajoso que los perros tengan una relación tan estrecha con sus guías, porque éstos sabrán determinar cuál es el mejor momento para su jubilación y lo llenarán de amor en casa como forma de agradecimiento.

Para el momento de su partida, en Defensa Civil tienen un cementerio canino, donde les rinden honores como una muestra de solidaridad con el guía que lo despide, y como reconocimiento al trabajo del perro. Se les destina un espacio y se les pone una placa con su identificación y sus méritos. Todo lo que hacen en vida, de todas formas, es imposible de retribuir.

 

*Periodista. Colaboradora frecuente de Bienestar Colsanitas.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.