A través de mis experiencias personales, y en un mundo que se complica cada vez más, propongo que dejemos de ser hipócritas y reconozcamos que todos lo somos.
A mis 39 años me diagnosticaron cáncer de seno. Mientras me embarco en un carrusel de ocho ciclos de quimioterapia, he decidido que lo último que necesito es ser una valiente guerrera.