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Bienestar Colsanitas

Gente que cuida la vida

Fotografía
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Colombia cuenta con 1.123 reservas de la sociedad civil dentro de su Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Se trata de predios rurales de particulares que los cuidan y mantienen para preservar ecosistemas donde vive la diversidad.

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Las áreas protegidas en Colombia son lugares preservados por el Estado que contribuyen al cumplimiento de los objetivos de conservación del país. Son sitios estratégicos para conservar y fortalecer diferentes ecosistemas. 

El Sistema Nacional de Áreas Protegidas, Sinap, debe representar la diversidad biológica que hay en todo el territorio, y la selección de las áreas que se protegen depende en gran medida de esta razón. Su elección está mediada por un grupo de expertos que definen estas zonas y se encargan de este proceso de declaratoria, que además debe involucrar a las comunidades que viven en las zonas o están junto a ellas.

En el Sinap existe una figura legal que permite a cualquier persona registrar su propiedad como reserva de la sociedad civil, porque cumple con los requisitos que la catalogan como un área que debe ser conservada. Son las Reservas Naturales de la Sociedad Civil, RNSC. Áreas de propiedad privada de cualquier tamaño, donde existen ecosistemas naturales como selvas, humedales o sabanas, que se quieren recuperar, conservar o usar de manera sostenible. Este registro se hace ante el RUNAP (Registro Único Nacional de Áreas Protegidas).

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Un propietario puede registrar un terreno como una reserva ante Parques Nacionales Naturales de Colombia y obtener los incentivos que se destinan a estas zonas. Por ejemplo, recibir un incentivo económico o en especie que reconoce las prácticas asociadas a la preservación y restauración de ecosistemas, una disminución el impuesto predial según los acuerdos municipales, descuento en la declaración de renta por prestar servicios ecoturísticos, voz y voto en los Planes de Ordenamiento Territorial, entre otros múltiples beneficios. “Estos lugares pueden llegar a convertirse incluso en sitios donde se cuidan ciertas especies silvestres por un tiempo, lugares donde se hacen liberaciones de fauna, como ocurre con muchas reservas en los Llanos Orientales y reservas con vocación turística donde se ofrecen planes ecoturísticos en los que los viajeros tienen un encuentro real con la naturaleza y todas sus formas de vida”, explica Hilayalit Rodríguez Cruz, consultora de WWF Colombia. En el RUNAP se pueden encontrar todas las reservas de la sociedad civil que están actualmente inscritas (runap.parquesnacionales.gov.co)

Inscribir un terreno para que sea declarado reserva de la sociedad civil toma su tiempo. Inicialmente el propietario hace una caracterización del predio, determina los grupos de fauna y flora presentes en el área, elabora un mapa de su terreno y  delimita las diferentes zonas que lo componen. Por ejemplo, zona de conservación, que es donde el paisaje natural está en muy buen estado o en recuperación; zona de agrosistemas, donde se realiza producción agropecuaria; zona de infraestructura, donde hay alguna construcción por ejemplo de infraestructura turística, o de vivienda de los propietarios o viveros; y la zona amortiguadora, que es la parte de tierra que está protegiendo la zona de conservación. 

Después de reunir toda esta información se remite a Parques Nacionales de Colombia con la otra documentación requerida. Más adelante la entidad hace una visita técnica al predio para emitir un concepto final y elaborar la Resolución.

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Una reserva convertida en vivero de joyas botánicas

Solum es un vivero de plantas nativas y una tienda de paisajismo. Está ubicado en el corregimiento de Bitaco, Valle del Cauca, en la finca Paz y Flora. La familia Constantino Dereix ha sido guardiana de este lugar desde hace más de 30 años, y  actualmente está en proceso de registrarla como reserva de la sociedad civil. 

En un bosque de niebla crecen plantas nativas y funcionales (medicinales o de refugio para diferentes especies de fauna), que se ofrecen a la venta en el vivero. “La idea surgió hace tres años porque queríamos encontrar una manera de sostener la reserva y llevar nuestra riqueza natural a las casas y jardines de las ciudades. Es una manera más de aportar a las soluciones frente al cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Queremos que cualquier casa tenga una planta propia de nuestro país, pues la mayoría de plantas que vemos en las casas son exóticas, es decir, traídas de afuera. En Cali, por ejemplo, el 80 % del arbolado de la ciudad es exótico, es decir extranjero, no es nativo”, explica Sara Constantino Dereix, diseñadora paisajista de Solum.

Al comprar en Solum la persona recibe una planta nativa colombiana, las instrucciones para su cuidado, su nombre científico, abono orgánico y un canasto que sirve de matera realizado por comunidades indígenas de diferentes rincones del país.

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Y aunque aún no están registrados como una reserva, la conservación es el pilar de esta familia y de este lugar. “Siempre hemos tratado esta tierra como una reserva natural, porque entendemos que al conservar esta área estamos contribuyendo a la mitigación de la crisis climática. Antes esto era una finca cafetera; nosotros dejamos que el bosque creciera, cuidamos las fuentes de agua y las plantas nativas, lo que hizo que el bosque se enriqueciera. Solum es un refugio para la flora y la fauna local ubicado a 1.500 metros sobre el nivel del mar. Hemos traído especies de plantas propias ampliando la colección, un jardín botánico, un lugar privilegiado”, explica Carmen Ana Dereix, diseñadora paisajista de Solum.

Su trabajo de conservación ha logrado que las aves residentes y migratorias vuelvan a la zona, así como perros de monte y armadillos; que los nacimientos de agua no se sequen; que el bosque nativo siga vivo. La familia ha entendido la estrecha relación entre biodiversidad y salud humana. “Todo está íntimamente conectado, lastimosamente no somos muy conscientes de eso. La riqueza en microorganismos del suelo hace que los alimentos que cultivamos sean nutritivos, la abundancia de insectos hace que tengamos polinizadores. Nuestra salud se mide en términos de biodiversidad y hemos olvidado esta premisa esencial”, dice Sara Constantino.

Solum es un ejemplo de cómo un predio puede ser un refugio de vida y a la vez una alternativa sostenible de producción donde conviven pacíficamente la riqueza natural y la sostenibilidad.

 

 - Este artículo hace parte de la edición 186 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí. 

 

 

*Editora de Bienestar Colsanitas.

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