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Bienestar Colsanitas

¿Qué hacer ante la apnea del llanto en bebés?

Aunque se trata de una condición benigna que no tiene consecuencias médicas, es atemorizante. Por eso los padres deben saber qué es y cómo reaccionar.

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a apnea del llanto o espasmo del sollozo debería llamarse el espanto del sollozo, porque es una situación aterradora. La escena es más o menos así: empieza con una frustración, un golpe o un enojo del niño, quién empieza a llorar y después de una o varias inhalaciones, interrumpe la respiración y entra en apnea. La cara, y en particular los labios, se tornan cianóticos, es decir, color azul-morado, y en algunos casos las manos se contraen y la cara hace una mueca torcida. Hay niños que pierden la consciencia y hacen unas sacudidas leves, que pueden confundirse con una convulsión. 

De acuerdo con el doctor Darío Botero, pediatra puericultor de Colsanitas, “estos eventos pueden durar entre uno y cuatro minutos, al cabo de los cuales y sin hacer mayor cosa, el niño vuelve a respirar y se recupera del todo”. Es decir que son episodios que, aunque miedosos, no representan ningún riesgo para la salud. 

A nivel mundial, los espasmos del sollozo afectan aproximadamente al 5 % de los niños y niñas (sin distinción de género) y pueden ocurrir entre los 8 meses y los 5 años. Si ocurren antes o después de esas edades es importante consultar al pediatra.

Causas

Según el doctor Botero, entre las causas más conocidas de esta condición están, en primer lugar, el factor hereditario, pues uno de cada cuatro niños que presenta estos espasmos tiene un padre o madre que los tuvo en su infancia. 

Otra razón, con apenas un 10 % de incidencia, es la anemia, que consiste en bajos niveles de hemoglobina en la sangre. Y como menos hemoglobina significa menos oxígeno circulando, eso puede llevar a que se llegue más rápido a un espasmo. Otra causa detectada en estudios de resonancia, es un retraso en la mielinización —la mielina es una sustancia que recubre las neuronas— sin que eso vaya a ser un problema más adelante, simplemente en algunos niños este proceso tarda más tiempo. También se ha encontrado que el niño que le teme a su cuidador puede presentar el espasmo como un mecanismo de reacción frente a un medio ambiente estresante. 

Sea cual sea la causa, no es algo que se pueda evitar. Lo que sí hay que hacer es saberlo manejar y diferenciarlo de otras condiciones. 

Sollozos CUERPOTEXTO

El 5% de los niños y las niñas del mundo experimentan espasmos del sollozo.

¿Cómo manejarlo?

Resulta muy difícil decirles a unos padres que estén tranquilos cuando ven a su hijo cianótico y desmayado, lo digo por experiencia personal, pues uno cree que el bebé, literalmente, se va a morir, pero de acuerdo con el doctor Botero, “lo principal es entender que es una condición benigna y que se va a resolver sola”. Además, el doctor añade las siguientes recomendaciones: 

  • No golpear, zarandear, gritar o hacer reanimación cardiopulmonar. 

  • Mantener la calma, poner al niño de lado, si tiene algo en la boca quitárselo para que no se vaya a ahogar y buscar el cambio de posición para que empiece a respirar. 

  • Evitar poner agua en su cara porque es un estresor adicional.

Además, recomienda seguir con el proceso normal de crianza, y no dejar, por ejemplo, de poner límites por miedo a que vuelva a presentar un episodio de estos. 

¿Espasmo del sollozo o epilepsia?

Ahora bien, para diferenciar un espasmo del sollozo de otra condición, como puede ser una epilepsia, es importante tener en cuenta: 

1. Que en el espasmo del sollozo siempre hay un detonante, habitualmente un factor emocional (rabia, frustración) o un golpe, en una convulsión no. Tanto, que ésta puede ocurrir mientras el niño duerme, mientras que eso no pasa nunca con un espasmo del sollozo.

2. El espasmo es precedido de llanto, muchas veces con un grito inicial, que representa la inconformidad del menor. En una convulsión esto no se da, el niño puede estar jugando tranquilamente y presentar un episodio. 

3. La recuperación del espasmo es completa y muy rápida, aunque dependiendo de la duración el niño puede quedar cansado y consentido, a los pocos minutos está como si nada. En las convulsiones, los niños quedan agotados porque se les baja la carga cerebral y tardan más tiempo, entre 15-20 minutos, en recuperarse. 

 

 

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Luisa Reyes

Periodista. Colaboradora frecuente de Bienestar Colsanitas