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Bienestar Colsanitas

Nuestros hijos y las drogas

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Un gran temor de todos los padres es el momento en que nuestros hijos se encuentren en la vida con las sustancias psicoactivas, tanto legales como ilegales. ¿Qué hacer? ¿Cómo y cuándo hablar con ellos sobre el tema? Tres expertos hacen recomendaciones puntuales.

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as sustancias psicoactivas están presentes en la vida diaria de nuestros hijos desde que son muy pequeños. Ellos nos ven tomar café en las mañanas, leen vallas publicitarias que anuncian cervezas durante los recorridos que hacen con nosotros por la ciudad y notan que el vino es una bebida común en las celebraciones familiares. Luego, en la preadolescencia, empiezan a relacionarse con sus amigos sin nuestra supervisión y se dan cuenta de que en su grupo o en círculos cercanos hay muchachos que fuman tabaco o beben alcohol, o que consumen marihuana y sustancias ilegales. Ya cuando son adolescentes y están terminando el colegio o empezando la universidad, muchos consideran que las sustancias psicoactivas, sin importar si son legales o ilegales, son un componente importante en la vida social de la gente de su edad.

Esta “exposición” de nuestros preadolescentes y adolescentes a las realidades del alcohol y las sustancias psicoactivas ilegales nos causa un miedo enorme a los papás. No entendemos qué territorios están transitando los muchachos porque tenemos muy poca información, que en su mayoría proviene de los informes sensacionalistas que presentan de cuando en cuando los medios nacionales, y que en ocasiones causan pánico. Y el miedo y el pánico, como es bien sabido, son pésimos consejeros, sobre todo en momentos en que los hijos necesitan de nuestra guía y apoyo.

La invitación que queremos hacerles hoy a los lectores de Bienestar Colsanitas es a acercarse al tema del consumo juvenil de psicoactivos a través del conocimiento de tres expertos que adelantan su trabajo basados en rigurosa evidencia científica y en una larga experiencia con jóvenes en distintos ámbitos. Para este artículo entrevistamos al doctor Juan Daniel Gómez, neuropsicólogo experto en psicoactivos y en su consumo problemático; al doctor Christian Muñoz, psiquiatra de niños y adolescentes adscrito a Colsanitas, y a Julián Quintero, un sociólogo que como parte de su trabajo con la ONG Acción Técnica Social (ATS) se dedica a estudiar los psicoactivos que consumen los jóvenes en Colombia, y cómo y para qué lo hacen.

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La educación sobre sustancias psicoactivas empieza cuando son pequeños

Como padres, consciente o inconscientemente, configuramos lo que piensan los hijos sobre las sustancias psicoactivas. Ellos notan —y registran— qué actitud tenemos hacia estas, en qué contextos las consumimos y si lo hacemos con o sin moderación. Por ejemplo, es común que cuando muestran curiosidad sobre el café o el vino, les digamos que son “para grandes”, que ellos no pueden consumirlos porque son dañinos para sus cuerpos. Algunos añadiremos que el vino y el café también pueden ser dañinos para los adultos si los tomamos en exceso, y que los consumimos porque es agradable hacerlo, porque nos hacen sentir más despiertos o relajados o felices.

El doctor Gómez recalca que siempre que hablemos con los niños sobre este y cualquier otro tema, nuestra actitud debe ser natural, para reforzar en ellos la certeza de que pueden confiar en nosotros porque siempre vamos a darles información honesta. Necesitamos construir esa confianza desde que son bebés, con hechos, y no solo con palabras. Y añade que desde la primera infancia se deben infundir en los niños dos nociones que más tarde serán esenciales en cómo aborden el consumo de sustancias psicoactivas: la importancia del cuidado de sus cuerpos y que todos somos responsables de los efectos de nuestras acciones, en nosotros mismos y en los demás.

La crianza dedicada, el mejor factor de protección

Un modelo desarrollado en Islandia, replicado con éxito en lugares tan disímiles como las islas Faroe, Nairobi y Bucarest, ha identificado cuatro factores protectores del consumo y el consumo problemático de psicoactivos: 1) la participación de los niños en actividades organizadas, como artes y deportes, de tres a cuatro veces a la semana, desde temprana edad; 2) que los niños y jóvenes pasen significativos periodos de tiempo compartiendo con sus padres durante los días laborables, y no solo los fines de semana; 3) que los niños y jóvenes sientan que ellos son importantes en su lugar de estudio, y 4) que los jóvenes no estén por fuera de sus casas a altas horas de la noche, la sugerencia es a partir de las 10:00 o las 12:00 p.m., según el lugar y la cultura en que vivan.

