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Bienestar Colsanitas

Ocho mitos sobre el dolor

El dolor es una percepción desagradable que experimentamos los seres humanos. Sin embargo, aclaramos algunas dudas en torno a él y su manejo con medicamentos.

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1. Las mujeres sienten menos dolor que los hombres y por eso soportan el parto.

Al contrario, las mujeres toleran menos el dolor y por eso muchos de los dolores crónicos están asociados a mujeres, como las migrañas o la fibromialgia. Esto se debe a que las mujeres están expuestas desde pequeñas a los estrógenos —hormonas fundamentales para desarrollar las características físicas y las funciones reproductivas femeninas—, que generan mayor sensibilización. Por eso su cerebro percibe más dolor.

Las mujeres soportan el parto porque en ese momento se liberan otras hormonas: la oxitocina que hace olvidar la experiencia dolorosa y la dopamina, la hormona de la felicidad, que hace que la experiencia sea vivida de forma distinta. 

2. La medicación es la única forma de reducir o eliminar el dolor.

Se utilizan intervenciones farmacológicas o no farmacológicas dependiendo del tipo de dolor. Entre las no farmacológicas están técnicas como el mindfulness, la visualización guiada o la acupuntura, que pueden ayudar a reducir la percepción de dolor, especialmente el crónico.

Leonardo Palacios, profesor de neurología de la Universidad del Rosario y neurólogo adscrito a Colsanitas, señala que las estrategias aplicadas en la fisioterapia, como los masajes terapéuticos, también funcionan significativamente. Ana Isaza, médica psiquiatra con formación en dolor y cuidado paliativo, explica que algunos dolores crónicos presentan una disminución gracias a la actividad física, cambios en la dieta y en los patrones de sueño.

3. Los medicamentos para aliviar el dolor generan adicción.

Los analgésicos comunes como la aspirina, el acetaminofén y los antiinflamatorios no esteroides (como el ibuprofeno, el naproxeno o el diclofenaco) no generan adicción. Los medicamentos que podrían generar adicción son los opioides. Sin embargo, aclara Isaza, son recetados por el médico tratante bajo criterios específicos y no siempre generan adicción. “Por eso deben ser prescritos y no recomendados por amigos”, señala la psiquiatra.

4. Si tomamos medicamentos para el dolor constantemente, después requerimos otros más fuertes.

Dependiendo del medicamento se puede generar agotamiento del efecto terapéutico. Después de usar un producto con frecuencia, el organismo se acostumbra a él y ya no funciona igual. En esos casos, los usuarios aumentan las dosis para obtener los mismos resultados y eso puede tener efectos a mediano y largo plazo, de acuerdo con Palacios.

Los opioides provocan que el cuerpo comience a adaptarse a su efecto. En ambos casos, los especialistas van rotando los medicamentos para que el organismo no se adapte. 

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5. Todos los medicamentos del dolor sirven para cualquier dolencia.

No, primero se debe encontrar la causa del dolor para controlarlo con un medicamento específico, al que se le evalúa su riesgo. “No se debe hacer autoprescripción o preguntarle a la persona de la farmacia qué tomar para el dolor”, dice Isaza. 

6. El dolor aumenta con la edad.

Sí y no. Con la edad se empieza a tener más desgaste de las articulaciones y ese desgaste puede ser doloroso. Además, suelen aparecer enfermedades asociadas al dolor crónico, como las enfermedades osteo-músculo-articulares. “No es que el dolor se produzca por la edad, sino que las personas tienden a experimentar enfermedades que generan dolor por su propia naturaleza”, explica Palacios.

Por eso, dice Isaza, las personas que procuran un envejecimiento activo (realizan actividad física durante su juventud y tienen buenos hábitos de vida) tienen una vejez “menos dolorosa”.

7. El reposo ayuda a aliviar el dolor.

En ocasiones se asocia el reposo con una mejoría del dolor, pero algunos estudios dicen que no necesariamente, pues existen técnicas de rehabilitación específicas para disminuir el dolor a través del movimiento y la actividad.

Por ejemplo, en un esguince normalmente se pone vendaje y se recomienda reposo mientras sana. “Pero se deben realizar ejercicios de fisioterapia para ayudar a desinflamar, para que circule la sangre y para que esas sustancias inflamatorias, que se quedan ahí por la lesión, se puedan mover a través de los procesos de circulación. Eso se logra a través del movimiento”, aclara Isaza.

En definitiva, el reposo no funciona para muchos de los dolores y solo debe ser utilizado cuando el médico lo ordena. 

8. La depresión genera dolor.

Con la depresión se reduce el umbral del dolor y por eso las personas deprimidas lo perciben más. La explicación es que el dolor y los síntomas depresivos se interpretan en las mismas zonas del cerebro y por eso puede haber una percepción de dolor mayor. 

“En una tusa la gente puede sentir dolor en el pecho, pero si uno les da antidepresivos o ansiolíticos el dolor no se va; sin embargo, cuando les da acetaminofén el dolor se quita porque sí hay una experiencia de dolor. En esos casos uno debe proporcionar los dos tratamientos: para el dolor y para controlar lo emocional que puede estar generando ese dolor”, explica Ana Isaza.

 

*Periodista de Bienestar Colsanitas.

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