Podemos adoptar estos factores protectores ofreciendo a nuestros hijos actividades para su tiempo libre que les satisfagan, escuchándolos y mostrando interés genuino por sus vidas y por compartir con ellos desde que son muy pequeños, escogiendo un colegio en el que se sientan cómodos y estableciendo horarios de llegada claros cuando ya empiezan a salir solos. En síntesis, el mejor factor de protección es la crianza dedicada.

El Estudio nacional de consumo de sustancias psicoactivas en población escolar - Colombia 2016, como muchos otros estudios de este tipo, demuestra que el consumo y el consumo problemático de alcohol y sustancias ilegales son sustancialmente menores entre niños y adolescentes que cuentan con padres o adultos cuidadores bastante involucrados en sus vidas.

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¿Cuándo y cómo empezar a hablar de psicoactivos?

El momento en el que se tiene la primera conversación sobre psicoactivos es muy importante. Quintero y el doctor Gómez recomiendan que ocurra sólo cuando el niño muestre curiosidad, y que la información se dé “a demanda”, lo que significa que nuestras respuestas se limiten estrictamente a lo que el niño pregunte. Si al llegar la preadolescencia (es muy variable, pero sucede entre los 10 y los 11 años) el niño no ha mostrado curiosidad por el tema de los psicoactivos, se debe buscar iniciar el diálogo.

El doctor Juan Daniel Gómez recalca que nunca se debe estructurar este acercamiento como una charla informativa y mucho menos como una entrevista al niño, sino más bien propiciar la conversación en torno a algo por lo que el menor muestre interés, como películas, series de televisión o canciones que le gusten. Para poder usar estos recursos, que suelen ser abundantes fuentes de referencias a psicoactivos, es necesario estar actualizado sobre los gustos de nuestros hijos. También pueden darse charlas en torno a una noticia en la televisión, o algún suceso familiar o en el vecindario, entre otras muchas posibilidades, pero todas dependen de que el diálogo sea constante en la familia.

A estas conversaciones, aunque se rigen por el principio de suministrar solo la información que pida el niño, se debe llegar preparado, con conocimientos sobre las principales sustancias, sus efectos y riesgos, coinciden en afirmar el doctor Gómez y Julián Quintero.

El doctor Muñoz afirma que un diálogo sincero, honesto y abierto con los niños permitirá formular con naturalidad preguntas sobre qué han escuchado acerca del consumo de sustancias psicoactivas en su medio, lo cual es esencial para que podamos darles información que ellos puedan comprender y aplicar a sus vidas, a diferencia de las charlas informativas ofrecidas en distintos ámbitos, en las que “la información entra por un oído y sale por el otro”. El doctor Muñoz también enfatiza en que se debe escuchar con mucha atención lo que los niños o jóvenes nos digan en estos diálogos, sin interrumpirlos, hacer comentarios negativos o enojarse en respuesta a las posiciones que tengan frente al consumo de sustancias validadas como el alcohol, el cigarrillo, y en este momento de coyuntura, también la marihuana.

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"Se deben infundir en los niños dos nociones que más tarde serán esenciales en cómo aborden el consumo de sustancias psicoactivas: la importancia del cuidado de sus cuerpos y que todos somos responsables de los efectos de nuestras acciones".

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Los tres especialistas entrevistados coinciden en asegurar que, en lo tocante a sustancias psicoactivas, los jóvenes obtendrán por otros medios la información que sus padres no les den, y esos otros medios no son nada confiables, pues se trata de los amigos, internet o los proveedores de sustancias. Muñoz refiere que hay amplia evidencia científica para demostrar que las sustancias psicoactivas afectan de manera particular el cerebro del adolescente, pues se encuentra en desarrollo hasta los 21 años aproximadamente. Por esto, en el caso de padres que validan el consumo de psicoactivos, ya sea porque los consumen o lo hicieron en el pasado, es primordial que sean muy honestos con las razones que los llevaron a tomar la decisión de consumir, y que no minimicen los efectos nocivos de sustancias como el alcohol, el tabaco o la marihuana.

Quintero y el doctor Gómez indican que la legalización de la marihuana con usos medicinales ha reforzado la noción de que es un psicoactivo “inocuo”, y ha aumentado su consumo entre los jóvenes. Gómez sostiene que las marihuanas que circulan actualmente en el mercado ilegal causan dependencia, debido a que tienen una concentración de sustancia activa primaria (THC) entre el 18 y el 24 %, muy superior a la concentración de las marihuanas que se consumían en décadas pasadas, con concentraciones de THC entre el 2% y el 7%.

Según el Estudio nacional de consumo mencionado atrás, las sustancias más usadas por los estudiantes de grado 7 a 11 son el alcohol, la marihuana, los inhalables, la cocaína y los tranquilizantes sin prescripción. Además, según datos de ATS, también hay consumo de éxtasis y 2CB (“tuci”). Una buena fuente para informarse sobre estos psicoactivos es la página https://www.echelecabeza.com/, en el encabezado INFO SUSTANCIAS.

¿Qué hacer (y qué no) cuándo se detecta consumo de psicoactivos?

Ante una sospecha de que el menor está consumiendo alcohol o algún otro psicoactivo, el doctor Juan Daniel Gómez señala que bajo ninguna circunstancia se le debe someter a “revisiones”, por ejemplo búsquedas en sus pertenencias, olerles el aliento para saber si tomaron alcohol o fumaron, o revisar explícitamente si tienen los ojos rojos o algún otro tipo de señal. Estas conductas policivas solo sirven para crear desconfianza en los muchachos y alejarlos de los padres, o para incentivar que escondan el consumo. Los tres expertos consultados coinciden en un punto: de la manera en que como padres manejemos la primera situación de consumo de alcohol o psicoactivos ilegales, dependen el rumbo que tome el consumo y su impacto sobre la familia.

El doctor Gómez indica que un enfoque comprensivo —nunca de castigo— es esencial en esta situación, para que el muchacho sienta que puede recurrir a sus papás en cualquier circunstancia; según Quintero, nuestra reacción no puede responder al miedo, y en ningún caso ser agresiva o violenta.

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"Un diálogo sincero, honesto y abierto con los niños permitirá formular con naturalidad preguntas sobre qué han escuchado acerca del consumo de sustancias psicoactivas en su medio, lo cual es esencial para que podamos darles información que ellos puedan comprender y aplicar a sus vidas".

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El doctor Christian Muñoz afirma que este primer consumo se debe manejar con tranquilidad, paciencia y empatía, puesto que la agresividad y pérdida de control por parte de los padres causan un distanciamiento del adolescente. Indica que es muy importante intentar entender las razones que llevaron al joven a consumir.

¿A quién acudir cuando hay una situación de consumo que nos sobrepasa como padres?

Los padres debemos educarnos sobre los recursos disponibles para enfrentar situaciones relacionadas con el uso de psicoactivos, y estar preparados para la eventualidad de que sucedan. La Secretaría de Salud de Bogotá presta un servicio de atención telefónica llamado Piénsalo, en el que psicólogos especialistas en el tema informan y orientan confidencialmente sobre prevención y atención del consumo de sustancias psicoactivas. Allí, además de aclarar dudas e informar sobre las diferentes sustancias, pueden guiarnos sobre qué hacer, por ejemplo, si nuestro hijo es sorprendido con una sustancia psicoactiva en el colegio o si es detenido por la policía por consumir o portar psicoactivos.

En caso de que los padres detecten una situación de consumo problemática, el doctor Muñoz recomienda que se acuda a un profesional de salud mental, idealmente a un psiquiatra experto en niños y adolescentes, para determinar las razones detrás del consumo, y si corresponde a un uso ocasional, abuso o dependencia. Así mismo, es preciso conocer si el muchacho consume una sustancia única o varias de ellas.

También afirma que, en caso de intoxicación del joven o niño con alcohol u otros psicoactivos, es imperativo llevarlo al servicio de urgencias para estabilizarlo físicamente, y que luego se realice una intervención continuada con un profesional de salud mental. Ambos pasos deben llevarse a cabo para cualquier sustancia, incluso el alcohol, cuyo consumo normalizado socialmente hace que, en muchos casos, se limite la intervención a la estabilización física del joven y se ignore la parte psicosocial. El manejo integral del consumo problemático de psicoactivos (urgencias, hospitalización, psicoterapia, terapia grupal, internación en clínicas especializadas) está dentro de las coberturas de salud mental de la medicina prepagada y el plan obligatorio de salud.

 

* Marcela Villegas es mamá de dos hijos, de veintiún y trece años. Es escritora y traductora. 

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